27. Aceptación

10.2K 666 53
                                    


Disfruten el capítulo.

_______________________

No siempre Renata ha odiado la navidad. Después de todo, la época era motivo de celebración para pasar una encantadora velada en compañía de los seres queridos.

Pero los motivos que la arrastraron a mantenerse como ermitaña en un solitario lugar como lo es la playa en esa época, fue sentirse abandonada.

Desde el fallecimiento de su abuela, su familia prefirió ya nunca celebrar. Estuvo arrastrada a mantenerse al margen de las peticiones de sus padres. Y luego, cuando creció, el revuelo que causó conocer sus preferencias sexuales fue aún más difícil y angustiante al descubrir lo que pretendían ellos hacer para “curarla”.

Si, ya era libre pero ¿hasta donde podía soportar esa libertad? Si tan sólo hubiera sido la hija modelo que tanto querían sus padres, tal vez no se encontraría sentada ahí, sola a un costado de la playa.

Pero era inútil estar pensando lo mismo, una y otra vez. Mejor valía seguir adelante, a pesar de todo. Estaba bien y podía ser feliz en su camino. ¿Cómo y con quién? Eso tampoco lo sabía y por ahora, evitaría pensar en ello. 

Aunque en su caminó, cierta pelinegra hizo acto de presencia.

—Parece que buscas enfermarte —habló Silvana al llegar a su lado y ver qué únicamente vestía ropa ligera. Pese a que el tiempo era fresco, la brisa del mar alcanzaba a golpear los cuerpos que descansaban cerca.

De inmediato, se quitó el abrigo que usaba y lo colocó sobre su espalda. Aquello causó un sobresalto en la rubia pues estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se dió cuenta en qué momento llegó. 

—¿Silvana? ¿Qué haces aquí?

—Olvidas que tengo una casa aquí.

—Ah. Cierto.

—¿Y tú? ¿Qué haces en medio de la nada?

—Uhm. Yo… —se quedó pensando insegura.

—No tienes porque hacerlo si no quieres —dejó de lado la pregunta en cuestión. Sin importarle ensuciarse, tomó asiento sobre la arena para contemplar la agitada vista del mar.

Renata al notarlo, lo hizo de igual forma. En medio de un pacífico silenció disfrutaron del escenario al frente que les ofrecía la naturaleza.

Comenzó a hablar.

—Suelo venir aquí en estas fechas. No me gusta el ajetreo de la ciudad.

—¿No celebras las fiestas de fin de año?

—No. No tengo motivos para hacerlo. Ni siquiera cuando salí de casa he sentido la necesidad.

Nuevamente guardaron silencio aunque no duró mucho. Con más confianza Renata se acercó al costado de la pelinegra y le comenzó a narrar un poco de su vida antes de llegar a la ciudad.

—¿Tú nunca tuviste problema por tus gustos?

—No. Mi padre tenía cosas más importantes en que pensar antes de cerciorarse de que su hija la iba a dejar sin herederos.

La Amante Perfecta ✔️ [Libro 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora