11

24 2 0
                                    


No podía ver nada. Tenía los ojos cerrados y todo estaba en negro. Solo podía identificar que estaba besando a alguien. Sentía como sus manos recorrían mi cuerpo y a veces masajeaban mi cabello y yo el de esa persona. Reconocía como pasaba el reverso de sus palmas por mis mejillas para acariciarme muy suavemente. Simplemente, me sentía en el paraíso, sentía paz tranquilidad que me faltaban desde hace semanas, haciendo que al conseguirlas, mi cuerpo se sintiera tan bien y suave al tacto. Susurraba cosas en mi oído.

Era bastante seductor para ser mi "primer beso" consensuado. Era tan dulce, tan lleno de cariño.

— Te amo —. Debido al estado de somnolencia en el que me encontraba, no reconocí al instante la voz.

Cuando abrí los ojos vi Ángel frente a mi, con los ojos cerrados y sonrojado sonriendo. Puse una mueca de susto al ver que había besado a Ángel. Aunque no había estado mal, lo consideraba un amigo y, me sentía mal al haberlo besado así. No quería ilusionarlo.

— Ángel despierta —. Lo sacudí suavemente, lo que lo hizo abrir los ojos.

— Nos... besamos ¿verdad? — Se frotó los ojos mientras nos incorporábamos.

— Si. Yo lo siento, no quería hacerlo yo... no quería hacerte sentir incómodo.

— Está bien, me gustó —. Desvió la mirada hacia abajo avergonzado.

Cuando miramos nuestro al rededor, nos percatamos de que Liss y Magguie, y Jack y Warren, ¡se estaban besando! Y Kalla estaba grabando, graciosa.

Abrimos los ojos como platos como tontos. No creíamos que ellos estarían en algo.

— ¿Qué están haciendo? — Levanté una ceja.

— Oh, es que los veíamos a punto de hacer el amor y nos sentíamos solos —. Warren nos explicó entre risas, lo que nos logró hacer a todos. Incluso a Ángel y a mi.

— ¡Nosotros también merecemos amor! — Contestó Liss.

Volvimos a casa entre carcajadas, era algo nuevo para nosotros pero supuse que estaba bien. Y ahora me doy cuenta de la clase de amigos geniales que tengo. Luego de ese alocado fin de semana, no podía pedir mas.

Nos reencontramos el lunes en la escuela, y acordamos vernos todos juntos en la biblioteca, aunque el tiempo fuese de unos veinte minutos por recreo, y un recreo por día.

Realmente, nadie se quiso quedar solo en la biblioteca, avanzamos por el pasillo como la ultima vez para entrar a esa sala de maestros abandonada, queriendo investigar mas. En grupo, regresamos al casillero que habíamos abierto antes.

— Hay algo extraño aquí —. Warren se acercó y metió la mano en el casillero para empujar un poco la pared del fondo, la cual se movía.

Escuchamos un ruido al fondo del pasillo en el que estábamos, como si se hubiera abierto otro compartimento. Un temblor me subió a las piernas indicando miedo e intriga en mi. Todos estábamos callados, así pudiendo notar el silencio interior y algunos ruidos en el patio de afuera.

— ¿Qué están haciendo aquí? — La voz de una de las preceptoras fue lo que nos puso los pelos de punta.

Todos giramos a ver a la mujer extremadamente enojada, y con una cara de pocos amigos o de que le habían hecho una broma que no le hacía gracia.

Aunque realmente me imaginé que no le haría nada de gracia a ninguna autoridad el que vaguemos por ahí sin permiso alguno.

Nos quisimos explicar pero la señora no nos dejó espacio a formular palabras y solo nos hecho como si fuéramos perros sarnosos de la calle.

HACKERS DE-MENTES REMAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora