Premonición consecuente

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Mi nombre es Erick Matthews, un individuo igual a los demás... ¿A quién engaño? He vivido con un don y posible maldición. Desde que era pequeño empecé a dibujar como un pasatiempo, pensé que copiaba la realidad en un principio, e incluso que plasmaba rostros aleatorios de alguna calle, ambulancias e incluso rieles de Metro ante una sugerente tragedia de ficción, no sabía qué ocurría, sólo veía en mi mente una especie de deceso de un evento, como si de un tráiler se tratara.

Siempre se lo decía mis padres, a mis compañeros, a todo el mundo, pero nadie lo tomaba en serio, sólo me veían como si fuera un mero producto de la televisión. Sin importancia alguna empecé a ignorar aquellas situaciones, haciéndose cada vez más recurrentes las imágenes previas a las tragedias de mis trazos.

Una tarde más de aquellos años, había dibujado una de las calles principales de la ciudad y en el centro de dicha imagen, se encontraba un carro que aceleraba a toda velocidad ante una chica con cara perdida que cruzaba la avenida. Dos horas después de analizar el dibujo y los retazos del tráiler mental, me encontraba en el lugar de los hechos. Allí estaba la chica de mi dibujo justo a punto de cruzar la esquina, mientras se aproximaba un vehículo a toda velocidad. Como pude, corrí rápidamente y retuve a la chica mientras el carro se impactaba contra una de las tiendas aledañas del distrito. El impacto había ocasionado o la muerte de los conductores. Al parecer había cambiado el curso de los hechos, pero pagando ciertas consecuencias indirectas.

Un día, en mis visiones apareció un robo en un banco que terminaba en masacre, cuando acudí al banco, no había un robo, sino un incendio que consumía al banco y a las personas dentro. Corrí, adentro para ayudar, pero antes de llegar una persona me apuñalo varias veces. Mientras veía el atacante alejarse, extrañamente no tenía pupilas y tenía una expresión inerte que carecía de vida, mientras veía como empezaba a perder sangre se reía y pronunciaba al alejarse:

–        Deja de jugar con mi trabajo, no puedes interceder en el fin de sus vidas, yo cobro las cuentas si alguien interfiere ante ello, alguien debe pagar las consecuencias.

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