INVASION -© [MARKHYUCK]

09: Regresaré...pt 1

La noche se cernía sobre la estación de policía, opresiva y helada, como si la oscuridad quisiera recordarle al grupo que estaban solos en un mundo nuevo y aterrador. Los sonidos de la calle se mezclaban con el eco de sus pensamientos, llenando el silencio con esa extraña sensación de que algo podía salir mal en cualquier momento. Mark estaba sentado en una esquina, repasando su plan una y otra vez en su mente, tratando de asegurarse de que todos los pasos fueran correctos, aunque el miedo no dejaba de acechar.

Sintió que alguien se sentaba junto a él y al levantar la mirada, se encontró con Jeno. La expresión de gratitud en su rostro tomó a Mark por sorpresa.

—Gracias —dijo Jeno, en voz baja, como si esas palabras le pesaran.

Mark lo miró, desconcertado.

—¿Por qué?

—Por lo que hiciste allá afuera. Hyuck… —Jeno tomó una pausa, mirando de reojo hacia donde estaba su amigo—. Nunca había visto a nadie cuidarlo así. Puede ser obstinado, incluso un poco imprudente, pero confía en ti.

Mark asintió, recordando la determinación en el rostro de Hyuck cuando luchaban juntos, cuando su miedo parecía desaparecer solo para que el resto se sintiera seguro.

—No sé qué haría sin ellos —dijo Mark, lanzando una mirada hacia su madre y su hermano, quienes descansaban en un rincón—. Todo esto no tiene sentido, pero ellos… ellos me dan una razón para seguir.

Jeno asintió lentamente y, con una sinceridad inesperada, puso una mano en el hombro de Mark, en señal de camaradería.

—Pase lo que pase mañana, ustedes tienen más coraje de lo que creen. Puede que las cosas no tengan sentido, pero, si Hyuck y tú han llegado hasta aquí, es por algo.

Ambos se miraron en silencio, y en ese instante, entre la desconfianza y el agotamiento, encontraron una especie de conexión. Tal vez no había respuestas, ni promesas de que el día siguiente sería mejor. Pero al menos, en esa oscura estación, sabían que no estaban solos en aquella pesadilla.

Entonces, el sonido de un aplauso rompió la calma incómoda que se había instalado en el lugar. Los presentes levantaron la vista, viendo al teniente Lee Seung-hyun en el centro de la sala, observándolos con una mirada implacable.

—Es hora de prepararse —dijo, su voz firme resonando en el silencio—. Salimos en cinco minutos para patrullar. Necesitamos más provisiones. Aquí, todos pagamos nuestra estadía.

Tragó en seco. La idea de salir de nuevo, de volver a enfrentarse a ese mundo infestado, le erizaba la piel. Recordó el caos en el supermercado, la estampida que habían desatado las alarmas, y cómo Hyuck había luchado a su lado para escapar con vida. Pero bajo la mirada severa del teniente, Mark sabía que no había espacio para la duda o la indecisión.