05. Evade sentimientos

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Lo último que se pone en el cinturón de vinil negro y grueso, es un comunicador que le cuelga. A Natasha -que está sentada al filo de la cama- le recuerda el Walkie-talkie que solía utilizar cuando estaba de encubierta y por donde Clint solía platicar con ella cuando tenía sus veinte minutos de descanso diarios. Pero no dice nada y James tampoco lo hace.

A James se le ha otorgado su primera misión con otros siete Soldados del Invierno, la verdad es que pareciera no ser relevante porque van a patear algunos traseros intrusos y si las cosas salen bien, quizás traerían nuevos reclutas. Natasha pensaba que eso era terrible. James permanecía nervioso y a ella le pareció emocionado mientras se amarraba las agujetas de las botas.

Cuando hubo terminado, su espalda erguida crujió cuando se estiró. Un sonido mecánico escapó de su brazo, que aún cubierto por la manga del traje, se veía tan falso como todo en la habitación. Natasha seguía sus movimientos con la vista, segura de que nunca lo había visto tan atareado.

Su cabello castaño y corto luce desarreglado pero aun así parece contrastar con todo el traje que está usando. Nat acaba de salir del baño, la bata diminuta cubriendo apenas su cuerpo humectado y relajado, ya no hay tendones tensos en sus hombros y el hematoma de su brazo derecho parece desaparecer a cada segundo que pasa, como si nunca le hubieran dado una paliza en el entrenamiento. Se toca y le duele, es raro, porque ha visto cómo a sus demás compañeras les han dado la rastriza de sus vidas y se levantaron como si eso fuese cosa de todos los días.

James la mira parada ahí, viéndolo sin decir verdaderamente nada. Antes de dar un paso, piensa en si Natasha estará incómoda o en el cómo se lo tomará si decide darle un abrazo y quien sabe, tal vez otra cosa.

Entonces ocurre, James se acerca a ella con intenciones de darle un beso de despedida. Y ella, a sabiendas de lo incorrecto que es eso, solo atina a empujarlo para que se aparte.

- ¿Qué haces?

- Me... Supuse que... - Él observa en el rostro niveo de su esposa lo mal que estuvo atreverse a intentarlo, los ojos verdes lo miran extrañados y solo se siente así, un desconocido -. He visto a un par de custodios hacerlo cuando venía de vuelta.

- No somos iguales a ellos - le reprendió -, te pido que no lo vuelvas a hacer o a intentarlo.

- Estamos en la habitación, no hay nadie viendo.

- Pero las paredes escuchan y tenemos un ventanal frente al nuestro.

James se le quedo viendo, con el seño fruncido y los labios en una línea casi perfecta. Hay picor en la punta de sus dedos y sus pies son incapaces de moverse, Natasha sigue mirándolo de esa manera tan acusadora e insípida que es casi imposible no redimirse ante ella. James no sabe qué hacer o qué decir, siente que debe arreglar éste asunto antes de marcharse y la verdad es que no tiene ni la menor idea de cómo hacerlo.

- ¿Eso es lo que hacen los esposos, Natasha?

- Sí.

- ¿Y entonces?

- Soy una máquina - las palabras resonando en su cabeza -. Las máquinas no hacen eso.

Pero es suficiente, James se da media vuelta dispuesto a retirarse.

Hay cosas que no entiende y Natasha es quién tiene las respuestas a todas sus posibles dudas que probablemente sean obvias y estúpidas, pero se siente tan nuevo en eso, sin recuerdos invadiendo su mente blanca, hay sonidos familiares que no logra identificar y olores que raramente reconoce, pero no hay un anclaje que lo mantenga atado a lo que algún día fue o tuvo, y se encuentra a sí mismo ensimismado en un sentimiento raro que oprime su pecho.

Emotional Machine | BuckyNat AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora