Capítulo Siete.

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[NARRADOR OMNISCIENTE]

Un paso tras otro con velocidad para igualar la caminata del gran hombre quien toma su mano con suavidad, ante las demás personas que los ven lucen como cualquier pareja turista que pasa por el pueblo para ir a ver los géiseres de Islandia, que saben que a unas millas está el lugar especializado en ellos.

Para todos lucían unos rostros distintos, Jenna lucía una piel oscura, ojos verdes y grandes, unos grandes labios rosados y unas largas piernas haciéndola lucir diferente, su pelo castaño aroma pinta negro y rulado, una belleza afroamericana.

Andrew un rostro redondo y alargado, ojos mieles y una nariz con punta redonda, labios delgados y rosas, un pelo rulado rubio que cae por su frente y cubierto por una gorra, un hombre tejano en sus facciones.

― ¿Iremos a dónde? ―pregunta Jenna con suavidad, bajo este la abraza por los hombros y susurra.

―Por el menjurje, a comprar algunas cosas y a tu casa. Estaremos aquí hasta que seamos de nuevo nosotros, pienso comprar bastante menjurje para no mantenerte en cautiverio, me gustaría que trataras de vivir como normalmente lo haces hasta encontrar la solución a nuestros problemas.

Una sonrisa enorme muestra en su rostro, sus ojos se iluminan con esperanza y da brincos a su lado, primero lo primero van por el menjurje, ocultándose en las sombras evitando levantar sospechas.

Dentro del local Jenna observa cada artilugio con curiosidad, asombrada de tantas cosas de las artes oscuras y la magia blanca.

―Hola, vengo buscando Épave de Tulipe. ―musita bajo Andrew, la sonrisa del viejo que conoce de años se extiende en su cara.

―Por supuesto, Xantus. ―dice el viejo brujo tocando con suavidad la mesa, Andrew sonríe con diversión.

―Ni las mejores máscaras me ocultarán ante tu sabiduría y atención.

―Ni contra mis embrujos de realidad, joven Xantus. ―dice Quentin chasqueando los dedos, este ríe.

― ¿Joven? Soy mayor que tú por siglos, Quentin. ― eso hace reír al viejillo.

―Pero a quien se le da más vida a cada vuelta es a ti, desde que perdí a mi Luci se llevó mi hechizo de juventud, seré un viejillo para toda mi vida. ―musita Quentin con tristeza. ―Admito que no quiero volver a ver a otra alma congeniar conmigo que no sea Luci. Ya he movido mis cartas y si logro talonearle más a la magia blanca tal vez pueda regenerarla y traerla a la vida. ―dice codeándolo.

―Amigo mío, jugar con la vida y la muerte siendo alguien que no toca los pies del diablo ni por accidente es peligroso, déjamelo a mí, trataré de ayudarte, si ahora me ayudas a mí. ―musita Andrew apuntando tras de sí. Quentin pela los ojos al percatarse de la mismísima Scissa moviendo el péndulo de Newton que está encantado para equilibrar la vida de la persona de quien pertenezca, por la mente de Andrew pasa que debería de comprarlo y hacerlo suyo como debería, pero recuerda que esas cosas solo funcionan en mundanos con vidas fuera de la vista de seres inhumanos.

―Scissa, ¿Está aquí? ¿Te conoce? ¿Lo sabe? ―pregunta con asombro, el ojiazul niega con tristeza viéndola de curiosa.

―Estamos en busca de recuperar sus recuerdos, apenas ayer logré contactar con ella y ilustrarla, ha tenido visiones en cuestión de horas y retazos de verdad, sin embargo, parece estar reacia a la verdad. Soy paciente, más por ella. ―murmura.

En ese momento la chica voltea a ellos, se acerca con una sonrisa nerviosa y con las mejillas rosas porque fue atrapada jugando con el péndulo.

Pone una mano sobre un libro de pasta azul que estaba encima intentando no parecer sospechosa de que las bolas de metal sigan sonando, pero algo cambia, cierra fuertemente los ojos y se tornan de color azul.

