Dime el motivo

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XXXI

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XXXI. Dime el motivo

[1975. Rapka, Belgurk]

—¿Qué fue lo qué ocurrió?

Tsunade toca el cristal que la separa de Sakura con la palma de su mano. Se queda ensimismada en esa imagen que se está reproduciendo. Junto a ella, Ino Yamanaka suelta un ligero suspiro.

—De alguna manera, logró salir. La encontré en el pasillo.

—No se ha recuperado de sus heridas físicas. El haber estado tanto tiempo en ese contenedor afectó su salud. Eso es algo que no podemos ignorar. No debería haber despertado.

—Sedarla no hará que los recuerdos se borren—dice Ino, más para sí misma que para Tsunade.

La mujer solo frunce su ceño y encara a Ino, con un deje de suma molestia.

—El que esté en ese estado es solo una consecuencia de las atrocidades del mundo. Está herida y perdida en este universo. Ella...

—Ja—Ino suelta una risa seca, su rostro se muestra imperturbable—, ¿le está teniendo lástima sólo por su actual estado? ¿piensa que esa chica, que ahorita está postrada en una cama mirando hacia la nada, estará así para siempre?

Tsunade no responde. Solo aprieta sus puños.

—Ella simplemente no está lista para ver el mundo actual. Han pasado cinco años desde que su vida cambió. Estuvo cinco años aislada del mundo, sin ser consciente de lo que ocurría a su alrededor. Es inestable, no lo soportará.

—Dice que no está lista para ver el mundo actual... y entonces, ¿qué se supone que le sucederá? ¿pretende tenerla ahí, por el resto de sus días postrada en una cama con la mirada perdida mientras le suministra cada día más calmantes? ¿eso acaso debería llamarse vida?

—Hubiera preferido que Sakura muriera en ese entonces, antes de convertirse en lo que actualmente es.

Silencio. Solo se escucha el sonido de los sistemas de ventilación y el ruido del venteo.

—¿Y en qué se ha convertido?—Ino la encara directamente a los ojos, con suma molestia—, ¿qué acaso usted y todos los demás no contribuyeron a que ella terminara así? Oh... lo siento, quizá herí viejas heridas—Tsunade alza una de sus cejas, molesta—. O quizá, solo le recordé a usted, Lady Tsunade, que tal vez sus acciones no son muy diferentes a las del Presidente.

La mano de Tsunade suelta una cachetada en la mejilla de Ino. Ella no se inmuta, se mantiene estoica sin reaccionar.

—Atrévete a repetir lo que acabas de decir, insolente.

—Dije que quizá, las acciones de usted no son muy diferentes a las del Presidente.

Otra cachetada.

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