La última hora

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XXIII

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XXIII. La última hora

[1973.BIOMEDICS-R, Belgurk]

[3:14 a.m]

¿Qué significaba la empatía? ¿Qué es lo que realmente era?

Karin dejó de escribir y en consecuencia parte de la tinta quedó impregnada en la hoja de papel, ensuciándola. Las yemas de sus dedos se mancharon, se sintieron pegajosos y sucios.

Resopló.

¿Cuántos años habían pasado desde que no tomaba un papel real? ¿Cuánto desde que no había escrito una carta?

No lo sabía. Podía que en el fondo no hubiese pasado tanto tiempo.

¿A quién le importaba de todos modos?

[3:15 a.m]

El reloj podía decir muchas cosas y a la vez tan pocas.

La hora, los minutos, los segundos...

Karin miró a Sarada. La niña yacía dormida en una cama improvisada, sábanas blancas con olor a medicamento la cubrían, su cabello desordenado cubría su rostro. Las piernas de la niña colgaban de la cama, por más que Karin trataba de ponerlas en su lugar.

Se veía tan bonita.

Karin sintió los recuerdos de Anko resurgir de nuevo.

Quería reír.

Quería gritar.

Quería llorar.

Una esfera metálica estaba al lado de Sarada y ella la sostenía con una de sus manos.

Karin sonrío pero también maldijo.

¿Qué era un core?

¿Qué era un alma?

¿Qué era la vida?

¿Qué era la muerte?

La luz se filtraba por la rejilla de lo que alguna vez fue una ventana. El silencio imperaba. Solo la respiración y los propios latidos de Karin eran audibles. Si sus pensamientos pudieran hablar sin duda alguna esa habitación sería un caos. Era una pelea entre lo que ella quería y lo que Anko deseaba.

Sarada de vez en cuando se removía inquieta, pero siempre terminaba abrazando esa pequeña esfera. La llevaba a su pecho y la acariciaba de vez en cuando.

Karin no podía entenderlo.

Karin no podía entender esa cercanía.

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