VIII

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- No me rendí en aquel entonces, pero si pudiera volver el tiempo atrás lo haría sin pensarlo. – Confesó Lif, aún con manos temblorosas – La muerte es cruel cuando te resistes, pero benevolente cuando la aceptas

- ¿Te ha mostrado ella compasión alguna vez? – Kiran no sabía si debía acercarse a Lif en ese momento. No quería presionarlo, pero necesitaba sacarle toda la información que pudiera lo antes posible.

- Una.... – y pensó en la posibilidad de regresar la vida a su mundo. – creo que fue compasión. Si no lo fue, no entiendo las razones tras sus actos

El problema de hablar con Kiran era que siempre daba en el clavo. ¿Podía alguien culparlo por aferrarse a la esperanza, por mínima que fuera, de recuperar lo perdido? Creía en Hel porque no tenía más opciones, se le agotaron al momento de morir y ya no tenía fuerzas para luchar contra lo inevitable. Ella era inevitable. Sin embargo aquella pequeña voz mortal que todavía resonaba en el fondo de su mente constantemente le preguntaba sobre el porqué de toda su situación actual. La soberana de los muertos no parecía sacar beneficio alguno restaurando la vida de su mundo, salvo quizá tenerlos a él y a Thrasir en estado de sumisión absoluta. Cuando esos pensamientos invadían su cabeza llegaban dudas sobre la capacidad de Hel para regresar vida o el objetivo de su campaña a lo largo de los reinos

- ¿Puedo preguntar qué....?

- Me ofreció una segunda oportunidad. – Bajó la cabeza, su segunda oportunidad parecía más una penitencia

- ¿Una oportunidad para...?

- Redención – dijo sin entrar en detalles. – cometí el error de enfrentarla y lo perdí todo. De haberme rendido quizá...

Quizá ahora no estaría forzado a ver morir a su familia de nuevo. Tal vez Hel no lo habría reclamado como sirviente, sino que le hubiera permitido seguir su camino al descanso final como fue el caso de su madre, su padre y hermana. El Gustav de este mundo la había desafiado y ahora lo usaba como uno de sus sirvientes, era obvio que la soberana de los muertos disfrutaba hacer sufrir a sus enemigos pero le eran indiferentes las almas de quienes la reconocían como la fuerza imparable que era. De haberse rendido en aquel entonces estaría donde fuera que se encontraran las almas de su familia; seguramente habría encontrado la manera de enviar a Kiran a otro reino para darle tiempo de encontrar el camino de regreso a su mundo.

Hel lo castigó forzándolo en un trabajo para el que no servía. Si bien ahora su corazón era algo más duro y se sentía determinado a extinguir la vida de cuantos mundos fueran necesarios para reparar el daño en el suyo, debía reconocer que tener que enfrentar a estas versiones alternativas de su realidad comenzaba a afectarle. Se necesita de cierto instinto suicida para intentar asesinar a tu yo de otra dimensión, y con el tiempo Lif había desarrollado ese impulso de querer acabar consigo mismo. De hecho, este Alfonse le facilitaba mucho su labor gracias a su idiota temeridad disfrazada de heroísmo. Despreciaba a esta versión suya, lo odiaba con más intensidad de la que se odiaba a sí mismo si es que eso era posible.

Recién había combatido al grupo de nuevo. De nuevo les dio la advertencia de retirarse en vez de ingresar al mundo de los muertos. De nuevo fue ignorado y derrotado. Sabía que todos ellos debían morir y en realidad no le importaba, pero deseaba no ser él quien le arrebatara la vida a Sharena. Era ella, en realidad, la única de ese grupo contra quien no podía levantar la mano, y ese titubeo le costaba la victoria cada vez. Siempre se repetía que debía hacerlo, pero fallaba tal como falló en pedir a Hel el alma de Kiran apenas lo raptó. Intentaba una y otra vez que Thrasir los exterminara, pero la mujer se había mostrado tan incapaz como él por razones distintas.

Love Is (Not) Dead | Fire Emblem HeroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora