Capítulo 7

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Una vez que estuvieron en el aire, no tardaron mucho en detectar la luz. Era pequeño, probablemente por un incendio o algo así. Pero fue en una isla. Hiccup observó los ojos de la pesadilla para ver si había signos de sentir a Chimuelo. Y al igual que pensó que cuanto más se acercaba a la isla, más la pesadilla mostraba signos de una lucha en su interior. ¡Chimuelo estaba allí!

Dando vueltas en el aire, Hipo miró hacia abajo para ver dónde estaba el fuego. Estaba en una playa y Stench estaba sentado allí con su dragón. 
—Bueno, no aterrizaremos en la playa—

Asintiendo con la cabeza, Mérida miró la isla y el laberinto de caminos —¿Entonces vamos allí?—

Mientras miraba dónde estaba mientras él llevaba al dragón a lo que sería una entrada trasera, sacudió la cabeza mientras aterrizaban a las afueras del bosque. —Nop. Necesitamos entrar y bajar en la mazmorra donde sea que eso sea. Ahí es donde se mantendría Chimuelo—

Una vez que se pusieron de pie y Hipo envió al dragón a ser libre una vez más, él la tomó de la mano y la arrastró con él mientras se abrían paso silenciosamente a través del escondite. Una vez dentro, estaba claro que nadie había estado allí en semanas o más. Todo estaba cubierto de polvo. —Bueno, parece que esto realmente fue abandonado en algún momento—

Asintiendo, Mérida se aferró a su brazo, no solo a su mano, mientras caminaban por el lugar oscuro. Sintiendo junto con sus manos y buscando cualquier signo de luz. —Desearía que hubiera luz—

—No te preocupes. Una vez que lleguemos a Chimuelo, estaremos libres de este lugar para siempre. Lo prometo—Entonces ambos se tensaron cuando se escuchó el sonido de una puerta abriéndose. Justo en frente de ellos, Hipo podía sentir donde había una pared y se movió para poder apoyarse en ella. Mirando a su alrededor, miró furioso cuando Stench entró. Su mano alrededor de Mérida se apretó más. No sabía si iba a decirle algo, pero tampoco dejaría que ese patán la tocara.

—Te escucho. Te escucho. Estúpidos dragones—

Mientras observaba cómo se daba vuelta justo antes de llegar a ellos y abrir una pieza metálica de la puerta, Hipo sonrió cuando escuchó el gruñido que provenía de detrás de esa puerta. Fue Chimuelo! "¡Te encontré!"

Una vez que Stench arrojó un poco de pescado y volvió a salir, se volvió hacia Mérida y suspiró. —Quédate aquí.— Corriendo hacia la puerta de donde venía Stench, miró por un lado por la ventana. Una vez que se perdió de vista, extendió la mano y la cerró en silencio. —Está bien. No puede entrar ahora si nos escuchó—Volviendo a Mérida, él sonrió cuando ella se pegó a él y lo abrazó. —¿Estás listo para conocer a Chimuelo?—

Asintiendo, tragó saliva. —Mientras estés seguro de que no intentará comerme—

Riendo mientras tiraba del pestillo de la puerta, sacudió la cabeza y la hizo a un lado. —No te hará daño, lo prometo. Pero no quieres estar justo encima de mí tan pronto como se abra la puerta—

Mérida observó débilmente que podía ver una oleada de algo negro y luego un ruido sordo en el suelo. Su cuerpo se congeló pensando que él acababa de ser atacado y que ella sería la próxima.

—¡No, eso no!—Hipo extendió la mano y cerró la boca de Chimuelo cuando comenzó a lamerlo. —No necesito apestar como el dragón escurridor durante la próxima semana. Tenemos ...—Luego sonrió mientras miraba hacia donde estaba Mérida. —Tenemos a alguien que necesitamos proteger y llegar a casa—

Ambos se quedaron con los ojos muy abiertos cuando hubo un suave gruñido desde la puerta y luego Chimuelo se apresuró a entrar. Agarrando su mano, Hipo la llevó por la puerta con él. Una vez que bajaron las escaleras, había una luz de una antorcha que parecía que Chimuelo mantenía encendida. ¡Y en una celda, se encontraba  otra furia nocturna! Pero esta era blanca ¡Una furia luminosa!

Hipo miró al que estaba en la jaula con los ojos muy abiertos. Tenía los mismos claros ojos azul cielo que tenía Mérida, y era tan blanco como la luna —Bien ahora—Dando un paso hacia la jaula se congeló cuando sus ojos se convirtieron en rendijas y ella le gruñó. —Está bien, no lo haré ...—Pero otro gruñido cuando ella se tensó y él dio un paso atrás. —No puedo dejarla aquí. En una jaula y herida así. Pero tampoco podemos quedarnos aquí. ¡Maldita sea!—

Sentada, Mérida suspiró mientras pensaba por un momento. —Me dijiste que el que le dijo a Stench que viniera aquí dijo que iría a la isla por Alvin, ¿verdad?—

—¿Sí?—

—Eso significa que está al menos a otros tres días de distancia. Incluso si no descansan a los dragones como lo hicimos nosotros— Mirándolo, ella sonrió. —Eso nos da al menos tanto tiempo para ver si no podemos hacer amigos con ella—

—Buen punto. Y con Chimuelo corriendo libre aquí abajo, no se atreverían a venir aquí—Hipo luego miró la dulce forma en que este y Chimuelo estaban interactuando. —Y nos va a ayudar con eso—

X

Era temprano en la mañana, adivinarían. Hubo una pequeña grieta en la que Mérida apenas podía ver pasar la luz. De pie, fue y miró hacia afuera y luego sonrió mientras suspiraba. —Si tan solo estuviéramos de regreso en Escocia para esto. Entonces, un fuego fauto podría ayudarme con esto. Solucionó las cosas conmigo y con mi madre—

Al escuchar los dos gruñidos, se dio la vuelta y jadeó cuando vio lo que estaba en el medio de la habitación. Brillando una luz azul más brillante de lo que había visto antes. —Un fuego fauto—

—¿Un qué?—

Mirando hacia arriba mientras Hipo se acercaba a su lado, Mérida sonrió. —¿Recuerdas la historia que te conté cuando convertí a mamá en oso?—

—Sí— Hipo no apartó los ojos de la bola de luz azul. ¡Nunca había visto algo así antes! Era una pequeña llama azul que no estaba en el suelo pero hacía ruidos susurrantes. —¿Tenía algo que ver con eso?—

—Lo hizo—Volvió a mirar al espíritu mientras se acercaba y sonrió. —Me llevó a la casa de la bruja que me dio el hechizo. Al final pensé que había perdido a mi madre, pero nos arregló. La leyenda dice que siempre te llevan a tu destino—Justo cuando comenzó a extender la mano y tocarlo, desapareció solo para reaparecer a unos metros de distancia.

Cuando Mérida lo siguió, se dio cuenta de que la estaba llevando hacia el otro dragón. Tenía que demostrar que no tenía miedo de esto. Si esta era la voluntad de los fuegos fautos, ¡entonces algo bueno iba a salir de ella!

Cuando llegó a la jaula y aparecieron dos de ellos, miró al dragón que parecía saber qué eran. Con los ojos muy abiertos, se sentó. —¿Sabes lo que son, verdad?— Cuando sus ojos azules se encontraron con el dragón, pudo ver la misma batalla silenciosa con la que estaba luchando en este momento. Estaba aterrorizada de ella. Pero al mismo tiempo no era por la luz

Alcanzando una mano temblorosa con una sonrisa, Mérida mantuvo sus ojos en el dragón. —Sabes lo que es. Sabes lo que significa. Lo haré. Si quieres—Luego extendió la mano y metió la mano dentro de la jaula mientras cerraba los ojos.

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