CAPÍTULO 2: BUSCANDO REVANCHA

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Al día siguiente me sentía preocupada pero ya no tanto. Estaba nerviosa, inquieta de saber como estaría todo. Respiré hondo antes de salir, no sabía cómo estaría todo. Le aflojé un par de dientes a un chico que me vio, y que para él sería muy fácil reconocerme. Ademas de Elaine, ya entiendo de donde sale tanta maldad si es que se conocen bien.

Los dos tienen sed de revancha, si no hago algo, van a matarme donde me encuentren sola —. Pensé caminando a la escuela.

Al llegar a tumulto de gente de la entrada, esperando a que abran pude ver al chico, apoyado en el paredón, con la capucha puesta y sin hablar con nadie, llevaba una venda en la mano que balanceaba.

Y un poco mas lejos, sumido en la multitud su victimario, hablando enojado, se le veía furioso. Tanto que se apreciaba como apretaba su mandíbula de rabia. 

Me quedé a unos metros pensando en qué decir.

De la nada escuché que me hablaban, el tipo amigo al parecer de Elaine me llamó la atención, una sonrisa psicótica se le formó en el rostro, de oreja a oreja y se abrió paso entre la gente para llegar a mi.

Me di vuelta para correr, lo sentía pisándome los talones obligando a que diera una vuelta a la manzana para entrar a la escuela. 

Corrí por el pasillo hasta mi salón el cual era la última puerta antes de la salida al patio y las escaleras. Entré y cerré de un golpe, haciendo que todos, hasta la profe me miraran.

— Lo siento. — Sonreí nerviosa. — Creí que era muy tarde.

— Aixa, lo siento pero este realmente no es tu salón, no figuras en mi listado.

— ¿Y cuál es el mio?

— Es el 4B, ven te acompaño. — Me guió hasta el otro salón, donde casualmente se encontraban las otras tres chicas que me había cruzado antes.

Me hicieron señas para que me sentara a su lado, en el lugar junto a la ventana que estaba desocupado.

— ¿Cómo estás? — Preguntó la pelinegra de puntas rosadas.

— Supongo que bien... — Agregué.

Cuando tocó el recreo me reuní con ellas, pero aun así me sentía extraña por lo ocurrido ayer. Buscaba con la mirada al muchacho pero no lo encontraba.

— Bueno creo que deberíamos presentarnos. — Dijo la rubia. — Yo soy Kalla. — Ella es Maguie — apuntó a la de puntas rosadas — y ella es Liss apuntó a la muchacha de cabellos verdes. — ¿Y tu?

— Soy Aixa.

— No quiero incomodarte con mi pregunta pero ¿tu cabello es natural? — Dijo Liss intentando sonar amable.

— Si. Mi madre es alvina pero se tiñó el cabello. Pero ella quiere que no me tiña ni arruine el mio ya que es un poco menos abundante y mas fino.

Hablé con ellas de forma amistosa, y teníamos varias cosas en común, entre otras cosas ver anime, etc. Sentía en varios momentos una extraña mirada en mi, una que a veces persistía y otras olvidaba aquella sensación.

Cuando levanté la vista lo pude ver, el muchacho de ojos blancos y cabello azabache me estaba mirando fijo.

Me había olvidado de eso por un momento. Se lo ve bien pero, ¿y si tiene algo para decirme? — Pensé desviando la mirada.

Sonreí y lo miré.

Sería grosera si no voy así que.... — Se me pasó por la cabeza.

Los últimos metros antes de llegar a él aceleré el paso.

— Hola ¿Estás mejor? Mi madre dijo que fueron algunos moretones pero... nada serio.

— Así es. — Fue lo único que dijo antes de acomodarse la capucha. Su piel pálida resaltaba con su cabello negro como el ébano.

Puse mi mano en su mejilla para guiarla a su cabello y descubrir sus ojos.

— ¡No! ¡¿Qué haces?! — Se hizo hacia atrás asustado, creyendo que lo juzgaría.

— ¿Era por eso no? ¡¿Ese chico te golpeó por eso no?!

— ¡Si! ¿¡Y qué!? — Sonaba harto. Como si le hicieran la misma pregunta miles de veces.

— Sé lo que se siente, sé que eso es horrible y tú caso fue uno de los peores, Ángel. He pasado por lo mismo, pero no tienen por qué hacernos esto.

— ¿Y qué harás al respecto? ¿Frenarlos? Imposible.

— No. Pero ayudarnos entre nosotros, quizá.

— Entiendo yo tampoco te juzgaría. Es mas, te admiro por tener las fuerzas que yo no tuve por enfrentarme a esto.

— Gracias. Solo quería ayudarte. — Me estaba por ir.

— ¡Espera! — Me volví a él intrigada. — Está bien. Tal vez tengas razón y podamos hacer algo.

— Lo primero, es no estar solo. Así no serás objetivo fácil. — Comenzamos a caminar por el patio.

— Bien. — Asintió con una sonrisa.

Nos comenzamos a mover hacia las escaleras, caminando por abajo del balcón. Él comenzaba a sonreír cuando me contaba acerca de su prima Josefine, quien lo había cuidado desde pequeño y que era la única persona persona en la que confiaba desde su infancia. Quien lo llevaba donde él quería. Al fin y al cabo era como una madre para el. Y resultaba ser la chica que entraba tan preocupada por él ayer. Le conté sobre mis vivencias y mi infancia tambien. Le iba a preguntar acerca de sus padres ya que nunca me habló de ellos, pero una profesora cortó nuestra charla.

— ¡Cuidado! — Nos empujó lejos de las escaleras y nos juntó, misma acción que repetimos Ángel y yo al escucharla.

Escuchamos el estruendo de un ladrillo partido caer desde el balcón, justo donde estábamos parados. Clavé mi vista arriba, donde estaban Elaine y el otro tipo, no me quedaban dudas que ansiaban acabar con nuestras vidas.

— ¿Qué ha sido eso? — La profesora corrió escalinata arriba para ver que había causado tal cosa.

Me quedé pasmada. Estaba pálida, y mas de lo que soy.

Pudo habernos matado. — Era lo único que pensaba.

— ¿¡Están bien!? — Se nos acercaron Kalla, Liss y Maguie.

— Si. — Logré decir aun un poco impactada.

— ¡Aixa, hola! — Dijo una voz conocida desde hace tiempo.

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