30. Naturaleza real

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Disfruten el capítulo.

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—¿Así que fuiste a la casa de la playa con Renata, hermanita? 

—Te dije que me la encontré ahí.

La verdad, fue que Mario no creía su excusa pero para no seguir alegando le dió la razón.

—Gracias, Sil —La abrazó sobre sus hombros cuando estaba sentada tomando el desayuno.

—¿Por qué me das las gracias?

—Por todo lo que haces por mí. Últimamente no nos vemos tanto, pero que ayer fueras a verme con tu novia, fue la mejor sorpresa que pudiste darme.

—Supongo que fue bueno.

—Lo fue. Mucho. Y ya que estamos en esto de las salidas. Te aviso que la fiesta este año se hará en casa de un amigo, así que ni se te ocurra poner excusas para evitar ir conmigo como el año pasado.

—No iré.

—¿Qué? Ni creas que te quedarás en casa el último día del año. No, te prohíbo quedarte y… 

—Me refiero a que no puedo. Voy a salir con Renata a una… fiesta —suspiró resignada. Justo la tarde anterior, Ana, la amiga de Renata les había hablado extendiendo la invitación oficial a la fiesta que su familia organizaba—. Espero que lo comprendas.

—¡Por supuesto! ¡Claro que lo comprendo! Y me da gusto los avances que tienes con ella. En serio, nunca pensé verte una vez más así por alguien.

—¿Así cómo? —cuestionó confusa ante la sonrisa dibujada en el rostro de su hermano.

—Así como te trae ella. Si vieras como sonríes cuando te le quedas viendo.

—No digas locuras.

—¡Ay, hermanita! ¿Hasta cuándo aceptarás lo que realmente sientes por ella? —tomó el vaso con jugo de naranja de su hermana antes de retirarse—. Me voy a la habitación. Estoy un poco cansado.

—De acuerdo. Espera ¿Qué tienes en la camisa? ¿Es sangre?

—Ah, esto. No es nada. Quizá estuve mucho tiempo bajo el sol, no me di cuenta cuando me sangró la nariz

Silvana se preocupó. Le propuso llevarlo al médico para atenderlo pero Mario se negó argumentando que sólo necesitaba descansar. La pelinegra aceptó con la condición de que si agravaba, debían asistir de inmediato.

Más tarde, la pelinegra salió al jardín a trabajar en los pendientes. Si era franca, no tenía ánimos de estar en la empresa y encontrarse con su prima.

Desde su llegada, comenzó a representar una piedra en el zapato y aunque tuviera el deseo de quitarle, su posición dentro de industrias Kofmant le negaba cualquier posibilidad de seguir avanzando en sus planes futuros.

Necesitaba con urgencia hacer de Renata, su esposa.

Cómo quién no quiere la cosa, buscó entre sus contactos el número de la rubia. Creyó que sería prudente hablarle, pero no contó con que la otra lo hiciera primero. Solo que al escuchar su voz notó que algo malo sucedía.

La Amante Perfecta ✔️ [Libro 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora