A Girl And A Cup Of Coffee

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Lizzie

Me escabullo por la puerta trasera del Rock n' Coffee tratando de que Gerardo no me viese llegar tarde por cuarta vez en la semana.

-Linda, ya me habías preocupado - exclama Viri, una chica pelirroja aspirante a actriz. Básicamente la razón por la que el lugar se llenaba de jóvenes hormonales.

- Lo siento, V. - respondo entrando en el almacén para poder ponerme el uniforme y los estúpidos patines - Trataré de llegar más temprano.

-Llevo escuchando eso desde el verano pasado -protesta ella acomodando su delantal.

- Esta vez será en serio - Viri enarca una de sus cejas- ¡Lo prometo!

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- Esta vez será en serio - Viri enarca una de sus cejas- ¡Lo prometo!

- Lo único que prometerás son horas extras, chiquilla - gruñe Gerardo agitando su espátula - ¡A trabajar!

-Ya escuchaste, Viri - acomodo una bandeja de waffles y helado en mis manos - ¡A trabajar!

Me dirijo hacia mi primera mesa del día. Sí, con un poco de dificultad. No es que sea una experta patinando, esa es Viri. Yo al menos puedo mantenerme de pie. Dejo el pedido a una familia pequeña con una sonrisa.

-¡Hey, camarera!- me giro al escuchar el llamado y... Mi buen humor se esfuma - ¿No vas a tomar nuestros pedidos?

Son los idiotas de la escuela.

Hago mi mejor esfuerzo y finjo una sonrisa.

- ¿Listos para ordenar?

-No tú, gamberra, queremos a la camarera sexy - exije uno haciendo que sus tres compañeros soltara fuertes carcajadas.

Cierro el pequeño bloc de notas de entre mis manos. Estaba cansada de estos tipejos y de cómo se expresaban de Viri.

- Escuchen, pubertos mediocres - respondo con una sonrisa - ¿van a pedir algo o solo van a mirarle el culo a mi amiga para acariciar sus minúsculos cinco centímetros en la noche?

- Lizzie, creo que yo me encargo.

-Pero...-protesto hasta que Viri me dirige una de sus típicas miradas con las que me hacía comportarme - Bien,tú ganas.

Me giro a ver a los idiotas. De seguro me encargaría de cambiarles el azúcar por sal.
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Billy

Odio Hawkins. No voy a mentirles.

Odio el sucio bosque. Sus mugrosas calles. Su aburrida escuela. Y sobre todo odio la maldita razón por la que nos mudamos aquí.

Y odiaba al imbécil de Tommy que me había plantado porque Carol tenía casa sola. Eso significaba que estaba solo en medio de la calle, sin rumbo,y en una ciudad donde la mayoría de tiendas cerraban a las 7 de la noche.

Eso, Billy. Eso.

Giré a la derecha en cuanto la luz del  semáforo se tornó verde. Todo estaba oscuro, salvo por un pequeño letrero fosforescente con el dibujo de una tarta de manzana y una guitarra.

-Rock n' Coffee.

Un recuerdo pasó rápidamente en mi cabeza.

" - Te lo juro, Hargrove - dijo Tommy relamiendo sus labios- La camarera de ese café está buenísima.

-Ver para creer, chico, chico, ver para creer..."

Ahora tenía una razón más para echar un vistazo.

Estacioné mi auto frente al local. Desde donde estaba podía escuchar la guitarra de The Clash. Al menos la música era buena. Y en serio esperaba que la camarera valiese la pena.

Apenas entré el aroma a rosquillas, malteadas y hamburguesas me invadió. Caminé hacia la barra. No había ni una sola alma en ese café. Toqué la pequeña campanilla una, dos, hasta tres veces. Nada.

-¿Hola?

Al instante una chica morena apareció con una malteada de chocolate entre sus manos y un delgado sorbete rojo entre sus labios. Traía un walkman en la cintura del vestido, que de seguro usaba como uniforme, y los audífonos del aparato alrededor del cuello.

-Lo siento, en la cocina no podía escucharte- sonríe levemente dejando a un lado su bebida - ¿Qué puedo ofrecerte?

La miró de arriba a abajo tanto como me lo permitía la barra. Arrugo mi nariz.

-¿Hola? - pregunta ella tratando de buscar mi mirada.

-No estás tan buena como dicen.

Ella sonrío

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Ella sonrío. Pensé que se lo había tomado a broma.

Pero luego ¡pum!

Me aventó su malteada en la cara sin pena alguna antes de colocarse sus audífonos y cerrar la puerta de la cocina fuertemente.

-¿Me traerías una servilletas? - exclamo tratando de quitarme el chocolate de los ojos.

Levanto la mirada para observar por el vidrio de ella puerta como la chica alzaba su dedo medio hacia mi  dirección acompañado de la sonrisa más falsa que puedan imaginarse.

-Que elegante.

ᗷᏆᎢᎢᗴᖇᔑᗯᗴᗴᎢ // Billy HargroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora