Bendito insomnio

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—Tae, déjame que me ponga un pijama.— digo rebuscando en la maleta. —¿Dónde hay uno?

—Hmmm... Aquí.— dijo agarrando un pijama a cuadros marrón.

—Joder, Taehyung. ¿No tienes algo más bonito?— le miro, sigue pegado a mí.

—¿Prefieres esto?— dijo metiendo la mano por mis pantalones y dándome un golpe con el elástico de los boxers que llevo puesto. —Aunque tendrás frío.

—Eres odioso.— dije sacando su mano. —Me pondré cualquier camisa y dormiré sin pantalones, mantén tus manos lejos de mí, odioso.

Hizo como que se enfadaba y se puso un pijama gris que traje, le miraba atentamente mientras se cambiaba, ¿cómo podía ser tan guapo?

—¿Uh?— soltó al verme. —¿Me echas de menos?

Negué con la cabeza después de quitarme la camiseta y señalé la cama, lo hice como si quisiera dormir en ella. Anteriormente me echó de ella.

—Quiero esa cama.— dije poniéndome una camiseta cualquiera y quitándome los pantalones. —Me echaste de ella.

—Quien no juega pierde, ¿piedra, papel o tijeras?— Tae sacó tijeras y yo piedra. —Que pena que no vaya a dejar mi cama tan fácil.

Empecé a reír y le empujé a la cama, me puse a hacerle cosquillas y se sacudía como una lombriz.

—Bicho de tierra, deja mi cama.— dije mientras le seguía haciendo cosquillas.

Tae reía frenéticamente y lloraba de la risa, tenía la respiración agitada y me pedía que parase.

—¡Para! Ay...— se puso rojo al segundo.

—Kim Taehyung, ¿eso ha sido un gemido?— me senté sobre él.

—No, no ha sido nada.

—Entonces bien, jejeje.— volví a hacerle cosquillas hasta que se puso rojo de aguantar la respiración.

—Ay, para que me meo.— paré y me quité de encima suyo. —Gracias.

Fue al baño y yo me tumbé en la cama con el brazo derecho sobre la barriga y el izquierdo sobre la frente. Taehyung volvió del baño con cara de pocos amigos.

—Ya te estás quitando de mí cama.— dijo con voz ronca y no pude evitar mirarle con cara de pervertido. —Dije que te quitaras.— se tumbó sobre mí dejando poca distancia entre nuestras caras.

—Eres tan jodidamente odioso.— dije mirándole. —Pero va a ser que me voy a dormir, me alegra que volvamos a estar juntos Taetae.

Cerré los ojos y Tae se quitó de encima mío, apagó la luz y se tumbó a mí lado rodeando mi cuerpo con sus brazos.

—Buenas noches, Kookie.— dijo posando sus labios sobre mí cuello y dándome besos lentos y húmedo que hacían que me derritiera al tacto.

—Joder, eres tan maravilloso.— dije con la respiración agitada y me giré a él. —¿Cómo puedes hacerme sentir así?

—No es lo que te hago sentir, es lo que nuestro corazón nos hace sentir.— me susurró con voz rasposa. —Estamos hechos él uno para él otro.

Me metió la mano por debajo de la camiseta y me acarició el vientre, pude apreciar como se mordía el labio y se lo acaricié con el pulgar. Es tan guapo y con mi ropa está tan sexy.

—Dios, ¿cómo puedes verte tan bien en mi ropa?— dije pegando mi cuerpo al suyo para que notará mi erección. —Mira lo que me haces.

—La calentura va con la ropa.— río y me besó con suavidad y calidez. —Durmamos, ahora no es momento.— dijo al separarse.

El precio de sus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora