Aunque Murivak está eufórico al haber tenido la ocasión de "hablar" sobre sus sentimientos hacia Shenai y el saber que es más que correspondido, en cuánto deja de transimitirle a Shenai siente cómo sus alas tiemblan y se enchina su piel. Sabe que están próximos a llegar al valle en el que encontraron los cadáveres de los ciudadanos. Desea con todo su corazón que al llegar no encuentren nada, ni siquiera un civilizador y tengan que regresar a sus casas, sobre todo por que desea aprovechar las invitaciones de Shenai. Dorovich durante todo el trayecto ha ido encogiendo la boca del estomago y presionado sus pulmones al extremo cómo les explicó el Ambliófono, justo cuando iba a rendirse alcanzó a escuchar fragmentos de las confesiones de Murivak a Shenai. Decidió alejarse un poco y quedarse callado, no quería interrumpirlo ahora que por fin había tenido el valor para hablar con ella. Así que trató de no seguir escuchando y para distraerse optó por ir contando lo que aparecía a su derecha, de esa manera ni Murivak ni Shenai podrían verle la cara y no se intimidarían. Observó a lo lejos, justo en el centro del valle una montaña con muchas extremidades, conforme iban acercándose al camino que los dirigiría al valle fueron subiendo cada vez más. Cuando estuvieron bastante cerca Dorovich sintió miedo, las alas le empezaron a temblar, sentía cortos espasmos. Comprendió al fin qué era la montaña que había observado desde la parte más alta. Un escuadrón de ataque de Támulus habían encontrado los cadáveres de los ciudadanos. Y se estaban dando un festín.
Cuando Dorovich logró artícular una palabra, sus amigos ya habían divisado al escuadrón. Los tres se quedaron muy quietos y casi sin respirar. No podían acercarse más, si los Támulus detectaban las vibraciones que producían sus extremidades al caminar estarían muertos antes de que lograran llegar a algún túnel de escape, aunque dudaban si habría alguno cerca. Dorovich estaba a punto de hablar, pero Murivak se le adelantó y le transmitió un mensaje: Calláte, sigue a Shenai. Dorovich obedeció y agradeció el liderazgo de Murivak. Murivak le dio instrucciones a Shenai quién iba abriendo el camino de retirada. Justo cuando estaban a punto de alcanzar el camino que les daría un escape rápido, Shenai encontró un desague inutilizado, tenía las barras protectoras pero no circulaba agua. Murivak maldijo para sí en cuánto vió que Shenai se desvíaba del sendero. Le avisó a Dorovich de los planes de ella y él le contestó que desde dónde estaba la otra boca del desagüe podrían ver sin ser descubiertos, siempre y cuándo se quedaran callados. Los Támulus tienen pésima vista, pero un excelente oído capaz de detectar cualquier vibración en un rango medio de ataque.
Cuando llegaron a la boca del desagüe, se encontraron a una distancia prudencial en el aire muy por encima de los Támulus, si los llegaban a detectar tendrían una buena ventaja antes de que llegaran a la boca del desagüe, ya que tendrían que escalar al no poseer alas ni poder saltar. Shenai fue la primera en acercarse a la boca del desagüe, en cuánto se acercó tuvo que taparse la boca y apretar muy fuerte sus alas. Habían al menos 12 Támulus y aunque habían suficientes ciudadanos para cada uno, habían varios grupos peléando por la cabeza de un ciudadano, mientras algunos despedazaban al cuerpo de otro. Los Támulus se caracterizaban por su pésimo caracter, su violencia extrema y su dolorosa forma de inyectar veneno. Los tres observaron los quelíceros de todos los miembros del escuadrón, no pudieron distinguir si eran soldados o un simples Támulus, en cualquier caso varios ciudadanos no podrían derrotar fácilmente a ninguno de los dos tipos.
Shenai pudo observar los objetos brillantes con los que habían empalado a los ciudadanos, cuándo uno de los Támulus arrancó un cuerpo con demasiada fuerza y lo sacó de la pared en la que se encontraba incrustado. Ninguno de los miembros del escuadrón reparó en el objeto brillante hasta que este cayó y produjo un sonido homofónico que los paralizó a todos, luego todos acudieron al mismo tiempo tratando de atacar el objeto. Los tres amigos observaron cómo el segundo en llegar fue empalado sin esfuerzo por el primero que lo estaba levantando. Murivak quiso gritar pero lo detuvo lo que inmeditamente llegó después: una revuelta originada por la sangre del Támulu empalado, y aunque aún seguía con vida a ninguno de sus compañeros le importó ese pequeño detalle, todos empezaron a pelear por alcanzar un miembro o una parte de su torax para el almuerzo. Lentamente se retiraron de la boca del desagüe, ninguno quería hablar ni transmitir nada. Sentían tanto asco por lo que habían visto y al mismo tiempo demasiado miedo cómo para intentar huir de los psicópatas que estaban abajo, así que decidieron en silencio que lo mejor era esperar a que se marcharan.
Una vez satisfecha su atróz hambre, lo que quedaba del escuadrón se fue retirando hacia el oeste haciendo mucho ruido cuando sus fuertes corazas chocaban con los del compañero que iba más cerca, llegaron a escuchar un par de tintineos cuando alguno chocó su cola con la de otro, o quizás atacó con su cola hacia la coraza de algún rezagado. Esperaron pacientemente que no se escuchara nada para salir del desagüe, y aunque Murivak pensó que satisfecha la curiosidad de Shenai irían directo a su casa, se vio súmamente decepcionado al ver que ella iba a dónde los Támulus habían cenado. Una vez se acercaron, una ola de olores nauseabundos fueron golpeándoles, aturdiéndoles conforme se acercaban más, Shenai dió un salto y cayó en medio, recogió el extraño objeto brillante y más duro que una coraza de un Támulus, lo limpió de la sangre qué aún escurría y regresó de otro salto junto a sus amigos, Dorovich les transmitió a los dos con sus receptores de corto alcance que se separaría del grupo en antes de salir de los túneles para despistar a los civilizadores en caso los estuvieran esperando en la salida. Y aunque Murivak no se sentía con ánimos para el amor, pensó que era una muy buena idea.
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Los ciudadanos
General FictionMurivak y Dorovich, ciudadanos de cuarta clase de una sociedad pacífica y trabajadora. Viven en dónde siempre ha vivido su especie. La ciudad se encuentra casi al centro de la extensión de tierra que parece no acabarse jamás, mires hacia dónde mires...