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El tiempo transcurría de una manera muy lenta. No veía la hora de llegar y descubrir aquello que tanto anhelaba mostrarme.

¿Las partes mutiladas de un hombre?, ¿violaciones?, ¿el cuerpo sin vida de Crumb?; el corazón me palpitaba fuertemente. De tan solo pensar en eso, el sentido de la vida se corrompe, haciéndome querer que todo termine.

—Estamos por llegar. —es lo único que dijo mi acompañante.

Traté de distraerme, por lo que puse mi atención en el paisaje que veía a través de la ventana del automóvil.

El cielo grisáceo, anunciando la lluvia, disminuía por completo la luminosidad que emanaba del sol. A causa de los gigantescos árboles que rodeaban el predio, aquel lugar comenzó a atemorizarme.

Luego de unos interminables minutos, aparcamos el auto frente a un viejo edificio. Estaba tan deteriorado que, era inminente que fuera propensa la caída de la construcción en cualquier momento. Incluso podría efectuarse la ruina con nosotros adentro, si es que debíamos ingresar.
Como si me fuera a traer acá solo para admirar un destartalado y horrible cachivache como ese.

—Vamos.

Comienza a dar largas zancadas, hasta llegar a la puerta. Admito que debí correr unos escasos segundos antes de que sus manos dejen de sostener el picaporte.

Una vez dentro, todo era absolutamente siniestro. La sala principal contenía una caja registradora totalmente deteriorada. Al parecer, quisieron llevársela pero no pudieron, cuestión que me intrigaba bastante.

A los lados de un extenso pasillo en cuyo techo se alzaba un cartel titulado "Infantes" se encontraban una gran variedad de puertas, todas clasificadas por números y letras. La primera entre ellas era la habitación 1 A-B, habían dos camillas totalmente destrozadas, colchones, partes de madera esparcidos por doquier, pastillas de fármacos. Pegado sobre el papelado de la pared, se hallaban varios dibujos, todos con formas totalmente abstractas. Figuras que mi mente inconsciente no lograba descifrar. A medida que las hojas se iban apilando, comencé a sentir una presencia malévola. Como si una energía maligna saliera de aquellos papeles, para hacer contacto con mi cuerpo, haciéndome estremecerme por la corriente eléctrica que recorrió todo mi cuerpo.

—¿Que haces aquí?, vamos, debemos seguir. —tocó mi hombro, para luego proseguir con su rápida caminata.

Seguimos atravesando aquel sector, cuando doblamos en otro pasillo, aún más oscuro, y con celdas en vez de habitaciones. En el interior de estas, había una inmensa cantidad de ratas.

El lugar era demasiado húmedo, lo que provocaba que aquello fuese una espantosa caverna infestada de un calor que atraía a una variedad inconmensurable de visitantes no esperados, incluidos los insectos y algún que otro animal pequeño.

—Casi llegamos. —la voz del muchacho que se encontraba junto a mi, resonaba en mi oídos de manera débil, casi lejano. Solo podía presenciar la silueta esbelta y fornida de una especie extraña, como si se tratara de un mutante o algo semejante. Hice caso omiso al comentario inarticulado que presencié de los labios de mi prójimo, para acercarme a lo que tanto me carcomía de la curiosidad. —¡Caisey!. —No... ya no quiero oírte. —¡Ven aquí ahora mismo, joder!. —no puedo estar soñando, no puedo, no puedo... —tendrás graves consecuencias, perrita. Y juro que te haré pagar por esto. —mis piernas se movieron rápidamente por total supervivencia. Todo mi cuerpo reaccionó, haciendo que los pies volaran tras los pedazos de piedras que inundaban aquel estrecho y angosto escondite. No sé cómo ni porqué, pero allí estaba, frente a mi, la triunfal escapatoria que tanto estuve anhelando. —¡CAISEY NO TE ATREVAS A DAR UN PASO MÁS!. —faltaba muy poco para llegar a la salvación. A no más de pocos metros, se divisaba una inmensa luz que provenía del exterior, haciendo deslumbrar el suelo atestado de cemento y de una especie de líquido aceitoso, de tono oscuro. —Caisey... —sentía que comenzaba a tomar carrera, provocando que todo mi organismo activara la defensa que estuve resguardando en mi interior por meses. ¡Si, ya falta poco!. Solo un poco... ¡la luz se intensifica!. Utilice mis manos para taparme los ojos, protegiéndolos por aquella radiante luminosidad. Olía el frescor del bosque, acompañado de el viento que soplaba con fuerza pese al clima cálido que perecíamos hace unos momentos atrás.

Split •2•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora