La última promesa

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XXV

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XXV. La última promesa

[1973.Aime, Belgurk]

La nieve cubría el piso, al igual que los tejados de ese pueblo. Desde la ventana, Sasuke se asomaba de vez en cuando, sosteniendo una vela que poco a poco comenzaba a desgastarse, la cera se hacía líquida y se corría, dándole un aspecto interesante a aquel artefacto.

Ese pueblo era de los pocos que no contaba con energía eléctrica, Aime, ubicado en las cercanías de la costa del suroeste de Belgurk. Un pueblo en donde los habitantes seguían viviendo como en el pasado, de cierta forma, hasta rudimentaria. Pero el estar en Aime no se debía a una casualidad, sino a algo planeado de forma estratégica por Neji Hyuga quién sugirió que era mejor evitar las ciudades más desarrolladas y en cambio llegar hasta la capital de Cantiverrí rodeando las urbes más pobladas.

Y sí, hubo cambio de planes. No regresarían a LeBrou como originalmente estaba dictado el plan, sino que regresarían a BIOMEDICS-R a tratar asuntos de seriedad y reorganizarse, asimismo, era de vital importancia que investigaran la piedra que Vanquish había encontrado en el pueblo de Tiév, días atrás.

Sasuke suspiró y dejó de ver a través de la sucia ventana. Colocó la vela encima de la mesa de madera, apolillada y sucia, y se sentó en el piso ante la atenta mirada de Vanquish quién había estado muy callada desde hacía ya varios días.

—¿Qué ocurre?—preguntó, directo.

Ella por su parte vaciló y su mirada viajó desde la vela —que seguía iluminando esa pequeña e insípida habitación en la que se estaban hospedando— hasta la silueta de Sasuke quién recargaba su espalda sobre la pared y de vez en cuando miraba sus manos de forma desinteresada.

—He tenido visiones raras—soltó Vanquish, sin saber cómo debería explicarse. Sasuke levantó su mirada y se encontraron, de forma cómplice, viéndose mutuamente—. No sé describirlo, en realidad.

—¿Visiones?—Sasuke dejó su mano sintética a un lado y se centró en mirar las facciones de Vanquish—, ¿a qué te refieres?

Ella no podía expresar mucho con la cara, después de todo su fisionomía no era humana. Pero Sasuke ya conocía algunos movimientos de Vanquish que delataban su posible estado anímico, tal era el caso de estar en completo silencio.

La respuesta no llegó de inmediato, de hecho, en ese transcurso de tiempo la vela se fue deformando, mientras la llama seguía latente.

—Suceden cada vez más a menudo, son visiones incomodas y no puedo detenerlas—explicó, en un tono quedo—. Como sabes, no es necesario que yo duerma. Puedo o no hacerlo, pero no hay ninguna diferencia entre las dos cosas. A diferencia de ustedes—haciendo alusión de forma general a los humanos, cosa que Sasuke entendió— yo no necesito de muchas cosas. Sin embargo... cuando todos están dormidos y el silencio impera sobre cualquier otro sonido, puedo jurar que en mi cabeza se proyectan imágenes y una voz... una voz que realmente desearía no escuchar.

VαnquishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora