1. Último año

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Nueva historia.

Disfruten el primer capítulo.

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Sólo faltaban dos minutos para que el partido finalizara. Ambos equipos seguían en ceros, y lo más probable es que el marcador quedaría igual.

Pero no todo estaba perdido, el corto tiempo sería aprovechado por alguno de los dos bandos.

—Busca tu mejor ángulo y apóyate de Jessica —Ordenó la joven que lideraba uno de los equipos cuando se reunieron para organizarse.

Ella, medianamente alta, piel clara —aunque rojiza en el momento, por el caluroso sol de mediodía—, de cabellera rubia, sujetada en una coleta alta que dejaba expuesto su rostro de angel. Vestía el mismo uniforme que sus compañeras aunque de diferente color, dado la posición en la que se desenvuelve. Todas giraron a verla para prestar atención. Su oportunidad se presentó a través de un tiro por falta. La joven, analizó los pros y contras de su decisión, pero confiaba en que su equipo lo conseguiría.

—¿Quedó claro chicas? —mencionó al concluir la explicación de su táctica de juego.

—¡Sí, capitana!

—¡A ganar! —animó a todas antes de volver a sus posiciones.

El árbitro pitó el inicio. La delantera tomó impulso y en un limpio saque, lanzó el esférico muy cerca de la portería. De inmediato, las jugadoras que estaban en el área corrieron, pero fue demasiado tarde. El balón lo controlaban ellas y con la maestría que las caracterizaba consiguieron el tan ansiado punto tal como lo prometió su capitana, Renata Sears.

—¡Gooool! —Gritaron efusivamente en las gradas. El tiempo concluyó. La preparatoria de Occidente había ganado. 

—Muy bien equipo. ¡Volvimos a ganar! —Salieron del campo aún con la emoción a flote. A pesar de encontrarse cansadas y sedientas, celebraban animadas por una victoria más. 

—Así es capitana, por cierto ese último tiro que salvó. ¡Qué buena parada! En el buen sentido, claro.

—Ja, ja, ja. Gracias. Aunque pude lograrlo por la gran defensa que tenemos.

—Oigan —se acercó otra de las compañeras—, dejen de hablar y ¡vamos a celebrar!

—¡Sí! —gritaron al unísono.

La capitana ordenó que se fueran a los vestidores a cambiarse. Tenían pensado salir a divertirse, y ella apoyaba la idea de las demás. 

Antes de irse, se quedó por un momento observando el campo. Para ese tiempo, estaba casi vacío. Agitó la mano, despidiéndose a lo lejos de la capitana del otro equipo y algunas otras jugadoras que conocía.

—Sí —susurró nostálgica—, una victoria más.

Podía acostumbrarse a esto y no se cansaría. Después de todo, los sacrificios que hizo para llegar hasta ese punto en su vida habían valido la pena.

Ahora todo era maravilloso. Gracias a la disciplina y el trabajo incansable que se impuso, consiguió un lugar en la preparatoria que hoy la cobijaba y por supuesto, un lugar en el equipo de fútbol.

Todos en la preparatoria la conocían y admiraban. Para muchos representaba la digna personificación de perfección: su belleza angelical, su inteligencia y su entrega.

Si, era la mujer perfecta y eso nadie se lo podía quitar. Aunque para sí misma, sólo representará una máscara. En el fondo —como todos— tenía miedos. Renata, quién a pesar de tener personas a su lado, parecía no ser suficiente. Se sentía… extrañamente sola. Nadie conocía su faceta amarga que constantemente la atormentaba.

La Amante Perfecta ✔️ [Libro 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora