— Yo...
Suena el timbre.
—Discúlpame, iré a revisar quién es. —digo, mientras alejo nuestros cuerpos.
Miro a través de la perilla de la puerta.
Un hombre con pelo castaño, ojos azules y rostro de niño, era portador de un gran ramo de flores y, por lo que logro ver, también de una caja de chocolates.Giro la cabeza entorno a Kevin, y con un ademán de querer privacidad, le señalo la habitación que se encuentra en frente del baño, y a la derecha de mi dormitorio.
"Abro" la puerta (ya que estaba inicialmente abierta) y saludo de manera cordial, al joven Dunn.
—¿Qué haces aquí?. —coloco las manos en mí cintura, analizando todas las cosas que traía en sus brazos.
Con una sonrisa cómplice y aire de obviedad, añade lo siguiente.
—Son para ti. ¿Te gustan?.
Algunos vecinos empiezan a salir de sus tareas, sólo para prestarle atención, a una escena de "enamorados peleados", donde el hombre arrepentido, trata de solucionar los problemas, regalándole una serie de chucherías a la novia, para que regrese a sus pies.
Mercadería barata, diría yo.Extiendo el brazo, y arrastro a Joseph hacia dentro del departamento.
Coloca suavemente las cosas sobre la mesada, donde se encuentra el paquete de patatas sin terminar, de Hedwig.—Bien, dime, ¿qué quieres?. —me siento en la silla más cercana.
Dunn repite la misma acción, sentándose a mi lado.
—¿Acaso no es obvio?, quiero que volvamos a empezar. —inclina su torso, y junta nuestras manos.
Puedo oír los golpes que se escuchan desde la habitación donde se encuentra Kevin. Al parecer, mi "amante", también lo oye.
—¿Tienes algún perro?. —dice mientras se dispone a abrir el picaporte.
Trato de distraerlo, enseñándole la casa. Le atribuyo de datos innecesarios para que no se acuerde de la presencia de esa pieza.
—Caisey, ¿acaso estás tratando de evadir la conversación que estábamos teniendo?. —aprieta la mandíbula, mientras su rostro comienza a enrojecer por la furia.
Si tengo que ser franca, el tema de su repentina aparición con esa gran cantidad de regalos, no me interesa. Y no es porque tengan ciertas peculiaridades que no van con mis gustos, sino, porque sé de qué va la cosa. Aceptar sus presentes, es igual que dar una oportunidad a nuestro deteriorado noviazgo.
—Joseph, ya te lo he dicho. No quiero dar una segunda chance a lo nuestro. —acaricia su rostro, ahora sumergido en la pena. —te amo, pero no de la manera que tú quieres.
Al principio, trato de mantener sus sollozos fuera del alcance de mis ojos, pero luego, cuando su bandera de victoria se rompió, cayó en un mar de lágrimas. Escuchar sus llantos, era como si te estuvieran desgarrando el alma.
Joseph, fue el único que logró animarme y ayudarme a salir del agujero profundo y negro de la depresión.
Sus palabras, contención y amor verdadero que me otorgaba cada vez que me visitaba, eran únicas y sublimes.
Con el paso del tiempo, ambos fuimos encontrando "sentimientos" que vagaban entre el amor paternal y algo más romántico que una simple amistad. Si hubiéramos sido más maduros, estaríamos esquivando estas situaciones innecesarias.
Nuestra relación comenzó el 13 de julio de 2020. En ese entonces, todo era color de rosa y aroma de alcanfor. Nada más que su presencia, completaba mí visión de felicidad. Tenerlo a él, era tener una forma de conectar con la superficie externa; como salir de una cápsula por primera vez, y disfrutar del aire puro y real del ambiente.
Por cuestiones de desconfianza y constantes discusiones por ambas partes, nuestro "perfecto y dulce noviazgo", terminó de existir. Cada vez nos cansábamos más. Lo que antes era necesidad de amor, se convirtió en un motivo para alejarme de él.
De algo que jamás dudaré, es que me engañó con Jennifer, una rubia con unas curvas dignas de admiración. Siendo ella la segunda opción de Joseph, puedo entender porqué me fue infiel. Pero eso, no justifica su accionar de niño joven y que recién esta conociendo el mundo de los adultos, degustando todo tipo de sabores, con tal de satisfacer sus apetitos ingratos.
Esos recuerdos quedaron en el pasado. Lo único que debemos hacer es, permanecer en el presente y no aferrarse en nada. Simplemente ser libres como la pluma de un ave.
—Lo único que te diré, es que, de los dos años en que fuimos pareja, me otorgaste el amor que nadie, jamás, me dió. Y, a pesar de que no correspondo a tus sentimientos, podrás confiar en mí, todo lo que tú quieras. —nos sumergimos en un fuerte y amoroso abrazo.
—Extrañaba esto... —mencionaba mientras todavía tenía dificultades para hablar.
Permanecimos así durante 20 minutos.
—Creo que debo irme. —nos levantamos, dirigiéndonos hacia la puerta.
Dunn, observa la gran variedad de cosas que estaban sobre la mesa, y con una sonrisa forzada, añade;
—Quédatelo. Es un regalo para... Mí mejor amiga.
—Joseph... Creo que debemos sellar nuestra relación, de la misma forma en que la empezamos. —abrió sorpresivamente sus ojos.
Sus delgadas manos recorrían mí torso, mientras coloca mis manos en su cuello. Cerramos nuestros párpados y nos sumimos en un profundo beso llenos de sentimientos. Podía sentir cómo la necesidad de excitación nos sucumbia a ambos.
Pensaba en que sería rápido y fugaz. Pero fue todo lo contrario.
Joseph me subió sobre la mesada, esparciendo y tirando todas las cosas al piso. En nuestra mente, solamente estábamos nosotros dos, y nadie más.
O eso fue, hasta que recordé quien estaba encerrado y desgarrando las paredes.
—C-creo que esto es suficiente. Vete ya. —me salgo de su amarre, y abro la puerta.
Con una mirada suplicante y llena de necesidad, se despide.
—Ha sido mejor que la primera vez.
Cierra la puerta y me dirigo hacia la habitación donde se encuentra Kevin.
—Veo que estabas pasando un momento bastante interesante.
Dennis se encontraba parado en la otra punta, sumiso en una aura oscura y terrorífica. Sus ojos se enegrecían cada vez más, mientras tensaba sus músculos y apretaba sus puños.
—D-Dennis...
Se acercó a mi rápidamente, y me sostuvo entre sus brazos hasta llegar al dormitorio.
Me tumbó con rudeza sobre el acolchado de la cama.
Comenzó a sacarse los lentes.
Está fue, la primera vez que no inspecciona un sitio para detectar cualquier señal de suciedad.
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Split •2•
Fiksi RemajaHan pasado tres años de aquel atónito suceso. Caisey Cook, decidió mudarse y tratar de estabilizar su destino. Pero él no piensa lo mismo. Tal vez es hora de volver a casa.