Capítulo 23

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Con los ojos muy abiertos cuando cayó de rodillas ante su hijo mayor, Lord Macintosh no sabía qué decir. Pensó que su hijo se escapó y se fue porque no le gustaban sus planes. Nunca pensó que habría tenido que enfrentarse a él así. Al dejar que su cuerpo se relajara mientras se recostaba sobre sus pies, Lord Macintosh tuvo que bajar la cabeza. -Muy bien chico. Tú ganas. Me ganaste y venciste a tus tres hermanos. ¿Qué quieres ahora?-

Manteniendo su espada apuntando a su padre, Macintosh respiraba con dificultad. -Quiero tu trono. Debes renunciar y convertirme en Líder del Clan. Dirigiré el Clan Macintosh y nuestra tierra como tú. También tomaré a quien quiero como novia, no a quien crees que debería tener-

Mirando por un segundo, Lord Macintosh comenzó a intentar levantarse. -Si crees que te dejaré casarte con alguien que ...-Pero luego jadeó cuando la espada de su hijo tocó su cuello. -¿Me matarías?-

-No quiero también. Pero no dejaré que la lastimes, y algún día la tendré como esposa, padre- Con los ojos entrecerrados, el joven Macintosh dio un pequeño empujón con su espada dejando que le rompiera la piel del cuello de su padre. -No, ella no es noble. Es hija de un granjero de nuestras tierras. Camina a la perfección y tiene un alma amable. La amo y la haré mi esposa. ¿Entiendes? ¿Ahora qué vas a hacer?-

Respirando con dificultad por un momento, Macintosh solo miró a los ojos de su hijo. Hace seis meses, eran los ojos de un niño despreocupado que no quería nada más que una princesa por esposa. Pero ahora, ahora mismo no estaba mirando a ese niño que hizo cualquier cosa que dijo solo porque era su padre. Ahora estaba mirando a los ojos de un hombre adulto. Un hombre del que estaba orgulloso. Uno que sacó lo que quería de la vida y luchó por ello con todo lo que tenía en él.

Cayendo de espaldas, Lord Macintosh suspiró y sonrió. -Hace seis meses eras un niño que haría lo que yo dijera por capricho y no pensara en ello. Si te dijera que atacases a otro clan, no dudarías y volverías a casa victorioso. Si te dijera que te casaras con alguien, lo hubieras hecho-

-Las cosas cambian, padre. Yo he cambiado-

Asintiendo mientras se levantaba lentamente, Lord Macintosh levantó el medallón que usan todos los Clan Heads y lo miró. -Así es. Hace seis meses no eras nada más que un niño sin ambición. En este momento eres un hombre que está dispuesto a luchar y golpear a cualquiera por lo que quiere y en lo que cree. No podría pedir un mejor hijo que eso. Aquí. Obtienes tu premio, incluida tu novia-

Tomando el medallón, Macintosh se lo puso y suspiró. -Gracias. ¿Pero por qué harías algo asi? Quiero decir, incluso si lo logras y me obligas a casarme con ella, sabes que nunca podría forzarla a hacerlo. Lo sabes-

Frotándose la nuca, Macintosh suspiró mientras todos bajaban sus armas y todos parecían calmarse. 
-Tenía la esperanza de que los sentimientos hubieran cambiado con el tiempo con ustedes dos. Eso, y supongo que nunca los superé porque no la hicieron elegir a un esposo hace dos años. Fue así como se había hecho con nuestros clanes-

Sonriendo ahora, el nuevo Lord Macintosh le tendió la mano a su padre. -Bueno, es hora de que algunas tradiciones cambien. No haré que mi hija se case con alguien solo porque él puede ganar un juego. El amor debería ser lo que impulse eso ahora. No es tradición. Pero hay algo que puedes hacer para compensar lo que le has hecho a todos. Yo incluido. Si quisieras-

Parpadeando mientras miraba a su hijo extraño, Macintosh dejó caer la cabeza hacia un lado. -¿Lo hay? Dime qué es tuyo-

Con los ojos entrecerrados, el joven Macintosh volvió a ponerse serio.
 -Ven conmigo para ir a ver a Hiccup. Dile lo que sabes sobre Alvin está planeando. Dile todo lo que sabes-

Al ver sus ojos, Macintosh suspiró.
 -Muy bien hijo. Marca el camino-

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Al encontrarse con ellos en los muelles provisionales que tenían, Hiccup le tendió la mano al Macintosh más viejo. -Me alegra que te haya contactado. Bienvenido-

-Veo que eres solo un niño. Pensé que estaba loco-Macintosh extendió la mano y le estrechó la mano.

Sus ojos se volvieron duros. Hipo suspiró. -Directo al grano entonces. ¿Nos dirás qué está pasando con Alvin y qué tipo de dragones tiene y no tiene?-

Dándole un fuerte asentimiento, Macintosh suspiró. -Ya le dije a mi hijo que me había derrotado, te contaré todo lo que sé. Pero realmente preferiría decirlo una sola vez, así que si pudieras lograr que todo el mundo también sea importante en un solo lugar-

-Hecho- Hiccup luego se giró y saltó del muelle para aterrizar en Chimuelo mientras se unían a Mérida y Wisp para conseguir a DingWall y MacGuffin.

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Unas horas más tarde, y todos están en el medio del pueblo de tiendas de campaña que se instalaron para todos. Hipo a la cabeza con Macintosh. -Tengo algunas preguntas específicas que quiero hacerte antes de entrar en lo que sabes sobre sus planes. El primero son los dragones. ¿Qué tiene él que sabes?-

Sacudiendo la cabeza mientras pensaba, por un momento Macintosh se cruzó de brazos. -No sé los nombres. Y solo vi tres de ellos cuando estuve allí. Fui allí pensando que estaba listo para mudarse, pero no lo estaba. Fue entonces cuando se enteró de que Berk era un pueblo fantasma. Yo había visto a su dragón con los dientes que giran y el cuerpo largo y delgado- Luego miró a los dragones y señaló a Meatlug y luego Stormfly. -Vi uno de ellos y uno de ellos también-

Asintiendo, Hipo se cruzó de brazos. 
-¿Le dijo algo a alguien sobre dragones o nombres que suenan raros?-

Asintiendo, Macintosh se cruzó de brazos. -No lo vi. Pero cuando llegué por primera vez, su hijo apareció y dijo que tenía algo. Que dijo el nombre de Chimuelo y se puso furioso al principio. Luego Alvin dijo algo sobre un desconcierto ...-

-Bestia- Sus ojos se estrecharon cuando todos, desde Berk jadearon y luego lo miraron, Hiccup respiró hondo. -Chimuelo es el nombre de mi dragón. Mi dragón derrotó a ese al volar uno de sus colmillos y se convirtió en un Dragón Alfa. Así que lo tienen-

Mirando a su hijo, Estoico vio la mirada en sus ojos. -¿Hipo? ¿Qué está pasando por esa mente tuya ahora?-

Sin siquiera escuchar a su padre, Hipo pasó por lo que sabía y lo que su madre sabía sobre la bestia desconcertante. Lo que sabía sobre sus dragones, y algunos de los dragones que sabía que tenía Alvin.

-¡Hipo!-

Dirigiendo ojos serios a su madre, él supo su mirada. Esta fue la misma bestia -Mamá, tenemos que quitarlo esta vez. No podemos dejar que se escape como la última vez. Él recuerda a Chimuelo Tenemos que asegurarnos de que cualquiera que no esté en un dragón no esté cerca de dónde va estar. Lo que hace las cosas mucho más difíciles con la Muerte Susurrante que también le guarda rencor–

Al acercarse a él, Mérida lo miró con preocupación. -¿Estás bien?-

Acercándola a él, Hipo suspiró. -En realidad no, pero estoy seguro de que todo saldrá bien al final- Guiñándole un ojo mientras se sonrojaba, Hipo se echó a reír. -Sin embargo, hay una cosa que podemos hacer mientras esperamos a Alvin-

-¿Que es?-

Mientras todos los demás se alejaban, Hipo bajó la cabeza y la besó. -Puedes hablar con nuestras madres sobre mezclar una boda de Berk con una de Dumbroch. Después de todo, dentro de unas semanas estará aquí. Una vez que termine la pelea-

Riendo mientras asentía y besaba su nariz, Mérida suspiró. -Tienes un punto allí, ¿no? De acuerdo. Tú también puedes ayudar. Vamos-

Hipo sonrió. Aunque por dentro esperaba que esta boda ocurriera. Quería casarse con ella. Pero al mismo tiempo, también sabía que si iba a morir, se llevaría con él a cualquiera que fuera una amenaza para ella.

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