Los hermanos sean unidos

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Daniel Front abrió los ojos y se incorporó repentinamente en la cama, con transpiración recorriendo su rostro y su pecho. Hacía tres años que "La Batalla por el Mundo" había acabado con Eon confinado a una terrible dimensión paralela. Hacía tres años que los humanos conocieron el verdadero significado del miedo. A pesar de que todo ese tiempo había pasado, a veces las pesadillas se llenaban de recuerdos que atormentaban su mente.

Miró a su lado y encontró la cama vacía, y entonces lo recordó. No estaba en su hogar, donde Amy Jordan, mejor conocida como Midnight, estaría descansando junto a él. Se encontraba de visita en Nueva York para darle una importante noticia a Stella, su madre, y Ana, su hermana.

Daniel lanzó un suspiro y se levantó de la cama, para luego acercarse a la ventana y observar los enormes edificios de Nueva York desde donde estaba. Durante un segundo le costó asimilar el hecho de que aquella ciudad se hubiera vuelto a levantar de semejante manera en tan poco tiempo, uno jamás hubiera podido asimilar que había sido arrasada por un ser de otro planeta hacía apenas tres años. Lentamente su mente se fue despejando de los horrores que lo habían atormentado en su sueño. El viaje hacia la ciudad lo había dejado cansado, sin embargo, hacía tiempo que no dormía tan bien como aquella noche.

A pesar de haber dejado a Los Vigilantes tras su última victoria, Daniel y Amy continuaron sus actividades heroicas en Liberty, la ciudad en donde todo había comenzado tantos años atrás. Archer y Midnight combatían el crimen incansablemente, lo que significaba estar despierto hasta altas horas de la noche y dormir más bien pocas horas durante el día. Él ya estaba acostumbrado a esos horarios, y su reloj biológico también, de forma que no le extrañaba el hecho de haberse despertado de repente a las seis de la mañana, justo a tiempo para observar el amanecer.

Haciendo la menor cantidad de ruido posible, Daniel fue hasta la cocina del gran departamento que ocupaban Stella y Ana, cuidando de no despertar a su hermana. Su madre había salido de la ciudad hacía ya unos días. Su nuevo trabajo como jefa de una importante organización humanitaria la llevaba a viajar bastante seguido a diferentes partes del globo, sin embargo le había asegurado a Daniel que estaría de regreso antes de que él se vaya, para poder pasar unos días juntos. Ana ya tenía dieciocho años, de forma que no necesitaba la constante supervisión de parte de su madre.

Ya en la cocina, Daniel se preparó una taza de té y se sirvió unas tostadas antes de sentarse en el sillón a disfrutar de su liviano desayuno.

Los minutos fueron pasando, él acabó su desayuno en cuestión de minutos, limpió el poco desorden que había hecho, y consideró hacer una llamada a Amy, pero todavía era muy temprano. Su novia, a pesar de compartir sus actividades heroicas, dormía bastante más que él, así que decidió no molestarla hasta pasadas unas horas. Después de todo, ella era una ex espía, seguramente tendría sus métodos para cobrar venganza.

Daniel empezaba a aburrirse cuando una alarma sonó en la habitación de su hermana, y una sonrisa se dibujó en su rostro. Tal vez no sería lo suficientemente valiente como para molestar a Amy a esas horas de la mañana, pero sin duda podía meterse con su hermana pequeña.

Con renovadas energías, Daniel caminó hasta la habitación y abrió la puerta de par en par.

—¡Buen día, pequeño demonio! ¿Estas lista para pasar un buen día con tu genial herm...? —él estaba a mitad de su pregunta cuando notó un detalle importante: su hermana no estaba en la habitación.

Daniel inspeccionó cada centímetro de esa habitación con cuidado. El desorden ahí dentro contrastaba con la perfecta pulcritud del resto del departamento. Había ropa tirada por todos lados, especialmente apilada en una silla del rincón; la cama estaba desarmada desde hacía ya tiempo; una gran cantidad de papeles, libros y demás cosas se apilaban en el escritorio, y por lo que sus sentidos aumentados podían captar, había una porción de pizza vieja en algún lugar de ese desorden. Por el olor a encierro, la ventana del lugar no había sido abierta en varios días.

El baúlWhere stories live. Discover now