*NARRACIÓN DE LA AUTORA*
Era alrededor de 1945, una joven de ojos violetas jugaba con las muñecas nuevas que su padre le había obsequiado, la joven de apenas 13 años que respondía al nombre de Judith, estaba sentada en la orilla de su cama cuando sus ojos amenazaron abandonar sus cuencas y su corazón parar en seco.—¿Quién es usted?—gritó, mientras lanzaba las almohadas al invasor.
—Soy tú, cariño.—contestó, intentando acercarse a ella.
—¡No, yo soy Judith Colesther! ¡Una joven importante y futura alcaldesa!—confesó la joven, mientras retrocedía hasta pegarse totalmente a la pared.
—Yo también soy un Colesther. Bueno, algo parecido, no temas.
—No...—negó con la cabeza rápidamente—usted no puede ser un Colesther, yo los conozco a todos.
—A todos los de está época, cariño—rió el hombre, acercándose a la cama lentamente.
—¿Qué quiere usted de mí?—preguntó Judith, tomando valentía y dando la cara a su invasor.
"Sin dudas, todas las mujeres Colesther, tienen el mismo carácter", pensó, para proseguir a hablar con su tono más dulce.
—Quiero que cuides a alguien. A una Colesther—informó aquel hombre, tomando las manos de Judith entre las suyas para aferrarse a ellas demostrando inminente desesperación.
Judith arqueó su castaña ceja y correspondió al agarre del hombre, sus violetas ojos estaban fijos en la boca del hombre y procesaba la información.
—¿Una Colesther? ¿Quién es? ¿Ahora mismo?—preguntó la joven sin parar.
—Entonces, ¿aceptas?—preguntó.
—No respondiste mis preguntas.
—Tus ojos me dicen que aceptas, señorita.
Asintió con la cabeza y prosiguió a pedir detalles sobre la joven Colesther que cuidaría.
—Imposible...—balbuceo Judith llevando su mano a su boca intentando ocultar su sorpresa.
—¿Todo acordado?—preguntó el misterioso invasor.
—Todo—contestó Judith para aferrarse a aquel objeto que le habían entregado.
Un brazalete de elefante.
~★~
Annie.
Axel y yo nos habíamos vuelto inseparables desde la última vez que fuimos al ático de la mansión. Cada vez asistíamos con más regularidad y muy a pesar de que no recordará en su mayoría quién o qué era, solía estar siempre dispuesto a ayudar y a cuidarme.
—¿Qué tanto piensas, Annie?—preguntó mi madre, colocando una taza de chocolate caliente frente a mí.
—Nada en especial, madre—contesté, tomando un sorbo de la humeante taza—gracias.
Ella sonrió en respuesta y se sentó frente a mí, tomando mis manos entre las suyas mientras las acariciaba suavemente.
—En dos semanas tendremos la fiesta de disfraces en la mansión principal, todo debe estar preparado—me recordó.
Asentí ante la información y comenzamos a tener una lluvia de ideas, la cual fue interrumpida por el sonido que emitió el celular de mi madre.
¿Qué estará haciendo Axel?, pensé, ruborizándomr a la vez que me golpeaba por hallarme pensando en aquel rubio que hacía felices mis días.
Me despoje de los pensamientos y subí rápidamente a mi habitación para intentar abrir el cofre de la forma que intenté los últimos días: violencia. Tomé una pequeña escalera para tomar entre mis manos el cofre que estaba sobre la repisa metálica de mi habitación, un pequeño sonido me despertó de mi labor y giré mi mirada.
—Lo había olvidado—hablé para mí misma, lo cual ya era un hábito y tomé el anillo de querubí entre mis manos.
¿No te da melancolía? Es el anillo de tu amado, Annie Blacwer, habló la voz de Annielies la cual no tardé varios segundos en identificar.
—¿Dónde estás?—pregunté, mirando a todas las direcciones.
Adivínalo, nos tendremos que ver pronto, Lady Colesther, bufó, para luego no emitir comentario alguno.
Giré mi mirada hacia el cofre y luego hacia el anillo.
¿Mi amado?
¿Albert?
¿Axel?
¿Quién de los dos era mi amado?
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Time eyes.
ParanormalLa vida en un abrir y cerrar de ojos puede cambiar tal y como la conoces. Puede mostrarte que lo que crees como tu realidad, no siempre es la cierta. Que familia, poder y secretos son palabras que alguien conoce muy bien. Y esa es Annielies.