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— N0 lo sé. No me siento bien. — Comenté.

— No es momento de quedarnos quietos, sigue habiendo sonidos arriba. — Jack colocó su mano en el hombro de Ángel.

— No podemos dejarla aquí, mira cómo está. — Ángel hizo un gran esfuerzo y me cargó para llevarme.

— Gracias. — Susurré cansada, mientras buscábamos la salida.

— Tal vez tienes hambre y no te has dado cuenta. — Contestó Liss.

— Lo dudo. De pronto me sentí así.

Los sonidos seguían y se movían por el sitio, pero a nadie le importaba mucho. Solo queríamos marcharnos sin problemas. Llegando a la única salida que parecía fácil de destapar, los ruidos se acercaron a nosotros, hasta llegar a ver una criatura negra colgando del techo boca abajo. Esta se movía frenética de un lado a otro con una sonrisa blanquecina en medio de su negrura. Me quitó de las manos de Ángel y me arrojó contra uno de los muros. Una descarga eléctrica recorrió mi cuerpo rápidamente, a la vez sintiendo que mi cuerpo se endurecía como una piedra al que esa cosa estuviera tan cerca de mi.

Podía escuchar, oler, respirar levemente, pero no moverme. Siquiera parpadear.

Escuché a todos gritando aterrados, seguramente al verme. Mi cara de horror y dolor suponía el miedo que me llenaba. La cosa negra se quedó respirando en mi cara, hasta que Ángel gritó.

— ¡Suelta a Aixa! — Enseguida, la cosa negra de dejó a mi para ir por Ángel.

Cuando se alejó de mi, sentí como si me quitase un peso de encima. Poco a poco recobraba el movimiento de mi cuerpo. Sentía que cobraba vida nuevamente.

Los demás salieron corriendo a esconderse, dejando un panorama casi en silencio, si se hubieran dejado de escuchar los gritos de esa cosa que perseguía a Ángel por el lugar.

Alcancé la pistola y seguí los ruidos con cautela. Vi a Ángel congelado y la cosa negra sobre él, investigándolo, y olfateándolo.

Tomé mi pistola y disparé a la masa negra sin pensarlo dos veces. Esta se esfumó para desaparecer sin mucho mas que un grito de horror.

Todos nos acercamos a él en silencio. Me arrodillé a su altura para tirarme en sus brazos. Todos de a poco se sumaron al abrazo con esperanzas de quedarnos ahí unos minutos, algo que no fue así. Escuchamos mas ruidos en el piso de arriba, cosa que me hizo separarme e irme corriendo a buscarlo.

— ¡Quédense aquí! — Lo único que quería era acabar con todo.

Cuando subí, pude ver una habitación y otra especie de sombra a la cual por un impulso apunté. La diferencia es que esta era mas alta, asimilaba la forma de un hombre de unos treinta años. Levantó las manos al verme, estaba asustado y hasta temblando. Fue algo que me causó un sentimiento extraño, haciéndome sentir una presión en el pecho, lo que me hizo retroceder un paso dejando de apuntarle. Me encogí de hombros y sostuve la pistola con dos manos. El hombre se acercaba de a poco a mi en un caminar extraño. Separaba demasiado las piernas, levantaba los hombros y separaba los brazos de su cuerpo.

Me volví hacia la puerta por la que había entrado y le apunté asustada.

— No te muevas, mas. — Se me quebraba la voz.

La sombra siguió avanzando hasta a mi, hasta que le disparé. La bala de plástico atravesó su abdomen para chocar contra la pared del fondo de la habitación. Solo se esfumó ni bien entró en contacto con la bala.

El sitio me abrumaba demasiado. Me aterrorizaba estar en silencio y que permaneciera pausado y "sin vida". Por mas que fuera de día y entrara luz por la vieja ventana que se encontraba en el cuarto, presentía la habitación demasiado oscura, así que huí y me reencontré con mi grupo.

— Saliste corriendo ¿está todo bien? — Liss se me acercó preocupada.

— Si.

— Esa cosa me dejó una marca. — Ángel mostró su antebrazo, en el cual tenía una especie de quemadura rojiza en forma de tres garras que recorrían la mitad de la circunferencia de su brazo.

— ¿Qué pasó arriba? — Warren se me acercó para tomarme por el hombro.

— No quiero explicarlo ahora. Mejor volvemos al parque. — Dije con un aire desolado y muy cansado.

Todos recogimos lo nuestro y cruzaríamos los doscientos metros de bosque que antes habíamos atravesado para llegar a la parroquia, pero, nos detuvimos a descansar un poco. Los chicos tenían agua y comida para que pudiéramos compartir entre todos. Y fue allí donde me di cuenta de que, no eran tanto amigos, eramos mas como una familia.

Descansé tranquila sobre un pedazo de manta que habían extendido en el piso. Solo me recosté en posición fetal, cerrando los ojos.

Luego de un minuto mas o menos, sentí que alguien se colocó de frente a mi, algo que me hizo desesperar un poco y abrir los ojos.

Era Ángel, sonrió un poco, y mi corazón solo se aceleró, dándome a entender que un poco me incomodaba que esté tan cerca de mi. Me volvía loca y me ponía nerviosa que nuestras bocas estuvieran a centímetros de besarse.

— Yo también me encuentro algo cansado de... bueno ya sabes.... Lo que pasa. — Miró hacia otro lado, avergonzado de tildarse en cada oración.

— Me pasa lo mismo, es todo tan raro y me logra estresarme tanto. Es que no, siento que no puedo pensar con claridad, y luego me lanzo sin pesar... — Me interrumpió con un abrazo, logrando que me acurruque en su pecho.

— No debes preocuparte, lo único que te hace falta es descansar. — Me abrazó mas fuerte, algo que permití y correspondí.

<<¿Debería preocuparme? ¿debería decirle? No. en definitiva, no es buena idea. Pero entonces, no sé qué debo hacer. Ellos, yo. Estamos en otros mundos y tal vez nunca me noten. Prontos nuevos se sumarán, aunque ya parecen ser geniales juntos. >> Pensó...

Continuará...

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