Vyrus.

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-¿A dónde me llevas? Ya déjame bajar, Guido Mista- Demandaba en tanto seguía con intentos fallidos de soltarme por mis propios medios.

Pero era Mista, por lo que hizo caso omiso a cualquier cosa que se le dijese en su estado de terquedad.

-¡Llegamos!- Dijo al fin bajando mi cuerpo con cuidado.

-Solo es la motocicleta- Comenté con simpleza -¿Por qué corrías? Pude caminar solo hasta aquí- Me quejé tomando un casco.

-¡Hey! No is sili li miticicliti, es la motocicleta, además, le hubiera quitado la gracia a tu rabieta de niña- Dijo con alegría -Pero bien, ahora me toca a mí llevarte a algún lugar- Señaló subiendo una de sus piernas sobre la moto en cuanto abrochaba su casco y acomódaba una mochila que dejo llena de cosas.

-No sé que lleves, pero no deberías dejar tus cosas por ahí- Comenté distraído.

-Nadie le robaria a unos mafiosos- Dijo con obviedad.

Mi cabeza comenzaba a divagar en tonterías pero aún así quería respuestas.

-Mista...-

Realmente no sabía como continuar mi frase, estaba algo inseguro del porqué decidió elegir un lugar. ¿Tal vez porque no le gustó el restaurante? No lo creo, aunque fue un mal momento, el resto estaba bien. Quizás crea que soy aburrido.

-¿Gio?- Musitó sacándome de mis pensamientos.

-¿Subes o te subo?- Me miró de forma pícara poniendo una mano sobre su entrepierna.

-Eres un pervertido... recuerda que soy menor que tú- Eché en cara subiendo detrás de él.

-... ¿Por qué...?- Tomó su tiempo, algo normal de él -¡No era eso lo que!...- Tomó un color rojo que incluso con el casco oscuro pude ver -¡Ahhhhh!- Chilló posiciónandose como es debido -Ya vámonos- Susurró amurrado.

-Si es que se te da la gana arrancar- Dije entre pequeñas risas aferrándome a su abdomen para mayor seguridad.

Había pasado al rededor de 40 o 50 minutos, el aire era cálido y apacible, hacía algo de calor, pero la velocidad en la que conducía Mista contrarestaba agradablemente esa  molestia.

Si bien conozco Nápoles de sobremanera, no puedo negar que estar con mi novio le daba un deslumbre totalmente distinto.

-Vamos por algo fresco, el calor me matará- Gritó fuerte para oirlo a tráves del ruido.

Estabamos cerca de la playa, eso es un hecho. El inconfundible olor a mar era notorio incluso calles antes de verlo asomarse.

-Estamos por llegar, ¡afirmate!- Gritó Mista acelerando frenéticamente la moto entre los autos que evadíamos.

-Mista, cuidado- Alerté sujetando con fuerza su torso.

-No manejo desde ayer, confía en mi, niño- Se defendió siguiendo su juego.

Y entre auto y auto al fin se pudo ver nuestro destino. Aunque se veía solo a unas personas disfrutando.

Fuimos al estacionamiento que proporcionaba el recinto, uno al aire libre con solo unos cuántos autos de lujo.

Mista se me adelantó y bajo antes del vehículo, mientras tanto yo le daba una mirada al lugar desde el asiento trasero.

-Puedes venir si quieres- Me sugirió con sarcasmo.

-Vaya, que amable, seguro no eres el Mista que conozco- Me burlé avanzando a la recepción. Objetivo que no logré.

-Ja, ja, ja. Mista hay uno solo- Dijo con voz gruesa jalándo mi brazo y así  hacer que cayera en los suyos.

Uno los dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora