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—¡Ha sido genial, Caisey!, ¡Lograste dormarlo, es digno de celebración!. —me abraza inesperadamente con gran alegría.

No estoy acostumbrada a recibir contactos genuinos físicos, por lo que opto por separarme un poco, sin tratar de ser muy brusca.
Parece un buen chico, aunque, puede hacer que fijes en él, muchas facetas si analizas su comportamiento severamente.

—Lo lamento, yo... No quise incomodarte. —vuelve a ubicarse en su posición anterior; brazos colocados en su cintura, mirada asombrada y labios abiertos en forma de "O".

—No soy de las que les gusta recibir y dar abrazos continuamente. —mira al piso, avergonzado.

Ahora que lo recuerdo, ¿acaso no vió cuando casi fui devorada por ese animal?, ¿no sintió la necesidad de ir a salvarme, aunque sea por su "trabajo" como mí profesor?, ¿no fue él, el que me dijo que, en caso de que hubieran problemas, acudiría a mí ayuda?.
Siento que la sangre hierve en mis venas. Y en todo el cuerpo.

—¿Porqué no fuiste por mí cuando Welthur estuvo por atacarme?. —cruzo mis brazos y espero su respuesta.

Un silencio hace presencia de la situación incómoda que estamos atravesando.
Una pizca de incredulidad se hace notar en su semblante.

—Tenía que dejarte con él.—vuelve a clavar su vista en mí. —fueron órdenes del jefe. Cuando tú entraste, recibí su llamada. Fue muy inesperado.

Una rabia interior consumió toda la cordura que había tratado de mantener, aún estando dentro con ese tigre.

—¡Se trata de compañerismo, Robert!, A pesar de que hayas recibido un nuevo acontecimiento y que debías obedecerlo, ¿no hubieras sentido un poco de lástima, viéndome siendo devorada por... Por... Por Welthur?. —trato de contener las lágrimas que están amenazando rotundamente en hacer presencia de la conversación.

Su compostura se vuelve jorobada, como un viejo que comienza a tener escoliosis.

—Caisey... perdóname. No te hubiera dejado allí, cuando apagué el teléfono, tú ya habías domado al tigre. —se acerca y agarra mis manos. En sus ojos, puedo considerar, con poca experiencia, que me habla con sinceridad. Quiero creer que eso es lo que está pasando.

—Está bien, Robert... Déjalo. —sonrió levemente, alejando nuestros cuerpos, al tiempo en que deshago el contacto entre nuestros dedos.

—Con respecto a Welthur. —hace caso omiso a mí actitud. —fue sorprendente.

—Hice lo que me habías comentado. Dí su nombre, y tendrá compasión por ti.

—¡No, Cathy!, ¡fue algo más que eso!. Tú, hablas de la experiencia bruta que has atravesado, pero yo, que he visto poco, pero lo necesario y más importante, puedo decirte, que Welthur consideró tus órdenes, como quién es un líder escuchado y respetado. —me mira con signos de gran intensidad y excitación. —¡Podría jurar que te considera parte de su manada!, ¡Incluso... Puede que seas su hembra personal!.

Ante el último comentario, decido arremeter contra él. Trato de dar a conocer mis escasos conocimientos de karate, que recibí durante los últimos dos años.
Dió efecto.
Un gran hinchazón y dolor en su entrepierna, le hará pensar mejor en las cosas que debe decir.

—Creo que ya debo irme. Cumplí con lo turno. Nos vemos.

—¡Hasta mañana, nueva hembra!. —grita, en un intento de permanecer sereno, aún cuando siente que sus testículos comienzan a tensarse.

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—Caisey... Ha pasado mucho tiempo. ¿Quieres que nos veamos?. Necesito que hablemos.

9 llamadas perdidas.
•7 mensajes

—Mierda.

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