Capítulo Tres.

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―Quiero saber la verdad, mis padres, su trato con aquella secta, mi vida, mis anteriores vidas y los lazos que mantengo con usted...

―...tártaro.

―Con usted señor tártaro, realmente tengo demasiadas preguntas, pero asumo que tengo el tiempo contado si quiero poner claras las cosas en la tierra. ―musito sin titubear enlazando mis dedos.

―Astuta. Son cuestiones simples, pero con mucha historia detrás, si quieres saberlas tendrás qué venir por respuestas en partes, aclaremos un tema primero, lo más específico y a la vez resumido que pueda, ¡Dime cuál es el primero!

Pensando largos segundos, decido elegir lo que más quema en mi interior por ser desmentido.

―Tus padres. ―musita el tártaro con autosuficiencia, sin dudas.

―Mi origen.

Un largo silencio se expande entre nosotros, de fondo se escucha los alaridos de dolor de los demonios y personas que están siendo quemadas y torturadas.

Lo toma de sorpresa a ambos, realmente es algo que salió de mí sin pensar, sentí la necesidad de preguntar. No se esperaba equivocarse, eso se nota, no fue mi intención ofenderlo o algo así, pero las respuestas que quiero desde el fondo de mi corazón son esas.

―Bueno, empecemos. Los demonios más viejos, más malos y lastimeros, lloraron una noche hace millones de años, cuando se estaba consumiendo un dulce ser humano que resultó ser niña, lloraron de dolor al darse cuenta de lo malos que eran y por ser uno de los primeros eran gobernados por el querer romper las reglas, creados para ello, pero rehusándose a ser lo que eran. Hasta para mí es desconocido el hecho de que les dieran un razonamiento en lo más recóndito de su ser. Sentados en el hielo, los demonios más viejos lloraron sangre, destilando aromas fétidos, dejado que todo su dolor fluyera en lágrimas de sangre, el río de sangre continuó aquel día después de que pararon, en la Antártida. La sangre disuelta nunca se desvanecía, era absorbida por la existencia del poder, pasó por el olimpo en su fuente, cayó al infierno y siguió hasta llenar nuestros ríos, y sigue cayendo a la negrura infinita repleta de la maldad que me da a mis torturadores. Las sombras, quienes les dan castigos a los guerreros, a los preguntones sin importancia que nos visitan y que castigan a los ángeles malos que dios nos manda. El hades es un chiste para ellos, para mí.

― ¿Qué tengo qué ver?

―Ellos lloraron al ver tu hermosa alma estar en aquel feto, vieron tu belleza sin juzgar tu apariencia, vieron lo mala y lo buena que eras en una sola existencia, ellos te ofrecieron lo que es tu poder, tu importancia, tu relevancia. Tú eres la creación perfecta que fue un golpe al mundo conocido desde aquellos tiempos inmemorables, Jesús fue un golpe para los humanos y su fe fuera asignada. Tú fuiste nuestro golpe a los seres que están hechos de maldad, de poder sobrenatural y ejercen en los pensamientos enfermizos de los humanos, los influenciadores de malas acciones. Tu revolucionaste al mundo malo, fuiste como una filosofía para todos nosotros, para todos los de allá arriba.

― ¿En serio? ―sorprendida asimilo lo dicho, ¿Cómo no creer si me lo está diciendo un ser sobrenatural que está tachado en el mundo de los humanos como un mito? Asiente.

―Satanás pregunta por ti todo el tiempo, corazón.

― ¿Y qué le dices?

―Después de que su dolor acabe. Nada

― ¿Por qué?

―Hades tiene algo que lo ha puesto donde está. Su envidia y odio, envidia que tú hayas sido elegida ti, no por quienes te dieron vida o demás, que tengas poder en el paraíso, como en la tierra y como en el infierno y el tártaro. Te odia y te ha buscado en toda tu existencia. Cuando tus padres en esta vida te pusieron a sus manos fue un placer para él conocerte, con solo tener un lazo con ellos te conoció, vino por respuesta a mí, que mi tercer ojo... ―pasa su mano por su frente sin tocarla dando a ver un tercer ojo como el mío, pero con un iris violeta. ―...le dijera si iba a tener éxito en pulverizar tu alma de la faz de la tierra.

La Maldad: Andy BiersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora