Luego de mi pequeño impulso de antes, noté que Gio estaba un poco más callado que de costumbre, tambien caminaba lento y tomaba a duras penas mi mano.
-Oye, ¿Estás bien?- Pregunté sin detener nuestra lenta marcha.
-¿Uh?- Me miró un poco ido -Lo estoy- Confirmó sin mucho entusiasmo -Solo estoy un poco desorientado, ¿llegaremos pronto?- Giró su rostro hacía mi.
Examiné un poco el lugar donde estabamos, y no podía decirle que al menos tendríamos al rededor de unos diez minutos más de caminata -Hum...- Hice una mueca.
-Como sea- Suspiró entendiendo que no le diré nada o que nos habíamos perdido.
-Sube- Me coloqué delante suyo agachándome un poco para que subiera a mi espalda.
-No lo haré, puedo caminar- Negó orgulloso.
-Vamos, debes estar cansado por lo de antes- Recordé -Tómalo como una disculpa por hacerte enfadar- Lo miré con cara de culpa.
Esbozó una dulce sonrisa y aceptó mi oferta. Apoyó sus manos sobre mis hombros y lo llevé el resto del camino. Tenía fuerzas, también muchos ánimos por ver su rostro al revelarle la sorpresa.
Conversamos unas cuantas cosas en el camino, cosas sin sentido o simplemente situaciones que recordabamos al azar.
Al comienzo de nuestra relación fue difícil, pero luego, hablar cosas tan tontas con Gio se volvió algo muy común y divertido entre nosotros.
-Estamos por llegar~- Cantureé dando unos pasos más largos.
-¿A dónde vamos exactamente?- Habló detrás de mi oreja dándome un escalosfrío.
-No hagas eso o me veré en la obligación de soltarte- Amenacé entre risas.
-Bieeen- Besó mi nuca delicadamente.
-Ahh~ te amo tanto- Solté sin miedo a la vergüenza.
Mi pequeño rodeó mi cuello con su brazos apoyando su mentón sobre mi cabeza -¿Estás cómodo?- Reí por su atrevimiento.
-No me quiero separar nunca de ti- Acarició mi pecho con su mano.
-Ni yo, pero ya llegamos, amor- Enuncié bajando un poco mi cuerpo para que se reincorporara.
Llegamos a un muelle pequeño que nos daría acceso a la góndola que preparé, perfecto para dos personas.
Subí primero y dejé mi mochila debajo de uno de los asientos.
-¿Vienes?- Le extendí la mano para brindarle ayuda.
-Grazie- Correspondió el gesto y con cuidado subió, tomó asiento delante mío, ya que yo me encargaría personalmente de llevarlo a un buen lugar.
-Giorno, ¿me harías un favor?- Pregunté remando tranquilamente por el agua.
Giorno se encontraba disfrutando de la agradable vista hasta oír mi petición -¿Qué deseas?- Me miró haciendo su cabeza hacía atrás.
-A ti, pero en realidad quería pedirte que me pasaras mi mochila- Reí con la vista al frente.
Buscó el lugar y sin preguntar nada se paró frente a mi y la dejó en medio de ambos.
-Primero lo primero- Dijo antes de pasarme dicho objeto.
Se colocó de puntas y besó como pudo mis labios.
-Pequeño...- Murmuré junto a sus labios, bajando a la altura perfecta para seguir.
El tierno besó no habrá durado más de dos minutos, pero para mi fue muy corto, muy largo, y bastante profundo al mismo tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Uno los dos.
Любовные романыGiorno Giovanna y Guido Mista tenían una relación bastante complicada, ser el jefe de la mafía no era una tarea fácil ya que debía mantener una imágen. Lo que enfadaba a Mista incontables veces, provócando ciertas dudas sobre ellos en el más joven. ...