―Το νερό αντικατοπτρίζει αυτό που βρίσκεται ενδιάμεσα, η ηρεμία εισβάλλει στην ύπαρξη σας, το μπλε χρώμα του ουρανού και η πιο όμορφη πέτρα, δείξτε μου τα μυστικά σας και τις ψυχές τους. ―dice en hebreo, abre sus ojos y ve todo con un color más azulado, el par se queda patidifuso. ―Hola, Quentin, tanto tiempo... ¿La sonata de Luci ha vuelto a sonar por las calles de Nueva Orleans? ­―pregunta con una sonrisa.

―Eso ha pasado con el libro rojo de casa, el que necesita sangre. ―dice con rapidez al viejillo impactado.

―Este también necesita sangre, Xantus.

― ¿Qué pasa, Xantus? ¿Por qué tan desencajado, Quentin? ¿Pasó algo con Luci? ―la preocupación embarga el pequeño cuerpo de la chica. Con su mano desocupada toca en apoyo a Quentin y sus ojos se vuelven blancos y pasan la rápidas imágenes de la muerte de Luci; un hombre de apariencia tétrica sostiene una daga en su mano, amenaza al brujo con desaparecerle los poderes si no lo ayuda con la búsqueda de los indeseables, al decirle que sí y no cumplir su promesa la daga escruta en el pecho de Luci, como si de una película tratase se ve el alma de ella caer al suelo de rodillas desorientada mientras Quentin sujeta su cuerpo ensangrentado, unas sombras negras con rostros espeluznantes la toman de los brazos y la desaparecen. ― Se la llevaron los Bokteck. ―susurra escudriñando los ojos a Quentin.

― ¿Quiénes son ellos? ―pregunta con un poco de desesperación.

―Son almas torturadas por demonios, en vez de residirlas en el infierno donde van a cumplir las penas andan por la tierra haciéndose pasar como ángeles justicieros, la muerte o los mismos demonios, cuando pasa una injusticia son rápidas y suelen ganarles la comida a la muerte o los ángeles que se llevan a ciertos lugares a esas almas confundidas por su llegada al otro lado. ―susurra un poco lento, recordando su encuentro mordaz con ellas.

―Scissa, mi amor... ¿Puedes ver más? ―pregunta Andrew acariciando su pelo.

―No creo, pero puedo decirte dónde hallarla. ―musita sonriendo, toma el libro sin despegar un solo dedo de este, pero otro escrito se dirige a ella.

"Has roto paredes, has hecho salidas para almas perdidas, has sido bienvenida por uno de mis hermanos, abrirás puertas donde nada hay para equilibrar la balanza del bien el mal y eso me sorprende, serás el clavo que ajustará cuentas con quienes nunca nadie lo ha hecho, Scissa, Jenna... Bienvenida por el cuarto sangre oscura que se ha presentado en tu línea de tiempo. "

Andrew lee con atención, luego se cambia mágicamente de página, una imagen se ilustra y reconocen el lugar.

Bajo unas cataratas en Aokigahara, Japón. Dentro del bosque de los suicidios, una atracción turística, pero donde realmente residen los Bokteck, su lugar aclamado al paso del tiempo y de la civilización injusta y macabra que les da el placer de las constantes víctimas, aún más cuando los generales de la antigüedad en Japón llevaban a torturar a sus víctimas en el fondo de ese bosque, tanto era que tomaron e hicieron su infierno.

―Podremos recatarla.

***

(El agua refleja lo que de por medio está, la tranquilidad invade tu ser, el color azul del cielo y de la piedra más hermosa, muéstrame tus secretos y sus almas.)

Güeno, chicoliquis, he aquí un nuevo capítulo, tal vez tenga tiempo en escribir otro mañana, mi abuelo tuvo que ir al hospital y tal vez no podamos ir con él :( pero trataré de escribir aquí y subir un capitulo en Caught in my own body. 

alll love evaxxxxoxox


La Maldad: Andy BiersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora