Dies irae

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VIII

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VIII. Dies irae

[1970. Hospital de Centéll]

—Claro que sí, Ryuko. Estarás muy bien no debes tener miedo.

Una sonrisa cálida, una sonrisa que había aprendido a esbozar durante muchos años. Era real, no fingida. En cinco años, las cosas habían cambiado y Sakura había encontrado un motivo para seguir en pie; encontró algo que sustituía su instinto sanguinario por la guerra.

Ese instinto por asesinar y desmembrar; por oler la sangre y ver a sus víctimas morir.

—Muchas gracias, doctora Sakura—la pareja a su lado le sonreía y de paso animaban a su pequeña hija.

A veces, Sakura tenía la sensación de estar regresando en el tiempo. Cada que tomaba una jeringa se recordaba a sí misma inyectándose Epin. Nunca supo que era, nunca indagó. Era difícil deshacerse de sus memorias marchitas, ni siquiera el tiempo podía borrar todo el caos que se formó.

Pero al menos un nuevo día significaba una nueva oportunidad, una nueva lucha.

—No duden en regresar si Ryuko tiene algún malestar—dijo, con amabilidad mientras revolvía con cuidado el suave cabello de la niña.

—Claro doctora.

La pequeña de ojos azules le sonrió y tomó la mano de sus padres. Se alejaron por la puerta dejando a Sakura sola en el consultorio. Fue hasta ese momento que se permitió respirar con tranquilidad. Se desató el chongo que se había hecho en el cabello y masajeó su cuello cabelludo. Casi siempre le tocaba el turno matutino en las guardias. En donde por lo regular casi no había personas que solicitaran atención médica. Estaba haciendo sus últimas prácticas. Realmente había quedado enamorada de la medicina después de que Tsunade le hubiese contado su historia. Pensar que eso había sucedido hacia cinco años provocaba un cierto estremecimiento.

Caos... tiempo, heridas. Dolor.

—Antes ni siquiera contaba el tiempo—se dijo a sí misma, sin embargo Tsunade tocó su hombro, tomándola por desprevenida—... Tsunade.

La mujer le sonrió. Sakura se preguntó cómo es que pudo haber entrado sin que ella se hubiese dado cuenta. Tal vez había gastado demasiado tiempo en sus propias cavilaciones.

Tal vez.

—Los humanos necesitamos contarlo, ¿no lo crees Sakura?

"—El tiempo, es eso que nos mantiene alertas. Es un indicador de qué tanto o qué tan poco hemos vivido. Es abstracto. Va rápido cuando más lo disfrutamos. Se ralentiza cuando estamos aburridos y cansados... Tiempo, ¿quién lo necesita en realidad? Ustedes, los humanos."

—Sí. Supongo que sí—Sakura frotó el dije esmeralda que estaba por debajo de su bata médica y suspiró. Tsunade no notó aquella acción. Habían pasado ya seis años desde que no veía a su General—. El tiempo nos marca que tanto hemos vivido...

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