Prólogo

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-Déjame en paz, de una vez Maria José. Aléjate de mí.

Yo soy Daniela, tengo 8 años y vivo en Bogotá. Este es mi día a día, una cretina de mi colegio, 2 años mayor que yo, se mete conmigo y me hace la vida imposible.

-Vamos Daniela, no seas así. Solo quiero que me des un poco de tu lonchera como todos los días -decía mientras corría hacia mí para quitarme la lonchera.

-Ni lo sueñes, deja de meterte conmigo -gritaba yo corriendo por el patio intentando esconderme de ella.

-¿Yo? ¿Meterme contigo? Pero si somos muy buenas amigas Daniela. Pero ya sabes como funcionan las cosas. Tú me das, y así no recibes... ya sabes -dijo ella crujiéndose los dedos de las manos.

-Eres una imbécil, si quieres una lonchera te lo haces tú. Pero a mí me dejas en paz.

-Pero qué ven mis ojos, la niñata se puso de mal humor? -decía mientras me acorralaba en una esquina -trae ese bocadillo.

Me arrebató mi lonchera como todos los recreos, solo que esta vez me llevé un golpe seguido de un empujón.

-Ya sabes que a mí no me gusta hacerte nada de esto, pero como no sigues las normas, aquí tienes las consecuencias.

Yo me quedé en el suelo llorando por el golpe, mientras ella se alejaba de aquel sombrío lugar donde me atacó. Sentí cómo 3 niñas se acercaban a mí para comprobar si yo estaba bien, pero al ver que yo estaba llorando y con un moretón llamaron a los profesores quienes me llevaron a la enfermería.

-Daniela, ¿Quién te ha hecho esto? -preguntó la enfermera mientras me miraba aquel gran moretón producido por el golpe.

-Fue... Maria José Garzón -dije yo con miedo -todos los recreos se mete conmigo y me roba la comida, pero hoy me he revelado y... pues este es el resultado final.

-¿Y cómo es que no has avisado antes a los profesores? -preguntó sorprendida -si lo hubieses dicho antes esto no hubiera pasado.

-Pero... no es tan fácil -empecé a llorar -ella siempre se las apaña. Es mi vecina y sé que puede hacer cualquier cosa para conseguir lo que ella quiera. Y decírselo a los profesores empeoraría todo.

-Hablaré con los profesores para que la expulsen y con tus padres para que te alejen de ella -cogió el teléfono y empezó a marcar diversos números, siendo el de mi padre uno de los últimos, ya que los profesores debían hablar sobre todas las diferentes opciones.

Unos meses después ahí estaba yo, subida en un coche de camino a Medellín, pensando en el gran peso que me había quitado de encima, y de la oportunidad que tenía de empezar de 0, que esta vez nadie me iba a arruinar.

LA ABUSONA CAMBIA  - CACHÉ (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora