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Kiran miró los platos vacíos, revisó los huesos de conejo que quedaban en ellos y concluyó que eran muy frágiles. De todas formas tomó uno y comenzó a restregarlo con fuerza contra el suelo. Quizá podría sacarle punta, para convertirlo en una ganzúa improvisada, solo debía jugar bien con sus tiempos y suerte. ¿Pero qué hacer una vez estuviera libre? ¿Correr por el mundo de los muertos, rodeado por el ejército de Hel? Se detuvo. No traía consigo a Breidablik, no podía llamar ayuda de otros mundos ni abrir portales. Debía existir un punto en el inframundo que se conectara con la tierra de los vivos ¿Pero dónde? ¿Cómo llegar a él? Quizá lo mejor sería esperar que los demás lo rescataran... pero como odiaba ser el indefenso muchacho en apuros. Ya habían planeado ir al reino de los muertos y comenzado la investigación para hacerlo, pero no toleraba la idea de hacer nada mientras todos se ponían en riesgo.

Hasta ahora no sabía cómo proceder ante su captura. No entendía para qué lo tenían ahí, ni porqué seguía vivo, ni mucho menos qué pretendía Lif. De algo estaba seguro, Hel no lo dejaría vivir sin una razón. Querían algo de él y no podía ser solo juegos de ajedrez. Retomó la tarea de afilar el hueso y lo guardó en su túnica cuando calculó que había pasado alrededor de una hora. Su guardia regresaría en cualquier momento. Su captor, su única comunicación con algo fuera de esa celda y seguía sin comprenderlo del todo. Algo en él resultaba extrañamente amigable, como si pese a tenerlo secuestrado buscara congraciarse con él. Sin embargo era hostil, tanto como el primer día que lo vio.

- Veo que comiste – Lif dejó otro cuenco en el suelo y revisó los platos y el vaso de agua. También se fijó en el corazón de la manzana y contó las semillas.

- No guardé ninguna – Aclaró Kiran, a sabiendas de lo que podría estar pensando Lif – no soy estúpido, si muero vendré a parar aquí – y de todas formas juntar suficientes semillas para envenenarse tomaría una eternidad. El general dejó los platos vacíos a un lado y se sentó frente a Kiran nuevamente ¿Acaso no tendría nada mejor que hacer?

- Tus amigos fueron informados de que sigues con vida – le dijo, no era como si necesitara hacerlo pero quería hacer conversación.

- ¿Para eso me quieres aquí? ¿Para atraer a...? – Lif se giró y le acercó el otro cuenco a Kiran. – para que te asees. – un cepillo dental de madera, crema... ¿Cómo conseguía esas cosas? Askr tenía muchas cosas básicas y similares a las de su mundo ¿Habría saqueado algún mercado cercano?

- ¿A quién asesinaste para obtener esto?

- No te incumbe. Límpiate bien, no podrás tener esto contigo – no le daría la opción de fabricar un puñal con el cepillo.

Kiran obedeció porque de todas formas odiaba estar sucio, y dadas las circunstancias no podía poner mucha resistencia. El general no le quitaba la vista de encima y aunque inicialmente pensó que era para revisar que no intentara nada extraño, comenzó a incomodarse. Algo depredador se despertaba en la mirada del no muerto mientras Kiran metía y sacaba el cepillo de su boca, una y otra vez, más rápido, más profundo, con la espuma blanca escurriendo a un lado de su boca hasta caer al suelo. Lif definitivamente tenía mucho interés en el vaivén de la mano que guiaba el cepillo, en...

... ¿Podía ser, acaso que....?

...no, imposible. Lif estaba muerto. ¿Muerto? ¿Qué tan muerto, si caminaba y hablaba como cualquier otro? ¿Qué podía sentir, pensar o aspirar algo como él, que no vivía ni alcanzaba el descanso eterno? ¿Podía encontrar algo interesante o nostálgico en aquella acción mundana? ¿Algo lujurioso acaso?

Kiran escupió la espuma y enjuagó su boca

- Terminé

- Sí... déjalo ahí – Según las instrucciones dejó el cepillo en el vaso de agua de la comida anterior. – Quédate quieto – El general le sujetó el rostro con una mano y con una parte de su capa limpió el agua que quedaba en su rostro.

Su boca tenía una forma hermosa y provocativa. Carnosa pero no voluptuosa en extremo, sin ser necesariamente femenina o en exceso masculina, curvada en un gesto de seriedad y desconcierto. Una boca perfecta y mojada que recibía el toque de la capa de piel, capa que se deslizaba por los labios, la mandíbula, el cuello y las clavículas. Su cuello tan largo y delgado, sus clavículas prominentes, su piel tan delicada como para marcarla con el más leve gesto.

- Gracias por la comida, la oportunidad de asearme y por secarme – Kiran lo sacó de su tren de pensamientos – sé que no es tu obligación hacerlo y en verdad agradezco tu amabilidad

- ... - Lif se apartó, no tenía idea de qué decir. No esperaba esa respuesta

- No me malinterpretes, aún eres mi captor y enemigo... pero has sido gentil. Jugaré ajedrez contigo la próxima vez como agradecimiento. Lo prometo

La emoción le nubló el juicio lo suficiente como para no sospechar que Kiran había encajado una parte del rompecabezas. La obligación de Lif era mantenerlo cautivo y vivo, no cómodo, ni limpio, mucho menos entretenido. Algo lo motivaba. En su situación de desventaja, su mejor oportunidad de conseguir información estaba de rodillas frente a él, observándolo con asombro y lo que esperaba fuera entusiasmo por tener contacto con algo vivo. Algo que le gustaba.

Love Is (Not) Dead | Fire Emblem HeroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora