"La niña de Yondu" - StarLord 3/3

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Se abrazó a mi cintura empujándome contra una de las paredes de grueso vidrio haciendo de su beso una caricia agresiva y demandante, mis manos se deslizaron quitándole la chaqueta roja escuchándola caer para ser posteriormente pateada a las espald...

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Se abrazó a mi cintura empujándome contra una de las paredes de grueso vidrio haciendo de su beso una caricia agresiva y demandante, mis manos se deslizaron quitándole la chaqueta roja escuchándola caer para ser posteriormente pateada a las espaldas de Quill, quién recorría mi cuello de besos, mordiendo clavículas y lamiendo el contorno redondeado de mis pechos.

La respiración agitada se metía dentro de mi piel, mientras sus manos desesperadas me despojaban de la ropa como si estuviéramos en contra del tiempo, se quitó la camiseta, inclinándome para alzarme por los muslos y empujarme contra el enorme ventanal, mis ojos se cerraron al sentir la prominente erección justo en el centro de mis pantaletas, gemí sintiendo mis mejillas sonrojarse.

– Peter espera – Susurré apoyando la espalda en el ventanal para empujar su torso, me observó.

– ¿Qué?

– ¿Podemos ir más lento, quieres?

– Yo, lo siento – Dijo jadeando para ofrecerme una sonrisa – ¿Por qué? ¿Tu? ¿No? ¿Eres virgen? – Sonreí alzando la mirada al techo de la nave.

– Claro que no, Quill, pero, solo estás llendo muy rápido – Asintió pausadamente para volver a besarme suavemente mientras caminaba conmigo en esa posición hasta su camarote, donde se sentó en la cama conmigo a horcajadas.

Sus manos subían por mi espalda acariciando cada centímetro de mí, para luego recorrer de la misma forma mi torso, sosteniendo mis pechos que cabían perfectamente en sus manos, apretujándome; mi espalda se arqueó al sentir los pequeños pinchazos de su barba en mis senos antes de que su lengua tibia lamiera mis pezones.

Sentí la electricidad recorriendo mi cuerpo mientras jugueteaba conmigo, lo empujé en la cama repartiendo besos por el cuello, y el torso trabajado y definido, mis manos desabrocharon rápidamente el cinturón mordió mi cuello cuando agarré su miembro tibio, duro, y húmedo entre mis manos, deslizándolo suavemente, el vello rizado de su pubis picaba en el dorso de mi mano dio un pequeño salto sonriendo en mi oreja cuando deslicé más abajo una mano para sostener firmemente los testículos jugando con ellos mientras lo masturbaba.

Su boca buscó la mía metiendo su lengua  en mi interior, sentía dolor por las mordidas que cada vez eran más fuertes, su respiración se aceleraba y su cadera me empujaba suavemente dejándome las manos mojadas del líquido preseminal, mi sexo palpitaba escuchándolo gemir humedeciendo la ropa interior hasta empaparla, volviendo cada centímetro de mi piel un cúmulo de sensaciones que explotaban una tras otra conforme las manos de Quill iban tocándome.

– No – Susurró agarrando mis manos para sacarlas de su pantalón mientras negaba con los ojos cerrados – vas a matarme, Mila – terminó de quitarse la ropa quedándose únicamente en la ajustada ropa interior desde la que el rosado glande sobresalía me tendió sobre la cama echándose suavemente para comenzar a repartir besos por todo mi cuerpo, sus manos rodearon mi pantaleta deslizándola suavemente por mis piernas dejando su mano sobre el pequeño rectángulo de vello sobre mi pubis – esto es interesante – Me cubrí el rostro con ambas manos, el gemido se escapó de mi boca cuando mordió descaradamente mis caderas separando mis piernas para comenzar a descender.

– Olvídalo – Advertí empujándolo con mi pie por el pecho para alejarlo.

– ¿Qué?

– Odio el maldito sexo oral...

– No es cierto – Murmuró mirándome allí abajo – Por favor – Negué con la cabeza – es tan linda.

– Gracias ¿preservativos? – Me observó alargando una sonrisa para estirarse por la cama a la mesita de noche que abrió sacando una caja.

– Después de lo que dijo Yondu.

– No hables de él ahora – Lo golpeé con el pie mientras deslizaba el profiláctico por el tronco de la enorme erección – ¿en serio? – Pregunté al ver el color neón.

– Me gusta la guerra de las galaxias – Explicó con una sonrisa coquetona tomándome de la cintura para levantarme abriendo la cama donde se tumbó sobre mí para besarme con fuerza al tiempo en que se metía dentro de mí, ambos gemimos y mis piernas se elevaron permitiéndole ir más adentro cuando lo escuché respirar agobiado en mi oreja.

La sensación de la fricción dentro de mí me nublaba absolutamente todo, las estocadas de Quill eran firmes y certeras, pero yo era un cúmulo de excitación y hormonas vibrantes, lo empujé sobre la cama quedando sobre él apoyando los pies sobre la cama para así asumir el mando de la situación, sus manos se fueron de inmediato a mis senos mientras yo subía y bajaba cada vez más rápido sobre él, una de sus manos bajó hasta mi sexo moviéndose rápidamente sobre mi clítoris.

¿Quería hacerme acabar?

Me jaló del brazo para volver a tenerme de espaldas en la cama haciendo movimientos más rápidos y circulares, mis mejillas se encendieron y pronto el calor comenzó a aflorar por todo mi cuerpo haciendo que cada centímetro se esté se tensara arqueándome la espalda y desgarrando mi garganta en un gemido tan fuerte que me sorprendió saliera de mi boca roja y rota de besos, me vine, apretando con fuerza a Quill en mi interior mientras él se abrazaba a mi cintura sin dejar de moverse, escondió el rostro en mis pechos mordiendo suavemente mis costillas temblando y gimiendo por un par de segundos imperceptibles, se había corrido, y ahora luchaba por respirar habiéndose quitado de mi interior para reposar sobre mi vientre.

Dejé caer la cabeza hacia uno de los lados para encontrarme con la nebulosa de corazón latiendo a través del ventanal.

Me besó en la mejilla luego de jalarme hasta sentarme en su regazo mientras la nave seguía su curso a Knowhere. Nos reímos de nada comiendo los pequeños dulces que explotaban dentro de la boca mientras los masticaba.

– Tienes grasa en la cara – Me burlé limpiando su rostro con el ruedo de mi camiseta – Esto no pasará desapercibido.

– Bueno, estábamos arreglando y probando la Milano – Se encogió de hombros echándose un puñado de dulces a la boca.

– ¿Por qué me ves así?

– Porque me has flechado – Respondió guiñándome un ojo besando mi cuello y hombros.

– Mentiroso.

– Chico ¿Dónde carajos están? – Me caí de su regazo cuando la voz de Yondu sonó en el intercomunicador haciendo que Peter se riera a carcajadas – ¡Chico! ¡Niña!

– Yondu, solo estamos probando la nave. Vamos de regreso.

– Dos horas fuera chico.

– Es mi mejor tiempo...

– Cállate, Quill.

– Vamos de regreso, Yondu.

– Bien – La transmisión se cortó y Peter se reclinó en su lugar para continuar riéndose de mí.

– Vete al infierno, Quill.

– ¿Por qué no nos vamos tú y yo en la Milano?
– Lo observé sentándome en el suelo.

– ¿Siempre eres así de impulsivo?

– No – Respondió girándose a observarme en la silla – no, creo que no – Le sonreí – Vamos, Mila, tú, yo y el universo.

– Estás loco.

– Un poco.

– Olvídalo.

– Entonces cásate conmigo – Me quedé sin aire sintiendo como mi pecho se congelaba, alcé la cejas – es enserio...

– Vaya – Sonreí agitando mi cabello – tengo un nuevo récord de propuesta de matrimonio – rió reclinándose en el berger.

– ¿Cuánto era el récord anterior?

– Dos días hace seis meses en Xandar.

– Chica traviesa – Estiró su brazo a agarrarme la bota para arrastrarme hasta él – di que sí, estás loca por mi, lo sé...

– Vete al infierno...

– ¿Vendrías conmigo?

One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora