|°Capítulo 3°|

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Un suspiro seguido de un gruñido de frustración salió de los labios de Jimin. Su piel sintió la fresca brisa de Noviembre contra la piel de su rostro y la de sus manos descubiertas.

Ya habían pasado varios días desde que haba visto a Jungkook en la biblioteca, nuca volvió a verle por ahí, no había regresado desde aquel día. Cada vez que llegaba a abrir la biblioteca en esa semana libre, miraba a los alrededores durante la mañana para ver su de
casualidad encontraba al chico castaño que había manchado de refresco la primera vez que sus ojos se habían cruzado.

Jimin se sentía decepcionado, no sabía por qué.

Pero no había sido la última vez que le había visto, ya habían pasado un par de días desde que las vacaciones habían terminado y ellos tuvieron que entrar a la universidad. La siguiente vez que había visto a Jungkook había sido en el auditorio universitario, al lado de su padre el cual daba la bienvenida y presentaba a Jungkook como un premio. El castaño con un traje azul marino ajustado, dando a conocer su esbelta figura y su delgada cintura la cual realmente llamaba la atención, sumada con sus llamativos hombros, ajustando su cuerpo de una manera simplemente atractiva. Jimin no pensaba que fuera un premio como su padre lo decía, Jimin pensaba que era una bella escultura artística.

Y entonces de nuevo.

—No puedes fumar aquí. El capítulo veintitrés del reglamento universitario dice claramente que un estudiante no puede consumir alcohol, drogas o cigarrillos dentro de las instalaciones.

Esa fue la cuarta vez que Jimin volvió a ver a Jungkook, y la primera vez que Jimin sintió que Jungkook le había salvado.

Jimin se volteó y abrió la cajetilla mostrándole el interior de esta con una leve sonrisa forzada dibujada en su rostro.

—Mi hermano se las ha acabado no tengo que fumar. No puedes mandarme una sanción por ello.

Jungkook inclinó su cabeza hacia un lado confundido, como un pequeño y tierno cachorro al momento de abultar sus labios.

—No pensaba mandarte una sanción o decirle a mi padre. —llevó su mano derecha a uno de los bolsillos de su pantalón y sacó un cigarrillo de ahí para luego extendérselo con una sonrisa amistosa—Se lo quité a uno de los chicos con los que te juntas, puedes tomarlo. —Jimin rió secamente.

—¿Por qué haces esto?

Jungkook se encogió de hombros.

—Tus ojos están llorosos tus manos tiemblan. Lo necesitas. —Jimin no respondió y solo se le quedó mirando. El castaño borró su sonrisa poco a poco y se estiró hacia una de las manos de Jimin, la extendió y colocó sobre su palma el cigarrillo.

—No estoy mal, no lo necesito. —negó apartando la mirada y tragando en seco.

—Será nuestro secreto, Jimin. —dijo Jungkook cerrando la palma de Jimin y dedicándole una última sonrisa para luego irse del lugar tras el edificio escolar, sino antes soltar un: —Espero tus problemas se arreglen, te deseo suerte, chico bibliotecario.

Ese día Jimin no fumó el cigarrillo, lo guardó y observó horas después bajo el gran árbol verde mientras se encontraba recostado sobre el pasto. Lagrimas cayendo por sus mejillas en silencio y un cigarro entre sus dedos. Ese día Jimin no volvió a fumar, solo sonrió recordando como aquel chico había tomado su mano y le había dado un cigarrillo, deseándole un bien a su persona.

Entonces allí se encontraba, a lo lejos observando al llamativo rubio sonreír y reír mientras Taehyung hacía maniobras con su desayuno.

Desde el día en que Jungkook le había dado el cigarrillo, no le había vuelto a dirigir la palabra más los dos podían sentir una leve tensión entre ellos. Sus miradas se cruzaban por los pasillos, su nombre estaba en boca de todas las chicas de su clase las cuales hablaban sobre la belleza y amabilidad del inalcanzable japonés.

Prohibido (Jikook) [Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora