❝Capítulo 6: Echar Anclas❞

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Echar anclas.

 1. f. Instrumento de hierro formado por una barra de la que salen unos ganchos, que, unido a una cadena, se lanza al fondo del agua para sujetar la embarcación.

Por azares del destino Tamara había caído enferma, nada grave había comentado el doctor a bordo, solo un resfriado y unos mareos que quizás hayan provocado el movimiento del barco y el frío de las noches, afirmó que sentiría mejor con reposos  por...

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Por azares del destino Tamara había caído enferma, nada grave había comentado el doctor a bordo, solo un resfriado y unos mareos que quizás hayan provocado el movimiento del barco y el frío de las noches, afirmó que sentiría mejor con reposos  por lo que Mark decidió darla de baja unos días y encargarle a Lee que le echara el ojo de cuando en vez.

No quería acercarse mucho a su camarote, por miedo a que Tamara se creara más ilusiones en su cabeza. Reconocía que era su culpa, nunca debió comprarle ese costoso vestido y llevarla a su camarote, era normal que pensara que la quería como esposa, novia, o lo que sea. La verdad es que culpar al alcohol era inútil, a él nadie lo mandaba a tomar decisiones después de cinco tragos de ron barato, debió quedarse con Jackson y Youngjae, aguantando sus romances aunque le causara tanta envidia.

Él quería algo así con alguien...

Cerró sus ojos, imaginando un mundo utópico donde las personas no se escandalizaban por la homosexualidad y era libre, sobre todo feliz, con un hombre de hombros anchos, mandíbula marcada... Joder, allí estaba de nuevo, pensando en aquel capitán y su aroma varonil.

No lo había visto desde la tarde del día anterior, cuando estaba peleando con un chico gigante en la cubierta mientras él se dirigía al bar a ahogar sus penas, aunque al final no lo hizo. Se quedó en la biblioteca, leyendo por milésima vez el Retrato de Dorian Grey por Oscar Wilde para calmar las ansias, sin saber que el capitán estaba usando sus horas libres para encontrarlo, charlar con él y disfrutar su olor a tabaco y menta una vez más, sin saber que regresó rendido a su habitación a descansar el poco tiempo que le quedaba, en sus sabanas que aún conservaban el delicioso aroma de Mark.

Hoy estaba refugiado de nuevo en la biblioteca, esta vez con el libro de un escritor español que nunca antes había leído, el texto estaba en español, por lo que le costaba llevar el hilo de la historia, su conocimiento era básico, pero era ello o leer de nuevo algún libro clásico inglés, o alguna recopilación de fábulas asiáticas que Mark conocía a la perfección. Si algo disfrutaba más que viajar, era enterrar su nariz en las páginas de un libro y perderse, era otra manera de descubrir otros mundos. Mundos donde no existían padres molestos, asistentes pedantes, empleadas enamoradas pensando que tenía el pene muerto, mejores amigos teniendo la vida que tú no atreves a tener y donde no hay capitanes sensuales en uniforme intentando colarse en su corazón, aunque siendo sincero lo último no le molestaba, lo anhelaba. Mark se rindió de intentar descifrar el libro, y lo regresó a su sitio antes de salir de la biblioteca y dirigirse a la cubierta.

La noche estaba por caer, el viento traía una corriente de frío frío y al parecer, al único pasajero que le parecía buena idea estar afuera del caliente del barco fumándose un cubano era Mark.

Altamar ; markbeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora