El final del número fue apoteótico. Aun con lo ajeno y lejano que se sentía Jack Reed con respecto al mundo sado y fetichista, no podía dejar de admitir que lo que Goran Korevic lograba, tanto en su público como en los ocasionales participantes de sus números, era realmente único: un artista de los que ya quedaban pocos en un mundo en el cual la tecnología había ido apropiándose de los placeres humanos y suplantando la sangre con circuitos. Goran hizo poner a madre e hija de rodillas y alineadas una junto a la otra; luego hizo pasar a tres muchachos del público a quienes pidió que les mearan encima: demás está decir que la concurrencia respondió "¿y por qué noooo???" cuando se les preguntó si las damas debían ser orinadas. Pero lo más admirable de todo era el modo misterioso en que Goran conseguía, por ejemplo, que una madre y sus dos hijas bajaran resignadamente la cabeza ante tamaña degradación; parecía increíble que esa mujer madura fuera la misma que, instantes antes, se había mostrado rebelde cuando Goran utilizara el mango del látigo para humillar a sus hijas.
No conforme con ello, Goran hizo que sus tres asistentes se encargaran de amordazar a las tres damas, lo cual hicieron con un tipo especial de mordaza de cuero que dejaba en su centro un agujero del tamaño justo como para pasar por él un miembro masculino; y bastó con ver el posterior desarrollo del número para comprobar que, en efecto, ése era el objetivo, puseto que Goran convocó a otros tres jóvenes del público, los cuales, uno a uno, fueron introduciendo sus respectivos penes en la boca de cada una de las tres mujeres para, luego, iniciar un bombeo frenético que no se detuvo hasta terminar, para delirio de la concurrencia, eyaculándoles dentro.
Podría ése haber sido un excelente final, pero Goran siempre tenía una nueva carta por jugar y así lo demostró cuando, a viva voz, preguntó a los presentes si no sería interesante ver a una madre y a sus hijas teniendo sexo entre sí, a lo cual, una vez más, el público respondió con el infaltable "y por qué nooo???".
Y ése sí que terminó siendo el cierre perfecto: sin cuestionar en absoluto las órdenes de Goran, madre e hijas se enfrascaron en un trío sexual memorable que constituyó para Jack la mejor parte del espectáculo. Arrojándose y revolcándose unas sobre otras se besaron hasta el hartazgo, se lamieron los pechos unas a otras o bien se practicaron sexo oral en las más variadas posiciones, que podían ir desde la madre de espaldas contra el piso hurgando con su lengua en la vulva de una sus hijas y a su vez siendo hurgada en la suya por la otra, o bien las tres a cuatro patas y en fila india, lamiéndose sus sexos en trencito, con mamá, obviamente, encabezando la fila. Los rostros de placer de las tres evidenciaban ya haber perdido hacía rato cualquier capacidad de resistencia; sólo eran objetos obedeciendo las órdenes de Goran: magistral, único y admirable...
Una vez finalizado el espectáculo con semejante broche de antología, Jack se encaminó hacia los camarines a los efectos de encontrarse con el cerebro de todo aquello y, en efecto, así fue.
"¡Perrro si es nuestrrro amigo Jack Rrreed! – saludó efusivo y sonriente Goran Korevic, quien le reconoció con apenas verle - ¡Si no fuerrra porrr este hombrrre – miró al resto de los integrantes de la compañía mientras señalaba en dirección a Jack -..., este cirrrco ya no existirrría! Querrrido Jack, ¿qué te trrrae porrr aquí?"
Jack le correspondió la recepción con un no menos efusivo saludo y, luego, a los efectos de darle privacidad a la charla, instó a Goran a echar una caminata alrededor del domo para conversar. Jack no pudo evitar sonreír ante la vista de un cartel multicolor que rezaba: "en este circo no se maltratan animales". Y así entre plática y caminata, fue poniendo a Goran al corriente de la obsesión de su jefa Carla Karlsten por su androide y, en particular, de su plan de ser sometida por el mismo.
"Je,je... Esa Carrrla... - rió Goran -. Ella es de los nuestrrros. Siemprrre le gustarrron los jueguitos de dominación... ¿Y... quierrres que te diga algo? Siemprrre supe que tenía un costado sumiso – hablaba agitando un dedo índice como si estuviera aleccionando -. ¡Gorrran Korrrevic jamás se equivoca, querrrido Jack!..."
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Máquinas del Placer [+18]
RandomHistoria futurista que combina erotismo y ciencia ficción