Las mucamas entraban y salían con paso apresurado al comedor, trayendo consigo grandes bandejas de comidas; dulces exóticos, legumbres, carnes rojas y unas cuantas botellas de vino tinto, la larga mesa de madera decorada por un mantel rojo estaba repleta de platos a pesar de solo contar con 4 personas en ella.—¡Te extrañe mucho, Annie!—comentó la castaña, intentando sonar llena de tristeza—me sorprendió tanto cuando nos dejaste.
Sonreí incómoda, fingiendo al igual que ella, una sonrisa malévola se delineó en su rostro y sus ojos se fijaron en mí, esperando ansiosa una respuesta. Limpié mis labios con una servilleta y proseguí a contestar.
—Tuve que atender unos muy importantes asuntos de la familia, Blacwer. Al ser urgentes tuve que retirarme apenas el mensajero de la familia llegó.
—Creo que es una buena razón, Annie—dijo Dereck, devorando una ala de pollo ferozmente.
Sonreí agradecida ante su amabilidad. Annielies volcó los ojos y Albert mantenía su mirada fugazmente en mí.
—Bueno, ¡que está comida sea en tu nombre, Annie! ¡Hagamos un brindis!—propuso, Annielies, alzando su copa animando a los jóvenes—brindo por tu regreso y porque jamás nos vuelvas a abandonar.—sonrió y chocamos nuestras copas.
Una pizca de sarcasmo pude percibir de su brindis, sin pensarlo mucho la cena transcurrió con normalidad, la charla entre nosotros se extinguió luego de chocar copas y cada quién estaba en lo suyo. Fui la primera en terminar y pidiendo permiso me dirigí hacia la cocina, encontrándome con una de las mucamas, Sally, una señora mayor de 50 años.
—Me alegra tanto que volviera, señorita Colesther—dijo, llamándome por mi apellido "adoptivo", tomó mis manos entre las suyas para acariciarlas—las cosas se tornaron algo intensas desde que se fue.
—¿Intensas? ¿En qué sentido, Sally?—pregunté. Su rostro palideció al escuchar la puerta de la cocina abrirse, era Dereck quién hacía ademán de que me acercará.
Sally soltó mis manos y rápidamente fue a lavar los platos utilizados en el banquete. Me acerqué a un impaciente Dereck quién sujeto mi brazo y me llevó arrastras detrás de él.
~♪~
—¿Me podrías decir que demonios ocurre, Dereck?—pregunté, enfadada. Estábamos en el balcón de su habitación de hace más de media hora y sus ojos verdes solo me analizaban como si fuera irreal.
—Señorita, quiero confesar mis sentimientos por usted—confesó, sin mis más ni menos. Abrí mis ojos cual platos y mi mandíbula amenazaba con llegar hasta el suelo, sin previo aviso y sin mí mi consentimiento haló mi cuerpo para darme un beso, el sonido de la puerta al abrirse me sacó de mi sorpresa y me aparte rápidamente.
Era Albert.
Sus esmeraldas ojos estaban abiertos quizá al mismo nivel que los míos, carraspeó fuertemente, llamando la atención de Dereck quién sonreía con suficiencia.
—Annielies me envió a informarte que mañana tendrán un día para ustedes dos solas—informó, luego de eso abandonó con velocidad la habitación.
Intenté ir tras él pero unos brazos me sostuvieron con fuerza, forzandome a permanecer en aquel balcón.
—¿A dónde va, Annie?—preguntó el pelirrojo, sonriendo lascivo y explorando mi cuerpo con sus ojos—¿no se divirtió?
Un gran ruido fue lo único que avisó el choque de mi mano con su mejilla.
—¡Es usted un idiota!
Luego de eso, salí corriendo hacia mi habitación. Caminé por los oscuros pasillos y noté que la única luz se emitía de mi habitación.
¿Por qué la puerta está abierta?
Asomé mi cabeza lentamente por el espacio, viendo a Albert admirando el cielo a través de mi ventana, su cuerpo parecía tenso, me acerqué sutilmente y coloqué mi mano en su hombro, al sentir el contacto de mi mano su cuerpo pareció relajarse.
—¿Qué haces aquí, Albert?
—Necesitaba hablar con usted. Quedé sorprendido luego de lo que presencié en la habitación de Dereck—contestó, girándose para verme, sus ojos me inspeccionaron y se detuvieron en mis labios.
—Basta de formalidades conmigo, Albert. Y eso...—pausé—eso no fue nada.
—No es de mi incumbencia, señorita, solo qué...—lo interrumpí, colocando mi dedo índice en sus labios.
Sonreí, acaricié su rostro y esté pareció aliviarse. No entendía el porque pero Albert y Axel me hacían sentir en paz, feliz y extrañamente segura.
—No fue nada, en serio—afirmé—creo que es hora de que te vayas. A Annielies no le gustará si te descubre aquí, eres su prometido después de todo.
—Sí...soy su prometido—contestó con tristeza, para luego retirarse de la habitación.
Mi corazón latía fuertemente y mis mejillas ardían, el haber hecho eso había desafiado mis estándares de coquetería. Feliz, con muchos sentimientos nuevos y muchas cosas más, me dispuse a dormir.
~♪~.
Annielies no paraba de sonreír y reír con cierta maldad desde que comenzamos el cual podría ser llamado un "día de chicas". Irritada y con curiosidad, comencé el interrogatorio.
—¿Quién eres?—le pregunté.
—Annielies Colesther—contestó con simpleza.
—Annielies era pelinegra, ¿no?
Ella se encogió de hombros sin entender muy bien mi pregunta.
—¿Recuerdas lo último que pasó antes de irme, cierto?—indagué, tomando un sorbo de té. Ella asintió.
—Lo recuerdo claramente .
—¿Por qué Albert no puede recordarlo?
Ella rió nuevamente. Tomó un puñado de galletas y comió grotescamente, limpió su boca con la manga de su vestido y sus ojos parecieron adquirir un color rojo.
—Escúchame bien, pequeña. No deberías volver nunca, no eres bienvenida en mi hogar.—amenazó, tomando mi brazo con rudeza.
—Lo siento, Annielies—contesté, safandome de su arranque con rudeza—¡pero no me iré sin descubrir la verdad! Y ni tú, ni tus amenazas podrán hacerme cambiar de opinión. ¿Me expliqué?
—Perderás lo que más amas, Annielies Colesther—contestó, haciendo que abriera mis ojos, ella sabía mi identidad.
—¿Fuiste tú quién le dijo a Albert que estaba en la habitación de Dereck?
Ella asintió y luego una risa maléfica salió de sí.
—¿Recordaste lo que más amas?—preguntó, con suficiencia, haciendo referencia a Albert.
Sin entender mucho a lo que se refería, opté por no responder.
—No perderé a nadie, no hay algo que amé con tantas fuerzas.
—Eso quieres creer.
—Me da igual lo que digas, "Annielies"—contesté, haciendo énfasis en su nombre.
Un mareo surgió en mi cuerpo, y caí al suelo de manera abrupta y mis ojos se cerraron de golpe.
¡No, aún no debo volver!
¡No puedo!
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Time eyes.
ParanormalLa vida en un abrir y cerrar de ojos puede cambiar tal y como la conoces. Puede mostrarte que lo que crees como tu realidad, no siempre es la cierta. Que familia, poder y secretos son palabras que alguien conoce muy bien. Y esa es Annielies.