• Serás mía •

🔹️🔹️Capítulo 15🔹️🔹️

"Por mucho que me gustaría, tenemos que ir a ver a Rose antes de hacer algo", dijo Robin mientras miraba el pequeño puchero de Regina. "Regina, no quiero que te asustes cuando empiece a tocarte. No quiero a nadie en nuestra cama, sino a nosotros".

Regina tuvo que admitir que le gustaba cómo él tomaba el control, pero nunca la exigía. Él nunca la presionó para que hiciera algo que ella no quería, ella también tuvo que admitir que incluso en su primer beso, no le había importado ahora que había tenido tiempo de estar cerca de Robin.

"Odio cuando tienes razón", dijo Regina.

"Sé que lo haces, pero Rose debería estar aquí pronto. Ahora vamos a ponerte cómoda y luego esperarla", dijo Robin mientras la conducía a la habitación. Regina tenía su bolso y fue al baño, corrió un poco de agua fría en una taza y abrió el bolso que contenía sus píldoras anticonceptivas. Ella leyó las instrucciones, necesitaba tomar la píldora a partir de hoy, ya que acababa de ver a su médico.

Sacó una píldora y la sostuvo en su mano, se miró en el espejo mientras su mente comenzaba a correr en dos direcciones muy diferentes. Una era la idea de que pronto haría el amor con Robin, con Robin. Estaba bien, ansiosa por la experiencia, pero sabía que él la haría disfrutarla inmensamente. La otra dirección en la que se dirigía su mente era que si comenzaba a tomar la píldora, evitaría concebir a su bebé, su hijo.

Robin se paró en la puerta del baño, con los brazos cruzados. También podía escuchar sus pensamientos internos mientras ella estaba parada allí. Habían hablado brevemente sobre su futuro, sus hijos. Esperaba con ansias el día en que ella le dijera que estaba embarazada de su hijo. Sabía que no necesitaban quedar embarazadas en este momento, su relación era demasiado fresca. Si bien él quería un bebé con ella más que nada, ahora no era el momento para que ella concibiera a su hijo. Realmente quería esperar hasta que se casaran un día, y se casarían si Robin supiera algo. Quería traer a su hijo a un matrimonio, una familia. Uno que sus padres tenían, habían sido novios de la infancia y se habían casado a los veinte años y habían estado juntos desde entonces. Brady y Kathleen Locksley no solo eran sus padres, pero también ejemplos de lo que se trataba una familia. También habían estado en su caso durante años, como su único hijo, para establecerse y darles nietos.

"No nos estamos haciendo más jóvenes, Robin", le encantaba decirle a su madre, mientras que su padre tenía un enfoque más directo. "Encuentra una chica, cásate y ten muchos bebés".

No le importaba si tenían un hijo o diez, siempre y cuando fuera su hijo, eso sería todo lo que importara algún día. Podía imaginarse a Regina con un bebé en sus brazos, sosteniéndolo, cantando para calmarlo por la noche. Podía imaginar su futuro juntos y parecía perfecto. Solo tenía que esperar su tiempo y dejar que sus sentimientos por él la abrumaran hasta el punto de que no podía contenerse y admitir que lo amaba. Pero hasta entonces, él sería paciente con ella. Además, la razón, todavía no habían hecho el amor.

"¿Teniendo segundos pensamientos?" Robin preguntó mientras entraba en la habitación lentamente. La vio saltar ligeramente.

Ella se encogió de hombros, "Es una gran decisión".

Robin asintió con la cabeza mientras caminaba detrás de ella, rodeándole la cintura con los brazos y cerrando las manos sobre su estómago. Regina se recostó en él, cuando se miró en el espejo y vio que él la miraba en el espejo.

Él besó el costado de su cuello ligeramente, mientras comenzaba a hablar con ella. "Regina, esta es tu decisión. Sin embargo, solo te diré mi preferencia, aunque me encantaría poder verte cargando a nuestro hijo lo antes posible", se sonrojó Regina ante sus palabras. ¡Mierda! ¡La amaba tanto! "También me gustaría casarme contigo antes de que eso suceda, llamarme anticuado o llamarlo criar como el único hijo de Kathleen Locksley".