Atesoro aún este escrito con la esperanza de volver a verte algún día y entregártelo personalmente. Pero, habiendo pasado meses desde que no vuelves a aparecerte por el mismo autobús, temo haber tomado una mala decisión.
Me he sentado desde entonces en el primer asiento del lado derecho, el mismo que tú ocupaste aquel día. Siempre soy el primero en subir. El asiento de al lado está siempre libre. Espero que alguien lo ocupe, pero nunca nadie lo hace. A veces me pregunto si el mundo de verdad está consciente de lo que he hecho y por tal razón me castiga tan cruelmente. Aun así, te sigo añorando, y tu recuerdo no se ha difuminado aún de mi mente. Aunque suene raro, pienso en ti como un hermano, incluso más cercano a eso. Alguien a quien, de alguna forma, antes de verte ya te conocía, como en un pasado remoto, en otra vida. Cuando te vi, sentí que ese momento era mi momento, habiendo detrás algo mucho más poderoso que yo que me guiaba hacia él. Por eso, ahora me siento aún más arrepentido que si hubiera ido hacia ti y me hubiera presentado. Peor es el dolor de no haber arriesgado nada que el que pudiéramos padecer si lo arriesgáramos todo. Busco obsesivamente tu rostro entre los estudiantes, entre los pasajeros, entre los amigos de mis amigos. Y no apareces. De cuando en cuando me sorprendo tratando de replicar a duras penas las mismas sensaciones de aquel día, procurando que sean en el mismo orden exacto. Primero, sorpresa al momento de que mis ojos se toparan por accidente con tu perfil, que por un fugaz instante me hizo evocar mil imágenes bellas de estatuas apolíneas, príncipes árabes, emperadores romanos, amantes trágicos, hasta de uno de mis amigos, hasta terminar en yo mismo, pues teníamos casi el mismo tipo de cabello, la misma quijada, la misma seriedad al momento de desconectar nuestra atención del mundo y sumergirnos en nuestros pensamientos, enamorándome de un yo divinizado. Luego, una fascinación profunda, la intimidación, la admiración, la envidia incluso, el deseo y, por último, la pena. Sonidos, gentes, olores; todo lo que antes me hubiera parecido intrascendente, ahora es un tesoro. Hasta la horrible música que esa vez se escuchaba, hoy la deifico. No sé si podré superarte, si tal vez debiera a partir de ahora buscar en otros algo medianamente parecido a lo que sentí por ti, aunque mucho lo lamente más adelante. Sin embargo, de lo que sí estoy seguro es de no querer obligarme a no sentir nada. Me parece que ese sería el peor de los sacrilegios. Sería como matarte, matar tu recuerdo, matar una parte importante de mí, renegar de lo que la naturaleza me concedió y que yo insensiblemente desaproveché, culpándote al final por no haberte dirigido a mí, por haber pensado que yo lo había arruinado, cuando en lugar de haber pensado debí haber actuado. Me arrepiento de no haber hecho nada. Necesito verte y decírtelo. Pero ¿cuándo dejarás de castigarme por haber tomado otro camino y no desviarme hacia el tuyo, como bien había prometido? Estábamos en mundos distintos, y mientras yo deseaba hacerte parte del mío, tú te mantuviste alejado en el tuyo... Y al final fui yo quien se alejó de ti. Me mortifica pensar que aquella petición haya sido verdad, habiéndote lastimado al no presentarme. No creo haber tomado una decisión acertada, pero al mismo tiempo me digo que fue lo correcto. Dime tú en qué debo creer, por favor. Mientras no estés, el asiento de al lado siempre permanecerá libre. Te escojo a ti cada día antes que a otros. Pero ¿cuánto durará la espera? ¿Llegará el día en que el recuerdo se difumine como en los sueños y alguien distinto quiera ocupar ese asiento? ¿Deberé cedérselo, o mentirle diciendo que está ocupado? ¿Querrías tú que eso pasara? Siento que es lo que debe pasar, pero no estoy seguro de que realmente quiera que pase.
Aún soy joven y las oportunidades se abren ante mi porvenir; y aunque sigo siendo ingenuo en estas cosas, me siento más viejo luego de aquel día, más sabio al saber que gracias a ti he podido llegar a sentir lo que sentí en aquel autobús.
𝙁𝙄𝙉
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Aquel autobús
Romance❝Peor es el dolor de no haber arriesgado nada que el que pudiéramos padecer si lo arriesgáramos todo.❞ Apenas lo vio sentado al frente del autobús, sabía que le gustaba. Se preguntó quién sería, de dónde vendría, por qué su mera existencia, siendo é...