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"¡Es en serio! No veo porque te ríes." exclamó Lauren, tratando de contener una risa.

"Pero es que–" Camila fue interrumpida por su propia risa. Incluso, había dejado caer el trapeador para envolver su estómago, el cual dolía a causa de la risa. Lauren solo la veía con diversión y admiración.

Resulta que, Lauren le había contado una anécdota de cuando era niña. Básicamente, la prima menor de Lauren le había pintado un bigote y una uniceja en una pijamada que tuvieron cuando Lauren tenía 9 años. Al siguiente día, a Lauren se le había hecho tarde para ir a la escuela, que ni si quiera se dio una mirada al espejo y a su mamá, no le dio tiempo de advertirle acerca de la tinta en su rostro.

Constantemente en el día, los demás niños se burlaban de ella y ella, ni siquiera sabía porque. Hasta que fue al baño y se vio en el espejo. 

No le habló a su prima en semanas.

Entre las risas de Camila, analizó el rostro de Lauren al contarle dicho recuerdo; ella se veía feliz. Hablar de su pasado la hacía feliz. Camila no veía aún cual era la razón por la que estaba allí, parecía haber tenido una vida normal, al menos de niña. 

No tenía el valor suficiente para preguntarle porque estaba allí.

Sin contenerlo por más tiempo, Lauren se echó a reír a la par de Camila, ya que su risa era extremadamente contagiosa. 

Podría escucharla reír todo el tiempo.

Después de unos largos segundos de reirse, Camila finalmente dejó de reír, soltando un suspiro al final. Lauren la siguió, pues no le veía el caso a reír sin Camila no lo hacía.

Y Lauren no estaba segura de cuando fue la última vez que rio de esa manera. 

"¡Ya! A trabajar." ordenó Lauren, después de unos segundos de silencio.

Camila hizo un puchero y se sentó en una banca, recargando la espalda en la mesa y con los brazos cruzados.

"No quiero." Lauren creyó morir por lo tierna que Camila lucía y estuvo a punto de cumplir sus deseos.

"Debiste haberlo pensando mejor antes de portarte mal." replicó Lauren con un tono burlón y guiñándole el ojo. 

El color subió a las mejillas de Camila y ella trató de ocultarlo. 

"¡Pero no fui mala! La señora esa me llamó niña. ¡Niña!" recalcó. "¡Y yo no soy una niña!" exclamó con un cierto aire de frustración.

Lauren la ojeó disimuladamente y soltó para sí misma: "Por su puesto que no lo eres." 

Y aunque trató de decirlo lo más bajo posible, Camila alcanzó a escuchar y creyó que su cara explotaría.

Apostaba todos sus años de prisión a que estaba tan roja como un tomatito.

Lauren, segura de que Camila no la había escuchado, contestó. "Pero ya, ayúdame." inquirió, llendo hacia el trapeador de Camila, lo recogió del piso y se lo dio en la mano. 

Camila gruñó juguetonamente y rodó los ojos, antes de levantarse y continuar con su tarea. 

Era el cuarto día que estaba ayudando a Lauren a limpiar la cafetería, el cuarto día que perdía sus minutos al aire libre, pero realmente no le importaba. No mientras estaba con Lauren.

Ambas se llevaban de maravilla ahora, parecían mejores amigas. 

Al principio, Camila seguía aún un poco asustada por la actitud demandante de Lauren, pero poco a poco, el ambiente se fue aligerando, dejandole en vez de miedo, una buena confianza con la ojiverde.

Prison Love ➳ CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora