"Freda Down 1/1

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¿Quién será el narrador?

Me hundí en ella, sintiendo el aroma suave de su cabello ondulado y negro cayendo por todas partes en sus hombros, espalda, y cuello, gimió, observando por sobre su hombro para buscar mi boca, sostuve su cuello para acercarla a mí mientras entraba y salía de su interior caliente, húmedo, apretado, acaricié su espalda con la palma de mi mano mientras sus caderas se movían contra mi pelvis haciendo que los pechos se movieran al ritmo, su espalda se apegaba a mi torso y mis manos se aferraban a su cintura apretándola cada vez más, la sentía mía, al fin, como pocas veces, como nunca, deslicé mi mano por su vientre hasta llegar al clítoris hinchado, gimió más fuerte, provocándome una sonrisa.
Me faltaban manos para tocarla, me faltaba piel para besarla, me faltaba tiempo para amarla, ahí, en el único lugar en el que era mía, en el único lugar en el que me dejaba guiar a mí, reclinó la cabeza en mi hombro tomando mi mano para que apretara su cuello, su cuerpo se tensó, y las caderas se movieron rítmicamente haciéndome ir más rápido. Estaba cerca, y me llevaba, me arrastraba, me enredaba, me perdía. Mis ojos se cerraron cuando sus uñas se hundieron en mis muslos, agarré sus pechos metiendo mi rostro en su cuello para oírla gemir, moverse, sonreír, parte de mí se salió de mi cuerpo metiéndose dentro de ella, acabando, derrotado, me absorbía.
Se recostó sobre su vientre en la cama dejando que me recostara sobre ella, acaricié la piel de seda lechosa, quitando el cabello de su espalda para repartir besos por el lugar, sonrió, acomodando su cabeza entre las almohadas.
– Fedra – Llamé estirando mi brazo hasta tomar su mano enredando nuestros dedos, balbuceó con los ojos cerrados sin moverse.
– Peter – Susurró metiendo sus dedos entre el cabello girándose suavemente para quedar frente a mí.
– ¿Vas a quedarte?
– Iba a preguntarte lo mismo – Me respondió empujándome para recostarse en mi pecho, alzó la mirada para dejar un beso muy suave en mis labios – ahora cállate, quiero dormir – se acomodó nuevamente.
Me quedé con los ojos abiertos observando el techo dibujado de nebulosas y constelaciones, me sentía en el cielo porque Fedra Down estaba conmigo.

Fedra Down era todo mi mundo, pero ella aún no lo sabía, ni siquiera tenía idea de mi existencia, ni siquiera pensaba que fuera de su planeta las galaxias se expandían, se unían, e intercambiaban, no tenía idea, de que los líderes de los países poderosos de su mundo ya habían comenzado sus negociaciones con Novacorp para unirse a la asociación galáctica. Para Freda Down, aquello sería ciencia ficción únicamente, no tenía idea de que su vida iba cambiar desde andrómeda a la tierra.
La vi pasearse entre las estanterías de libros buscando con los auriculares a todo volumen mientras el abrigo negro parecía flotar en cada paso; bajé la mirada al descubrirme exactamente como en el primer momento en que la vi en este mismo lugar hace tanto tiempo, se detuvo junto a mí estirando su dedo índice a buscar entre los dorsos de los libros al tiempo en que yo fingía buscar alguna portada.
Respiré profundamente cerrando los ojos para recordar lo que Tony nos había dicho... ¿Qué había dicho? Estar cerca de ella impedía mi funcionamiento cerebral normal, encontrar las gemas, regresar, salvar el mundo, al diablo todo el mundo... Esperen, si el mundo se iba al diablo Freda también por eso estaba aquí, recuperar las gemas, regresar, salvar el mundo, recuperar a Freda, joder era tan hermosa. Me quité los auriculares, sabía que venía ahora, sus labios se abrieron cantando distraídamente.
– Well I've got thick skin and an elastic heart. But your blade it might be too sharp. I'm like a rubber band until you pull too hard. But I may snap when I move close – Su voz era un susurro perfecto mientras la veía hojear los libros, sus ojos se alzaron a mi haciendo que las mejillas se sonrojaran para quitarse los auriculares.
– Lo siento, no quería incomodarte – Me disculpé bajando estúpidamente la mirada.
– ¿Estaba cantando fuerte? – Preguntó escondiendo el rostro en el libro que había sacado. Maldición, me mataba cuando ponía esa cara de niña avergonzada, sus grandes pestañas se agitaron observándome envueltas en un par de capas de máscara, negué.
– No, tienes una voz preciosa – Torció una sonrisa deslizando su mirada por todo mi cuerpo.
– ¿Eres extranjero?
– Algo así – Sonrió asintiendo con la cabeza mientras pasaba junto a mí.
– Bienvenido a terra – Dijo acercándose a la caja y registradora para sacar su tarjeta de la carcasa del teléfono. Ahora era cuando sucedía, se volteaba a verme, sonreía, y comenzaba a desaparecerse lentamente, no te desaparezcas. No.

One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora