Capítulo XXIV

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Capítulo XXIV

En otro punto...

—¡Ufff!... eso estuvo cerca— con desespero y marcada agitación dijo Samael, escondido mientras su lacayo intenta curar sus heridas, muy cerca de él se encuentra Amdusias siendo atendido por Jezabel quienes también sangran profusamente.

—Mi señor espero y confió que pueda ayudar en algo, no podré sanar sus heridas, tampoco tengo el poder para restaurarle la pierna y parte de su brazo, pero puedo auxiliarlo para su transportación en cuanto me lo indique— dijo la succubus con devoción y reverencia.

—Lo sé... no te preocupes mi querida Jezabel..¡aahhgg!— retorciéndose de dolor. Ella sobre su rodilla con la cabeza baja, él tumbado junto al muro, acto seguido le levanta la cara como gesto de demostración sincera que pese a todo siguen juntos, Samael a miradas rápidas entre uno y otro punto no deja de pensar en cómo podría hacer para tomar alguna ventaja adicional.

—No se ustedes pero de esto tendremos que sacar un beneficio, así que será mejor pensar raudo y velozmente, dime Amdusias ¿todavía eres capaz con la mano que te queda de abrir un portal para largarnos de aquí?—

—Ss.. sí.. creo que sí... ¡Mierda! Hace tiempo que no recordaba cómo era la espada refulgente de Zadkiel jajajaja... ¡aahhgg! por todos los demonios del averno ¡esto no está bien carajo!— tomando la mano de la fémina infernal junto a su costado en un vano intento de detener el sangrado ya que solo tiene tres cuartas parte de su cuerpo. solo cierra los ojos.

—Si tienes energía para maldecir tomaré eso como un sí... bien debemos actuar lo más pronto posible que ya formule un plan, aprovechando que el imbécil de Miguel está solo y todavía no sabe qué seguimos aquí de modo que necesitamos hacer lo siguiente ....— luego de unos minutos, prosiguió.

—Amdusias abre una dimensión para que mi lacayo vaya a avisarle a Belfegor mientras Jezabel usará un disfraz distractor con Miguel mientras yo me llevare el cuerpo de ese mísero humano mortal insignificante que cuidan más que si fuera uno de sus acólitos celestiales... ¡Ja, vaya estupidez!—

—Okay.... pero si algo le sucede a mi querida Jezabel no habrá manera de que te escapes una vez regresemos al tártaro— con gesto serio dirigiéndose a Samael por tan arriesgado plan sin tener certeza si el invocado acudirá o si Miguel caerá en la trampa, por tanto antes de realizar el conjuro adecuado le susurra unas palabras a la succubus solo por si acaso.

—Sí, sí lo que digas, todos nos veremos las caras de uno u otro modo.—

—Auuumm.... silencio.. empezaré... ahora....— dijo en mediana voz luego recita en una lengua ininteligible el conjuro, con su sangre dibuja en el suelo un pentagrama, junto a unos sigilos, el portal dimensional es activado, el lacayo de Samael entra sin reparos, acto seguido Jezabel crea una neblina y se transforma en el ángel Uriel al tiempo que una sombra translúcida corre alejándose a toda velocidad, evitando a toda costa ser detectada.

—Bien, que comience la partida ya que jamás desaprovecho una oportunidad.— sigiloso recorre el lugar en busca de la mejor perspectiva de manera que Miguel no sepa en ningún momento que se encuentra ahí, cual tigre cazando a su presa.

—Miguel... Miguel... vine tan pronto nuestro líder me permitió salir.. y ¿como se encuentra?—

—Uriel ¿qué haces aquí?— todavía sin sospechar respondió confiado Miguel sabiendo que se había quedado solo ya que los ángeles sobrevivientes habían ido a inspeccionar al área

—Si, pero no tenemos tiempo, hay que irnos—

—Espera, tenemos que verificar que Victoria regrese... y sí, entiendo que aquí corremos peligro, pero ¿a dónde iremos y quién le avisara a ella?— algo en él le dice que algo raro está sucediendo.

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