Disputa.

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Luego su pelea.
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Giorno Giovanna había cumplido su sueño, ¿pero a qué costo? Pensaba él.
Si bien era cierto decir que era feliz por haber limpiado las calles de la escoria que antes gobernaba, también era cierto pensar que eso traería sus secuelas, y no solo a él, sino también para sus compañeros que sobrevivieron tal batalla.

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Actualidad.
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Era una mañana como cualquier otra, a casi un año de lo ocurrido con Diavolo; al menos eso creía el muchacho de cabellos dorados que se encontraba en la cómodidad de su estudio dónde ejercía sus labores diarios como cabecilla de la mafía en todo Nápoles.

El joven acomodaba sus cabellos en tanto observaba con suma atención aquellas hoja sobre su escritorio cuando por lo lejos logra divisar del apacible silencio unas cuantas voces quejandose.

Un leve suspiro salió de sus labios en conjunto a una cálida sonrisa por su pronta visita -¡Giorno!- Gritaron fuera de las puertas su estudio que en breve fueron azotadas a los costados por uno de sus subordinados favoritos (aunque Giorno preferia llamarlo compañero al igual que antes) -Mista, buenos días ¿Cómo están?- Preguntó el rubio dándole a Mista y a los Pistols una mirada encantadora.

-¡Giornooo, te extrañé mucho!- Gritaba número 5 en tanto flotaba en dirección al muchacho.

-¡Todos lo extrañamos, no seas egoísta 5!- Gritó el pistols con el 1 en su cabeza.

El pequeño 5 solo se dejó caer a la mesa sin antes haber logrado su acercamiento deseado y así llorar como acostumbraba.

Pero Giorno solo comentó con un ademán de manos que no había porque sentirse así, si tan solo habían pasado unas horas desde que los dejó en la cama durmiendo con su usuario.

Así es, Giorno y Mista venían saliendo juntos desde hace ya un tiempo. Todo comenzó cuando los sentimientos de ambos comenzaban a confundirse, llevándolos a pensar: "¿Será solo mi admiración por él?", mientras el otro cuestionaba: "Debe ser que estoy mezclando las cosas, Mista solo se preocupa por mí porque soy su Capo y porque la muerte de todos es difícil, nada más, no puede ser nada más". Hasta que un día, tomando coraje de quién sabe dónde, Mista fue quién se le declaró primero en un paseo en bote que planeo para la ocasión, todo era perfecto, la luz, la brisa, el maravilloso paísaje y obvio el chico dorado, que con algo de dudas aceptó la propuesta del otro.

-¡Ya callense de una buena vez! Molestan a Giorno- Intervino el moreno acercandosele al menor para depositarle un tierno beso en la mejilla y en la cien -Oye... ¿Por qué no te quedaste un poco más con nosotros? Ese papeleo no se irá a ningun lado- Preguntó en un susurro cerca de la oreja del otro, provocándole un escalosfrío seguido de un rubor en sus mejillas.

-Ese es el problema, que no se irá- Respondió con una sonrisa ladeada girando su silla para ver el rostro de su pareja y tomarlo entre sus manos.

-Solo te excusas, si sigues dejandome de lado consideraré irme, ¿Lo sabes verdad?- Advirtió con un puchero en sus labios y una mirada retadora pero divertida.

-Entonces creo que la decisión es clara...- Sentenció Giorno con una voz grave dando la vuelta otra vez y así apoyar sus manos sobre la superficie para darle la espalda a Mista. Lo que no sabía el moreno, es que el pequeño solo trataba de jugarle una pequeña broma mañanera, algo inocente y gracioso para variar.

Mista solo lo observó por detrás, lo cual lo llenaba más de irritación, puesto que Mista estaba algo cansado de jamás tener tiempo para salir con el chico. -¡Pistols!- Dijo con voz seca cruzando a su lado camino a la puerta. Pero no sin antes hacer algo de drama, algo como un "capricho" como solía decirle Giorno cuando peleaban.

Uno los dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora