NINE

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Cuando Mauro sintió ese gran golpe en su cara, se enfureció más y aún más al ver que fue Martín el que se había atrevido a pegarle. Soltó a Pedro bruscamente y caminó rápido y con furia hacia Martín, pero este fue astuto y paso por debajo de sus piernas como un champion, ah. Pedro estaba quedándose inconsciente mientras veía como Mauro y Martín parecía que jugaban al gato y al ratón, hasta Mauro fue más listo y logró agarrar a Martín y pegarle la cachetada de su vida, esta le hice voltear la cara y le sacó sangre. Pedro no tenía fuerzas, pero al escuchar lo que siguió después de ese golpe, no sabe ni de dónde las sacó.

—No quiero te volvás a revelar contra mí, zorra inmunda, vos sos mío y de nadie más. Ese culo estrecho que se abre para mí, es completamente mío y ningún hijo de puta como ese que está en el piso tiene derecho de voltearte a ver. —le dijo a Martín con tanto odio mientras lo tenía acorralado. Pedro vio el justo momento en que le apretó una nalga y vio como a Martín le dolió e incluso se quejó del dolor.

Pedro se levantó y no le importó nada cuando le pegó un fuerte golpe en la mejilla que lo dejó aturdido. Empezó una pelea, la cual parecía no tendría fin, puñetazos por aquí y por allá, pero Pedro no podría soportar tanto, pues ¿qué era un simple muchacho delgado contra otro que es grande y pompeado? Simplemente sabría que perdería.

Hasta que agarró el florero que estaba por ahí y logró hacer que Mauro quedara inconsciente. Junto con Martín lo cargaron y lo metieron a su propia camioneta, la cual llevaron hasta las afueras de la ciudad. Se regresaron a pie, sí. Fue cansado, sí. Pero el amor nos hace ciegos. Y así estaban Martín y Pedro, pero de una buena forma.

Ellos creyeron que dejando tirado a Mauro era suficiente, pues no tenían en cuenta lo que les iba a seguir pasando esa noche.

SIN TÍTULO         PEDRIMENTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora