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El mini módulo espía se introdujo por la ventana de la habitación que, afortunadamente, los Reed habían dejado abierta. Desde el cuarto de su casa al que había convertido prácticamente en centro de monitoreo, Luke lo iba guiando y así oteando el panorama. Al parecer y por fortuna no había rastros del perro – robot, el cual seguramente andaría correteando por el parque sobre el lado opuesto de la propiedad. La luz matinal que, entrando por la ventana, bañaba la habitación, era más que suficiente y no necesitó, por lo tanto, activar la visión infrarroja con la que había equipado al módulo.

Lauren estaba allí, en la cama. Desnuda y algo ladeada, con la sábana enroscada en la pierna. Luke la contempló en toda su belleza: mansa, serena, etérea... El módulo danzó en el aire por sobre ella y la fue recorriendo desde todos los ángulos, previo a lo cual Luke activó el dispositivo de filmación. Y así, las imágenes de su deseable vecina fueron registrándose una a una para ser transmitidas hacia el ordenador de su casa. Aprovechando que Lauren dormía, que Jack ya estaba en su trabajo y que no había molestas mascotas mecánicas a la vista, descendió el módulo cuanto más pudo, acercándolo al punto de llenar la imagen por completo con el hermoso paisaje de la piel y las curvas de su vecina, casi como si estuviese viendo un sensual desierto poblado por provocativas dunas. Lamentablemente la imagen de los senos no era todo lo buena que hubiese querido debido a que ella estaba ladeada y además se los cubría con un brazo mientras dormía. Decidió, por tanto, que lo mejor era recorrer el resto del cuerpo y se detuvo, de manera especial, en cada centímetro de sus magníficas piernas o, por lo menos, de la que ella tenía más expuesta ya que la otra quedaba perdida entre las sábanas. Después de deleitarse con ello, guió el módulo hasta ubicarlo a centímetros del precioso trasero de Lauren siendo inevitable que, ya para esa altura, Luke comenzara a tocarse. Aun a pesar del estado de excitación creciente, se ocupó de constatar que el dispositivo de filmación continuara funcionando y, en efecto, comprobó que así era. Acercó el módulo hasta las perfectas y redondeadas nalgas, buscando poner el mayor cuidado posible como para que el artefacto no tocara la piel de Lauren: al menos no de momento ya que ésa era la segunda parte del plan y revestía características diferentes...

Luke Nolan era un adicto a la tecnología y no paraba de armar dispositivos nuevos o bien de adaptar los que ya existían: el mejoramiento de artefactos de consumo masivo era, de hecho, su principal entretenimiento (luego de espiar a su vecina y masturbarse, desde luego) y más cuando tal hobby apuntaba a la búsqueda de sensaciones placenteras para sus sentidos... Y, en ese sentido, cuando Luke Nolan pensaba en placer, sólo podía pensar en ella: intocable e inalcanzable... Tocar la piel de Lauren era definitivamente algo que aún no había hecho o, por lo menos, no de esa forma ni en ese contexto: un sueño aún no realizado. Había equipado al mini módulo con un apéndice telescópico extensible, muy pequeño y tan suave que ante el contacto sólo podía ser percibido como un cosquilleo muy ligero, casi como si una ardilla estuviese pasando una lengua por encima de la piel. Cuando el monitor le indicó que el módulo se hallaba a cinco centímetros del contacto con Lauren, lo detuvo, dejándolo suspendido apenas por encima del somier. Para ahorrar energía, lo hizo luego bajar hasta posarse sobre el mismo. El momento había llegado: no exento de nerviosismo, pero a la vez entusiasmado por probar su juguete nuevo, extendió el apéndice a cuyo extremo había una pequeña esponja equipada con sensores táctiles, a la cual guió hasta que ésta se apoyó sobre una de las nalgas de Lauren. Al momento de hacerlo, Luke colocó su mano derecha dentro de la cavidad de un receptor táctil especialmente preparado a tal efecto y, una vez que la misma entró y calzó allí, comenzó a recibir las señales táctiles enviadas desde el módulo tal como si fueran sus propios dedos los que por la piel de Lauren se estaban deslizando.

Luke Nolan cerró sus ojos y movió suavemente las yemas de sus dedos como si acariciase la cola de su hermosa vecina y, en efecto, recibió exactamente esa sensación: placer supremo. Con su otra mano, por supuesto, no dejaba de toquetearse la zona genital. El mini módulo, por su parte, seguía apoyado sobre el somier mientras los sensores táctiles continuaban deslizándose sobre las nalgas de Lauren en un movimiento circular que Luke mismo había programado. La sensación para éste era prácticamente la misma que si fuese su propio tacto el que jugaba sobre la piel de ella: placer supremo. Una vez que terminó de deleitarse en tal movimiento, guió el módulo algo más cerca del hueco entre las piernas y tuvo, en su monitor, un primerísimo plano de la vagina de Lauren. En una jugada por demás audaz guió el apéndice exactamente hacia allí donde la hendidura se ofrecía generosa. El extremo esponjoso tocó la misma y Luke tuvo la sensación de que Lauren daba un pequeño respingo. Presurosamente, alejó un poco el módulo y lo elevó nuevamente: para su alivio, sin embargo, al tener una vista más abarcativa pudo comprobar que Lauren seguía profundamente dormida y, en todo caso, quizás sólo hubiese sentido algún cosquilleo y por eso mismo se hubiera removido sin salir de su sueño. Excitaba sobremanera a Luke el saber que, quizás, le había generado alguna excitación a Lauren mientras ella dormía y su esposo estaba ausente. Más tranquilo ante la noticia de que ella no se había despertado, volvió a descender el módulo hasta hacerlo posar nuevamente sobre el somier y, luego, dirigió el extremo del apéndice extensible otra vez hacia la vulva de Lauren; teniendo ahora la seguridad y la confianza que le otorgaban el saber que ella no se despertaba tan fácilmente ante el contacto, lo introdujo en la raja unos dos centímetros...

Máquinas del Placer [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora