Esta historia también me vino en un sueño, o mejor dicho pesadilla, la cual no quiero repetir ni de chiste.
Las Tortugas Ninja no son mías, ahora pertenecen a Nickelodeon.
Adoro a Leonardo.
Espero que les guste este entremés que publicaré antes de la próxima historia :)
-No existe –cortó tajante Zen a la adolescente frente a él
-Yo creo que sí debe haber aunque sea uno...
La jovencita infló las mejillas en un puchero, y miró con terquedad a su mejor amigo Zen, bueno era el único amigo que tenía a fin de cuentas apenas habían pasado unos dos años aproximadamente desde que la habían nombrado guardiana.
-Maestra, le repito que...
-¡No me llames "Maestra"! ¡Me siento vieja y ni siquiera tengo dieciséis años!
-Soy su sirviente, debo dirigirme a usted de esa manera –repitió a la terca mujer
-No quiero que seas mi sirviente, quiero que seas mi amigo...
El dragón se sorprendió enormemente, hasta ahora todos los que habían pasado por ahí siempre solían hablarle únicamente para darle alguna orden. ¿Por qué era ella tan diferente?
Tal vez fuere porque ella era humana, mejor dicho, fue humana. La primera en ser elegida sobre cualquier otra especie. Lo único malo de esa niña era su terquedad y su sensibilidad, ambos aspectos eran armas de doble filo capaces de hacerle tomar las decisiones correctas como de cometer errores. En fin, su deber era ayudarla a entender y facilitar un poco sus deberes en ese lugar, nada más.
-Volviendo al tema, Zen. Estoy segura, segurísima de que debe haber al menos un ser vivo racional capaz de...
-Ya le he dicho que no, señora... –sintió una gotita de sudor en su nuca cuando prácticamente lo fulminó con la mirada- Señorita... -ella suspiró resignada- No hay, ni habrá, un ser incapaz de sentir rencor –retomó seriamente
-Yo no he dicho "incapaz de sentir rencor" sino "incapaz de guardar rencor", eso es muy diferente
-De todas formas es imposible, todos guardan rencor a algo o a alguien por ínfimo que sea, incluidos usted y yo
-Sí... todavía no me llevo bien con los pez payaso –murmuró molesta
Zen rio por esa actitud infantil, Eiko les guardaba rencor porque cuando todavía era humana, intentó cazar uno con las manos y su presa saltó del agua para luego darle una bofetada con la cola. Desde entonces no se llevaba bien con los dichosos peces.
-Hagamos un trato Zen –soltó de repente llamando su atención- Si encuentro a un ser incapaz de guardar rencor incluso llegada su muerte, tú tendrás que tutearme...
-¿Y si yo gano, Maestra? –le molestó sabiéndose ganador
Imposible que existiese un ser con esas características.
-Limpiaré el espejo gigante yo sola, durante un mes –sonrió burlonamente conocedora de que su amigo detestaba esa tarea con toda su alma
-Hecho
Con el rápido pasar de los siglos, ambos olvidaron la apuesta, pues las responsabilidades de Eiko habían aumentado su dificultad y necesitaban concentrarse, sin saber que un día un pequeño niño llegaría a ella por obras del destino.
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Entender
PertualanganSiempre oímos a quienes nos rodean pero ¿los escuchamos?, vemos pero ¿observamos?, en fin, tú me dirás ¿cuál es la diferencia? Sin embargo, si yo te dijera que no es lo mismo, que cuando te dejas llevar las cosas se distorsionan y puedes cometer el...