Cuando Jack despertó, Laureen no estaba allí. Volvió a asaltarle la paranoia pero buscó alejarla de inmediato: habría salido a trotar como lo hacía siempre; ella no solía alterar su rutina por más que fuera fin de semana. Tal como él lo había anunciado, los tres Erobots quedaron inactivos durante la noche y, después de mucho tiempo, Jack y Laureen habían vuelto a compartir lecho. Sin embargo, tal circunstancia no había devenido en que volvieran a tener sexo ni tan siquiera en que hubiera amago alguno de que así fuese: la situación, de hecho, no era de lo más normal ni el contexto favorable para ello. Laureen estaba notablemente disgustada con la presencia de los androides en la casa y él, debía admitirlo, no conseguía que su esposa le despertase en la cama las mismas pasiones que le despertara antaño.
Había, no obstante, un elemento adicional que contribuía a la abstinencia sexual y que, aun cuando no estuviera hablado entre ellos, sobrevolaba por encima del lecho matrimonial como si se tratase de una especie de temor tácito: aun en el supuesto caso de que lograran despertar algo cada uno en el otro y dar rienda suelta a un apetito sexual mutuo, era de esperar que, apenas sus neurotransmisores evidenciaran la presencia del placer en sus cuerpos, los robots se activarían al detectarlo... Lo cierto fue que durmieron uno junto al otro pero la mayor del tiempo ladeados y en posiciones invertidas; casi no hubo palabras...
Mientras se desperezaba, Jack caminó hacia el living y se encontró allí con los tres robots de pie e inactivos: parecían maniquíes, aunque infinitamente más bellos e inquietantes. Sobre una mesa se hallaban los tres controles remotos, prolijamente alineados uno junto al otro; constituían casi un llamado a la tentación, a darles "on" y a ponerlos en funcionamiento nuevamente, dando así paso a la lujuria que la noche había dejado bajo candado... El hecho de que Laureen, al irse, no los hubiera removido de ese sitio, también podía ser visto como una "puesta a prueba": algo así como que le estuviera diciendo "los robots están allí; sólo tienes que encenderlos. ¿Vas a hacerlo?".
De ser así, es decir si realmente era una especie de test, el hecho fue que surtió efecto puesto que Jack debió debatirse entre ignorar los controles o, en cambio, obedecer a sus instintos más animales. Haciendo un esfuerzo sobrehumano se dirigió hacia el parque buscando mantener la vista alejada de los androides y, por lo tanto, de la tentación.
Atravesando el parque notó que la hierba, aunque poco, comenzaba a crecer. Se dio cuenta entonces de cuán importante era tener un robot conductor que, además, se encargarse de cortarle el césped día tras día: ahora ese rol le tocaría a él. Salió al portón y descubrió, estacionado, junto a la acera, un camión de reparto de World Robots: al parecer no interrumpían sus entregas los fines de semana y no quedaba duda, por cierto, de que estarían trayéndole su pedido a Luke Nolan. Le despertó algo de intriga saber qué clase de Ferobot habría encargado su pervertido vecino o a quién replicaría, ya que él mismo había manifestado que no había optado por un modelo estándar sino que lo había solicitado a pedido.
Jack permaneció un momento junto al portón de su propiedad fumando un cigarrillo hasta que, finalmente, los empleados de la compañía salieron de la casa de Luke y pusieron en marcha el camión para marcharse de allí. Escudriñando de reojo, descubrió que el portón de su vecino estaba entreabierto, así que, haciéndose el distraído, echó a caminar de un modo que fingía ser casual de tal manera de pasar frente al mismo.
Al otear hacia adentro, su sorpresa no pudo ser mayor y experimentó tal sacudida que estuvo a punto de perder el equilibrio. Luke estaba allí, de pie sobre la hierba en medio de su propio parque pero algo no encajaba: si algo jamás había esperado Jack ver en su vida era a su vecino con una mujer; lo suyo siempre había sido el trabajo en soledad. Sin embargo, estaba abrazándose y confundiéndose en un profundo beso con alguien que, para colmo de males, le acariciaba la entrepierna mientras él, a su vez, le deslizaba a ella una mano por sobre las nalgas. Pero eso no fue lo peor de todo: lo peor fue descubrir que... esa mujer era... ¡Laureen!
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Máquinas del Placer [+18]
RandomHistoria futurista que combina erotismo y ciencia ficción