|°Capítulo 19°|

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Jimin no debía estar allí, no debía estar deseando besar al novio de su hermano, no debería estar aspirando el dulce olor de su cuello, rozando sus labios contra la delicada piel del chico. Debería de mantenerse alejado de Jungkook, de controlar sus impulsos de abrazarle cada vez que pasaba a su lado, cada vez que le veía por las mañanas y le pedía ayuda para cocinar, cada vez que pasaba por los largos pasillos de aquella casa y Jungkook se veía a través de la puerta de la habitación de Yoongi, acomodando su ropa o simplemente riendo mientras habla animadamente con su hermano, como una hermosa y perfecta pareja.

¿Pero cómo hacer? Era como tener dinero y no poder gastarlo, era como desear un auto pero no saber manejar. Tener a Jungkook tan cerca le dificultaba todo, tenerlo tan cerca le hacía querer dejar todo a un lado y simplemente correr hacia él para decirle cuanto lo quería.

Y entonces se preguntaba, ¿Qué le había llevado a aquella situación? Una situación tan lamentablemente dolorosa, donde él observaba, deseaba y lamentaba.

Una situación en donde podría justo en ese momento arrancarse la cabeza si pudiera, donde enviaría a Jeon Jungkook al otro lado del mundo, lo más alejado de él para no volver a caer tan fácil, para no estar allí, abrazando al chico y disfrutando sus caricias en su cabello y leves susurros sobre su sien.

Yoongi podría estar saliendo de casa, dirigiéndose al auto o llamando al teléfono, o aun peor, ya podría estar observándole desde lejos, pero no, no importaba a ninguno de los dos, no les importaba nada más que el momento que estaban viviendo juntos, como ellos estaban tan cerca que podría fusionarse en uno mismo, tan cerca que podrían perderse en su intensa burbuja y dejarse llevar, olvidar a Yoongi sobre todas las cosas.

Jimin se estaba volviendo loco, no sabía qué hacer, solo quería desaparecer y no volver a verlos a la cara; no quería sentirse un traidor ante sus ojos.

Ver su belleza tan irradiante todos los días por las mañanas en los pasillos de la biblioteca, como le sonreía a su mejor amigo, como le sonreía a él, cada vez que le saludaba con una dulce mirada, miradas que decían más que mil palabras. Cada vez que besaba a su mejor amigo y deseaba que lo besara a él, cuando soñaba por tenerlo entre sus brazos y decirle cuanto lo necesitaba, cuanto lo deseaba.

Jimin sabía que estaba mal el desear a alguien tan prohibido como Jungkook, alguien el cual nunca pondría una pizca de interés a su persona, no después de lo que le había hecho, no después de que Yoongi fuera su mejor remplazo.

Alguien como él nunca debería estar con alguien como yo.

Pero lo que más le carcomía internamente era aquel sentimiento de descaro, de traidor en su persona. Jimin se preguntaba cómo es que podía darle la espalda a su mejor amigo, aquella persona que tanto le había apoyado, aquella persona la cual le daba vivienda, vestimenta, trabajo y estudio; como podía ser tan descarado con su único amigo, con su considerado hermano de toda la vida.

¿Cómo es que había tenido el descaro de caer en los encantos de Jeon Jungkook?

Le era tan imposible sacarse aquel ser humano de su cabeza, cada segundo tenía la necesidad de verlo, de hablarle o tocarle con la mayor delicadeza existente, para no hacerle daño y hacerlo sentir la persona más preciada y amada del planeta; la más pura y angelical.

Jimin quería decirle, quería pronunciar aquella frase frente a él, pedir perdón. Enamorarme de ti no estaba en mis planes pero lo hago, él quería pronunciar.

Pero Jimin sabía que no podía seguir así, sabía que debía enfrentar las consecuencias y si eso incluía perder todo entonces lo haría; Jimin estaba dispuesto a todo por él, por la persona que le hacía ver las estrellas con cada sonrisa y suspiro frente a sus ojos.

Prohibido (Jikook) [Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora