Capítulo II

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Capítulo II

Estaban ansioso por hablar con ella, pero lo que ambos no sabían era que todo el mundo puede cambiar, inclusive los que alguna vez estuvieron de su parte. Y esto le había ocurrido a la sacerdotisa. Lilith había hecho contacto con ella antes, y no solo eso, le había quitado su alma, ahora el cuerpo de esa mujer era solo un recipiente vació, el cual estaba a las órdenes de los enemigos.

El lugar era muy oscuro y antiguo, el olor a humedad molestaba en las fosas nasales de los guardianes, pero aun así no se quejaban, ambos estaban demasiado concentrados en su misión.

Y allí estaba un grupo de hombres y mujeres con túnicas largas y negras, con el rostro cubierto, cantando o rezando quién sabe qué cosa, ya que era poco lo que se entendía. Pero en el centro estaba una mujer muy alta, con una daga en la mano y un vaso con un líquido rojo en la otra.

Al parecer están haciendo un ritual. —No me agrada esto Delta. ¿Segura que podemos estar aquí?

—Eso fue lo que dijo nuestro contacto. Pero sabes,  me da escalofríos todo esto, el aire se siente pesado, y esas personas no se ven muy amistosas que digamos. Creo que no fue buena idea venir hasta aquí.

El ambiente estaba cargado de incienso, humedad y tirria. Se sentía pesado en cada segundo que se encontraban en el fúnebre lugar. Algunas velas que estaban en el lugar parecían como si estuvieran poseídas, la lumbre era más grande y potente que las demás, mientras que otras se apagaban y se encendían por si solas.

—Todo esto no me da buena espina Alpha. —susurro Victoria juntándose un poco con su compañero.

—Tranquila que estamos en el lugar correcto, y en la hora correcta. Solo espero que sea el momento correcto. De no ser así...

Las palabras de Mario quedaron a la deriva, el canto de los monjes encapuchados se había intensificado, parecía un lúgubre réquiem que iba tomando fuerza. Palabras ininteligibles llegaron de diferentes lugares, como si las sombras del lugar transmitieran calamidad, el eco y atrocidad.

—Vamos hacia ella. —agrego Mario caminando con sigilo, a un lado había una fuente, pasó un dedo para tocar el agua. Se quedó en silencio unos segundos mientras contemplaba que tenía diferente viscosidad.

— ¿Todo bien? —preguntó trémula Victoria mientras avanzaban, observaban cada detalle del lugar, era siniestro y daba escalofríos de tan solo estar allí.

—Sí, solo es que creo que es diferente como si fuera otro fluido. —se olio los dedos intentando rescatar alguna esencia que pudiera estar filtrada en esa misteriosa fuente.

—Y qué vas hacer bendecirla padrecito.

Mario no regresó el comentario, no era momento de bromas porque frente a ellos estaba la sacerdotisa, que sin prestarles atención a su presencia empezó a tomar de la copa con ese extraño líquido carmín.

—¿Tu eres la sacerdotisa? —rompió el silencio Mario tragando saliva, vio detrás de ella que había un gran vitral estilo gótico, mostraba dos seres uno de luz y otro de oscuridad, estaban en una contienda.

Aquel lugar era un lugar equilibrado respecto a las fuerzas universales, aquí imperaba el orden, pero lamentablemente eso se había esfumado.

—Estas preguntando o estas confirmando. —mencionó con voz errática la sacerdotisa mientras lamía el líquido que había en la daga.

Camino hacia ellos, pero parecía como si estuviera flotando o como si sus pies no tocaran el piso. De ese detalle se percató Victoria, ella era más perspicaz.

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