13

8.6K 1.3K 273
                                    

Dos semanas antes.

Las metálicas puertas del ascensor se abrieron lentamente permitiéndole así salir de este y seguir el camino que ya se sabía de memoria hasta la habitación de JiSung.

Llevaba consigo un pequeño ramo de flores para el paciente, pues anteriormente, en una pequeña conversación que habían tenido, mencionó que nunca nadie le había dado flores en su vida.

Bueno, pues MinHo quiso ser el primero.

Así que una vez estuvo al frente de su habitación, no dudó en levantar la mano y comenzar a dar leves golpecitos con sus nudillos. Finalmente podía abrirla pues no estaba con seguro, pero MinHo era muy respetuoso con la privacidad de las personas y entendía perfectamente la molestia de entrar sin tocar.

—Adelante... —dijo Han.

MinHo sonrió y escondió las flores detrás suyo mientras que con la otra mano tomaba el pomo de la puerta y la abría con cautela. Lo primero que sus ojos captaron fue que JiSung no estaba en su cama, como debería de ser. Sus ojos se apresuraron a buscarlo cuando finalmente lo detectó en la pequeña mesa de la habitación con la cabeza escondida entre sus brazos cruzados.

Al instante JiSung levantó la mirada y se sorprendió al ver a MinHo allí, pues no se esperaba del todo su visita hoy. Por su parte, Lee no pudo evitar sentir su corazón doler fuertemente al observar los ojos llenos de lágrimas en el peliazul, quién al verle comenzó a limpiarse y disimular.

No era la primera vez que MinHo se encontraba a JiSung llorando. Pues aquella horrible experiencia le había dejado ciertos traumas y miedos, además de dudas e inseguridades sobre la humanidad y si mismo. Era entendible, a nadie le gusta que lo rechacen, sea cuál sea el tipo de vida que tenga. El ser humano es muy débil en muchos sentidos, uno de ellos se representa al sentir odio, rechazo y alejamiento. Inmediatamente el cuerpo responde con la tristeza e impotencia al no ser aceptado o incluso amado, aún si luchas con que eso no te afecte, siempre lo hace, en lo más mínimo.

—JiSung... —MinHo caminó hasta él, sin mostrar su ramo aún, agachándose para quedar a su altura y mirarle con ojos brillantes—Olvídalo ¿sí?—con su mano sobrante tomó delicadamente la pequeña del peliazul—Olvida los recuerdos tristes, no pienses más en eso, no te dejes atormentar, no dejes que ganen... Sé que duele, pero tienes que ser fuerte...

JiSung, quién ya tenía nuevamente lágrimas en sus ojos, soltó un pequeño sollozo negando levemente con la cabeza.

—No puedo, MinHo—murmuró con voz rota—. Esto nunca va a parar y... Tengo miedo ahora... N-No debería de ser así... —hipó.

—Tienes razón, no debería. Pero desgraciadamente vivimos en un mundo muy ignorante, JiSung...

—Lo odio, lo odio, lo odio... —sollozó cubriendo su rostro con sus manos.

MinHo hizo una mueca y se incorporó para descubrir levemente aquél bello rostro que tanto le fascinaba y antes de que JiSung pudiese reclamar, levantó el pequeño ramo de flores blancas a la altura de su rostro.

JiSung tuvo que limpiar su mirada borrosa pues no lograba observar al cien por ciento lo que tenía al frente hasta que finalmente lo enfocó.

Un jadeo de sorpresa se escapó de sus labios entreabiertos.

—¿Qué... Qué es esto?—musitó sorprendido.

MinHo le miró con cariño y suspiró.

—Mira... Sé que el mundo puede ser una mierda a veces, la vida en general pero... De nada vale dejarnos dominar por eso, ¿es así cómo quieres vivir tu vida ¿Temiendo del exterior, lamentándote por las desgracias que pasan en el mundo o por lo miserable que es? No... No vale la pena, JiSung... —hizo una mueca—Podremos hacer que algunas personas cambien de opinión, pero allí está la palabra clave, algunas. Siempre va a haber alguien que esté en contra, que tenga un opinión distinta.

«Las cosas mejorarán con el tiempo, estoy seguro de eso. Pero no puedes quedarte sentando y lamentándote por ello... Debes levantarte con la frente en alto y continuar. Es cierto, la vida es una mierda. Pero es menos mierda cuándo la intentas atravesar junto a personas que te hace bien, ya sea familiares o amigos... Así que... —levanta nuevamente el ramo—Te traje esto, porque anteriormente me dijiste que nunca habías recibido algo parecido, y yo quiero hacerte feliz, JiSung. Quiero quitarte esa tristeza que llevas, así que porfavor... Acepta esta oportunidad de comenzar de nuevo y volverte más fuerte... Y no lo hagas sólo porque yo te lo pido, si no por ti, hazlo por ti... ¿De acuerdo?

JiSung limpió sus mejillas húmedas y esbozó una sonrisa rota, antes de asentir con la cabeza y aceptar las flores que MinHo le había traído.

—De acuerdo... —dijo enternecido.

MinHo sonrió y se inclinó a su dirección para dejar un suave e inesperado beso en su mejilla.

JiSung se sonrojo inmediatamente y bajó la cabeza provocando que el flequillo cayera elegantemente sobre su frente. Incluso estando en el hospital, JiSung seguía luciendo como un ángel.

—Gracias, MinHo... —murmuró con una sonrisa en su rostro.

El pecho del peliazul se infló de orgullo al haber logrado su cometido.

Hacer feliz a JiSung.

Estuvo a punto de responder pero en ese momento siente como una de las manos de JiSung toma su rostro y lo acerca hacia él.

MinHo siente como su corazón fuese a salirse de su pecho y también se acerca, anticipando lo que sabía que harían. E iba con toda la intención a dirección a los labios de JiSung, pero grande fue su impresión cuando recibió un pequeño beso en la comisura de su labios superior.

Aún así, el mínimo roce que hicieron sus labios sólo lo pudo llevar perfectamente a las nubes en microsegundos.

Se dispuso a recomponerse y dedicar una mirada confundida al peliazul, quién sólo rió y se levantó para colocar las flores cerca de su cama.

MinHo le siguió comenzando a sacar un tema de conversación.

Intentando no pensar mucho en que aquél pequeño roce con esos labios le había resultado familiar, sólo un poco familiar...

❝Pride Club❞  ❥『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora