Decile que no la amas. Que no soñas con morirte al lado de ella. Que en la foto de tu sueño no es que no la ves, sino que ni la imaginas.
Avivala. Explícale que tu ausencia es por desamor, y no por miedo. Que tu corazón no palpita su nombre. Hacele entender que su intuición se equivoca. Que lo que no decís es porque no lo sentís, no porque no te sale o no te animás. Rompele el sueño de hadas. Burlate de risa en la cara. Que se entere que vos no sos un príncipe azul que viniste a rescatarla de este mundo.
Avísale. Contale que vos terminaste este cuento hace rato. Pedile que siga sin vos. Asegúrale que no tenes nada para darle. Que no se te canta regalarle, ni siquiera, el tiempo que te sobra. Matala con las palabras. Con el desprecio y la indiferencia. Terminale esa agonía y matala de una vez. Necesita que le escupas la verdad en los ojos y que entienda, a la fuerza que no te importa una mierda. Dejala libre. Pedile que no te llame más. Pédicelo porque no entiende. Decíselo de una ves. Gritáselo, si vez que ella insiste.
Terminala con ese jueguito de cuarta y decile que no sea boluda. Que ni se te cruza por la mente regalarle un minuto más en tu puta vida. A ver si entendes, flaco, Necesita morirse de dolor. Merece renacer. Ayudala que ya no escucha a nadie, ayudala que sola no puede. Se va a morir sólo por un rato. Se va meter en la cama, se va a hundir ahí adentro hasta ahogarse en sus lágrimas, y después va a salir reciclada, como hizo siempre.
