➴oi. «fantasía»

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oi.
«fantasía»

Su cuerpo tiembla a la vez que sus piernas se entumecen aun cuando no se encuentre de pie. El corazón de YoonGi late tan rápido como un torrente feroz que incómoda demasiado al alfa.

—Disculpe —sintiendo cómo el sentimiento incrédulo corre por su pecho, YoonGi suplica, con voz agónica e incrédula, con un jadeo ahogándose dentro de su garganta—. ¿Puede repetirme usted lo que quiere que yo haga allá adentro con...?

—¿De verdad cree que es así? Quisiera, tal sirviente inmundo, que yo desee tal cosa —murmura el rey en respuesta, con un fuerte gruñido disconforme presentándose en un sonido gastado—. No es algo que yo acepte. Ni en mis peores pesadillas me atrevería a ser quien pida, por voluntad, este acto que ahora mismo me resulta tan repulsivo; mucho menos con alguien de su linaje. Si fuese, por lo menos, alguien de sangre azul como lo es mi dulce cachorro, me vería aceptándolo con menos dificultad. ¿Pero así...? Me embarga la impotencia al no tener la oportunidad de negarme, Min. No sabe cuánto. —Las intenciones de insultarlo siguen plasmadas, con propósitos de ahuyentarle antes de culminar lo que él aún no procesa es un deseo febril del joven heredero al trono.

Él debe de aceptarlo con calma, porque no vale la pena una discusión sin sentido con alguien cuya familia ha sido caracterizada por ese tipo de pensamientos ya casi imposibles de ser cambiados. Sin embargo, le golpea la realidad y el sentimiento de rabia que inunda a su propio alfa cuando la humillación se manifiesta frente a sus ojos con todo el lujo chocando en sus fanales, con las ropas costosas modelando un cuerpo trabajado a base de trabajo y fuerza, y con las miradas de desprecio que los mismos guardias le dirigen debido a sus ropas gastadas, sucias.

Cerrando los ojos con rapidez, YoonGi siente cómo sus párpados le barren los pómulos; un bermellón poco llamativo que oculta con su rostro bajo y una expresión de total desconcierto. Su lobo gruñe lleno de desprecio, pero aceptación al mismo tiempo hacia ese hombre de sonrisa mordaz que lo mira con el orgullo podrido más que reflejado.

Entendiendo que de esa forma fue criado, solo puede aceptarlo sin atreverse a debatir tales palabras tan crudas para un pensamiento tan arcaico; transmitido a lo largo de todas las familias reales y, de los cuales, muy pocos han cedido al deseo de rechazarlo. El rey Park no es uno de ellos lamentablemente, lo cual es algo de esperarse dado a las reputaciones dadas por su forma de llevar el mando en su trono.

No es mala, pero tampoco la mejor, y la mayoría en el país lo acepta de buenas a primeras.

—Sino está de acuerdo con esto —no sabiendo si tal imprudencia llegue a ofenderlo, él responde finalmente. Su mente aún traza hilos inconexos y no sabe ni cómo acomodarse sobre ese lujoso sillón sin sentir como si otros fuesen a juzgarlo por el simple hecho de atreverse a mirar al rey a los ojos, por atreverse siquiera a imaginarse las suaves curvas del bello omega que siempre llena sus pensamientos en imágenes decentes y melosas; besos cariñosos y susurros asfixiados dentro de palabras apresuradas ante lo imposible de sus fantasías—, ¿por qué mandó a llamarme? —Y ahora se encuentra ahí, con su mente deseosa por probar la miel perlada que, en cualquier momento, y puede trazar la piel del príncipe; con su alfa aullando en ruegos nerviosos por lo irreal de la situación y la muy posible trampa implantada por alguna mente aburrida que quiere jugar.

—Mi cachorro —dice, de inmediato. No lo piensa cuando da un paso y niega con el asco mantenido en sus ojos grises. Es una mirada dura e intimidante y YoonGi solo puede sentirse avergonzado mientras baja la cabeza en actitud doblegada—. No deja de repetir lo mucho que odia la idea de pasarla solo en su primer celo y lo mucho que me odiaría a mí si hago que la pase junto a un alfa, porque sabe de mis "gustos para alguien digno". Sabe que escogería a alguien que, cumpliendo mis expectativas, a él llegará a desagradarle. ¡Es estúpido! —Él encoge sus hombros, como frustrado de la situación. Se guarda una opinión por la forma en que su lengua es víctima de un par de colmillos filosos—. Y más estúpido soy yo por permitirlo, porque está dispuesto a hacer esta tontería que incluso mi esposo aborrece. ¿Por qué de todos los candidatos para tan sublime joya lo desea a usted?

[HIATUS] Dulce ambrosía » Y.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora